¡Abriendo paso al ganado ! (por Armand Ferrachi)

« El úni­co motor de nues­tra civi­li­za­ción pro­duc­ti­vis­ta es la des­truc­ción. Des­truc­ción de los hombres, pue­blos, entor­nos natu­rales, des­truc­ción de esta mis­ma eco­nomía que, trans­por­ta­da por su impul­so cri­mi­nal, se auto­des­truye y no encuen­tra como sobre­vi­vir a sí mis­ma más que des­truyen­do por otros lados ». La consta­ta­ción de Armand Fer­ra­chi es cla­ra : a pesar de las decla­ra­ciones de inten­ción, a pesar del esfuer­zo de los eco­lo­gis­tas, el pla­ne­ta está en peli­gro. Sus ene­mi­gos bus­can un bene­fi­cio inme­dia­to en la conta­mi­na­ción del aire, los sue­los y el agua, aba­tien­do a los arboles y ani­males. Además encuen­tran un inter­és en des­truir la rea­li­dad para sus­ti­tuirle una rea­li­dad arti­fi­cial, even­tual­mente vir­tual, que contro­larían por completo.

¿Quienes son los Ene­mi­gos de la Tier­ra ? Los pro­duc­tores que se entre­gan al saqueo de la natu­ra­le­za. Los caza­dores, para quienes la muerte del no-huma­no es un pasa­tiem­po. Los consu­mi­dores, lis­tos a mal­ven­der su liber­tad y su res­pon­sa­bi­li­dad por la pro­me­sa de un falaz bien-estar. Los ideó­lo­gos que jus­ti­fi­can la vio­len­cia contra lo viviente por medio de los concep­tos cómo­dos de « pro­gre­so » y de « huma­nis­mo »… Este polé­mi­co ensayo per­mite tomar la ampli­tud de una agre­sión gene­ra­li­za­da. Bajo la for­ma de respues­tas a las cri­ti­cas e invi­ta a tomar el rele­vo del desafío de la liber­tad y esta­ble­cer nue­vas rela­ciones entre el pla­ne­ta y los hombres. La defen­sa de la natu­ra­le­za, ¿No es el medio mas segu­ro de pen­sar y garan­ti­zar la liber­tad indi­vi­dual?. » — [Contra­por­ta­da]

Armand Far­ra­chi, naci­do en Paris en 1949, es un nove­lis­ta y ensayis­ta fran­cés. La des­truc­ción de la natu­ra­le­za le ha lle­va­do a escri­bir nove­las (L’a­dieu au tigre — El adiós al tigre), ensayos crí­ti­cos (Les Enne­mis de la Terre — Los ene­mi­gos de la Tier­ra, Les Poules pré­fèrent les cages — Los pol­los pre­fie­ren las jau­las, La Socié­té can­cé­ri­gène — La socie­dad can­cerí­ge­na, Petit lexique d’optimisme offi­ciel — Pequeño léxi­co de opti­mis­mo ofi­cial…)y artí­cu­los ( Le Monde, Le Monde diplo­ma­tique, Télé­ra­ma, Libé­ra­tion, L’Ecologiste…). Sus obras son carac­te­ri­za­das por la cri­ti­ca social y un pro­fun­do pesi­mis­mo. Se com­pro­me­tió con eco­lo­gis­tas de ter­re­no, prin­ci­pal­mente por la pro­tec­ción de la fau­na salvaje. […] 

El siguiente tex­to es un extrac­to de la intro­duc­ción del exce­lente libro « Les enne­mis de la Terre ; Réponses sur la vio­lence faite à la nature et à la liber­té » (Los Ene­mi­gos de la Tier­ra, Respues­tas sobre la vio­len­cia infli­gi­da a la natu­ra­le­za y a la liber­tad) de Armand Fer­ra­chi, tra­du­ci­do al español para « Le Par­tage ».


 

¡Abriendo paso al ganado !

 

¡Qué saqueo del jardín de la Bel­le­za ! – Rim­baud : Conte

 

Este libro denun­cia una empre­sa tota­li­ta­ria que apun­ta a la des­truc­ción de la vida en toda su varie­dad para redu­cir a los sobre­vi­vientes a la ser­vi­dumbre. Bajo esta for­ma conci­sa, la hipó­te­sis, debe­mos reco­no­cer­lo, pre­sen­ta todas las apa­rien­cias de un deli­rio para­noi­co, a tal pun­to que lo que poda­mos encon­trarle de lógi­co y cohe­rente corre el ries­go de ser inter­pre­ta­do como un sín­to­ma suple­men­ta­rio, más que como una prue­ba. Pero ¿Quién no ve, como Ador­no, que “el mun­do obje­ti­vo se acer­ca a la ima­gen que le da el deli­rio de per­se­cu­ción” y que la actua­li­dad nos acos­tum­bra a una demen­cia coti­dia­na ? No hace mucho tiem­po, un enfer­mo que hubiese acu­sa­do la ins­ti­tu­ción médi­ca de haberle inyec­ta­do sangre conta­mi­na­da inten­cio­nal­mente para ago­tar sus exis­ten­cias habría teni­do todas las pro­ba­bi­li­dades de ser envia­do a un psi­quiá­tri­co en vez de a un abo­ga­do, de la mis­ma for­ma que el indi­vi­duo que  hubiese pro­pues­to de ali­men­tar a las vacas con osa­men­tas de bor­re­go se arries­ga­ba a que se le atri­buye­ra una cel­da de reclu­sión en vez de un pues­to de res­pon­sa­bi­li­dad en el sec­tor agroalimentario.

La razón econó­mi­ca cam­bió todo eso, a tal pun­to de vol­ver ordi­na­ria a la locu­ra. El libe­ra­lis­mo desen­fre­na­do, a menu­do seña­la­do como el prin­ci­pal culpable, no es por lo tan­to el úni­co encau­sa­do. La eco­nomía pla­ni­fi­ca­da dicha socia­lis­ta obtu­vo los mis­mos resul­ta­dos que su rival capi­ta­lis­ta, con los mis­mos medios. El pro­duc­ti­vis­mo enaje­na­do que les sirve de deno­mi­na­dor común parece carac­te­ri­zar tan bien las ambi­ciones de un géne­ro huma­no anexio­nis­ta y conquis­ta­dor, “amo y posee­dor de la natu­ra­le­za”. Aun sin ban­de­ra econó­mi­ca,  tan pron­to que los hombres pue­den librarse sin conten­ción a sus incli­na­ciones, pare­cen lle­va­dos espontá­nea­mente a des­truir todo los que les rodea, incluyen­do a sus seme­jantes, tan bien que los geno­ci­dios par­ti­cu­lares y las masacres ordi­na­rias, pre­sen­ta­dos con pin­to­res­quis­mo como “guer­ras tri­bales” o “conflic­tos étni­cos”, se vuel­ven la expre­sión arte­sa­nal y local de un fenó­me­no indus­trial y pla­ne­ta­rio. Lle­ga­mos a pre­gun­tar­nos si el obje­ti­vo no es pre­ci­sa­mente el de anexar aquel­los lugares donde la vida pros­pe­ra para conver­tir­los en esté­riles, inhos­pi­ta­la­rios y expul­sar a sus habi­tantes [ntd : espe­cies huma­nas y no huma­nas]. Des­pués de los refu­gia­dos polí­ti­cos y los refu­gia­dos econó­mi­cos y en la espe­ra de los refu­gia­dos cultu­rales que nos pre­pa­ra el alto nivel inte­lec­tual y espi­ri­tual de las demo­cra­cias comer­ciales, ¿no esta­mos vien­do ya a los refu­gia­dos ecoló­gi­cos, expul­sa­dos de sus hogares a cau­sa de orde­na­mien­tos ter­ri­to­riales devas­ta­dores, que van en la bús­que­da de un lugar donde se pue­da beber y res­pi­rar sin arries­gar su salud o sus vidas ?

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Desde que son mejor com­pren­di­dos los lazos que vuel­ven soli­da­rios a los vege­tales, los ani­males y los hombres, ata­carse a un solo eslabón de la cade­na para des­truir­la com­ple­ta­mente se vol­vió un jue­go de niños, pero de los menos inocentes. Cuan­do habrá sido des­trui­do el medio(*) que jun­tos consti­tuían, vere­mos que las fron­te­ras no eran imper­meables al aumen­to del óxi­do de car­bo­no, a la reduc­ción de las pre­ci­pi­ta­ciones, al reca­len­ta­mien­to de los sue­los y a las modi­fi­ca­ciones climá­ti­cas y que todos somos víc­ti­mas de la bala que apun­ta­ba a la pan­te­ra. Pero el mal ten­drá lugar, irre­me­dia­ble­mente. Entonces será nece­sa­rio dar de su tiem­po y su liber­tad para pro­cu­rarse de que sobre­vi­vir, al pre­cio y las condi­ciones esta­ble­ci­das por los des­truc­tores. La tala de los bosques, la masacre de los ani­males o la conta­mi­na­ción de los aires y de las aguas ¿Podrían pasar por mucho tiem­po como exce­sos, negli­gen­cias o errores, antes de ins­cri­birse en la vas­ta empre­sa del control inte­gral de lo vivo que les da todo su sen­ti­do ? Del “orde­na­mien­to ter­ri­to­rial” al “genio gené­ti­co”, las más recientes evo­lu­ciones van en la mis­ma direc­ción ; redu­cir lo diver­so a lo úni­co para contro­lar­lo mejor.

A pesar de su agu­do sen­ti­do de las jerar­quías, los civi­li­za­dores, desde que se ata­can a lo viviente, ya no pare­cen pro­ce­der por lotes indis­tin­tos o indis­cri­mi­na­dos. En algu­nos años, los pio­ne­ros del Nue­vo Mun­do aba­tie­ron, desor­de­na­da­mente, 150 mil­lones de hectá­reas de bosques, dece­nas de mil­lones de búfa­los, dos o tres mil­lones de Indí­ge­nas y redu­je­ron el res­to a la cau­ti­vi­dad. Para com­pen­sar esto, lle­va­ron consi­go dos mil­lones de escla­vos e innom­brables ani­males domes­ti­ca­dos. Solo se que­da aquel­lo que lle­va el anillo en la nariz, las cade­nas en los pies, el yugo sobre el espi­na­zo. ¡Lugar para el gana­do ! Empre­sa ejem­plar, nun­ca igua­la­da pero siempre imi­ta­da, que conti­nua, con algu­nas variantes en el Tíbet, en Indo­ne­sia, en Bra­sil y final­mente de for­ma ram­pante, en el pla­ne­ta ente­ro, el geno­ci­dio per­ma­ne­cien­do como el signo más fla­grante de una ope­ra­ción de lim­pie­za por el vacío a esca­la pla­ne­ta­ria, igual­mente lla­ma­do, sin ate­nuar, una “puri­fi­ca­ción”, ya que evi­den­te­mente la elec­ción del amo deter­mi­na el úni­co cri­te­rio de “pure­za” en un mun­do infi­ni­ta­mente “impu­ro” alre­de­dor suyo. El des­ti­no de los árboles o de los búfa­los anti­ci­pa­ba el de los Indí­ge­nas, que anun­cia el nues­tro. Pri­me­ra­mente des­pre­ciar, des­pués excluir y final­mente eli­mi­nar. Some­ter siempre. A fal­ta de algo mejor, la crea­ción de una reser­va(*). El mun­do libre no concibe más grande gene­ro­si­dad que la reser­va, el ghet­to, la pri­sión o el cam­pa­men­to para unos, el zooló­gi­co para otros. Gra­cias a estas zonas de tole­ran­cia, el orden rei­na sobre una tier­ra paci­fi­ca­da. Se res­pi­ra. Sepa­rar las vic­ti­mas de su medio, des­truir­lo si hace fal­ta, para haci­nar­los y vigi­lar­los mejor, tal es la regla de oro de una civi­li­za­ción que no se esta­ble­ció en nin­gu­na parte sin antes haber ani­qui­la­do al menos el 80% de lo que era libre, abun­dante y gra­tui­to, y conta­mi­na­do lo que era lim­pio. La des­truc­ción de la natu­ra­le­za apa­rece como la for­ma englo­bante y super­la­ti­va de la des­truc­ción de la socie­dad, del indi­vi­duo, de lo viviente. El pre­fi­jo pri­va­ti­vo tiene por doquier su lugar : defo­res­ta­ción*, desa­ni­ma­li­za­ción, deso­cia­li­za­ción, deshu­ma­ni­za­ción, desen­si­bi­li­za­ción, des­vi­ta­li­za­ción. Más fuerte que el geno­ci­dio, que apun­ta a eli­mi­nar a una etnia de la super­fi­cie del glo­bo : el eco­ci­dio, que apun­ta a des­truir todo lo que existe, has­ta el glo­bo mis­mo. Des­pués de la “solu­ción final”, la “solu­ción total”. En la car­re­ra a la nada, hay sin duda medios para ir más rápi­do, pero no para ir más lejos. Nin­gu­no se sal­vará. El ven­ce­dor, per­di­do por una soli­da­ri­dad for­za­da que lo repu­gna pero que lo conde­na, pasará por ahí como los demás.

El hombre, que siempre se ha pen­sa­do en esen­cia divi­no, no sabe cómo insul­tar de una mejor mane­ra a sus seme­jantes, más que com­parán­do­los con bes­tias, cria­tu­ras mise­rables y estú­pi­das que no han sabi­do libe­rarse, como él, de reglas simples, tan simples que insul­tan a su genio. Pero es en vano el negar sus orí­genes sal­vajes con gran can­ti­dad de teo­logía, trans­for­mar su entor­no natu­ral en cáma­ra esté­ril, refu­tar su esta­tus bioló­gi­co por medio de defor­ma­ciones quirúr­gi­cas y gené­ti­cas — no esca­pará mejor de su esta­do que a su suerte. El hombre per­te­nece al rei­no ani­mal, a la cate­goría de los mamí­fe­ros y al orden de los pri­mates. Siente así como los monos, las aves y las mos­cas la nece­si­dad de ali­men­tarse, res­pi­rar y dor­mir. Un mis­mo mie­do lo impul­sa, un mis­mo deseo lo ani­ma. A pesar de las construc­ciones de la mente, los pro­gre­sos téc­ni­cos y las imá­genes vir­tuales, no hay medio de salir de eso.

Al igual que las fechas deci­si­vas de la his­to­ria huma­na, aquel­las que modi­fi­can de for­ma dura­de­ra nues­tra concep­ción del mun­do, no úni­ca­mente afec­tan nues­tras ideas o nues­tra condi­ción, sino antes de todo afec­tan nues­tra rela­ción con la natu­ra­le­za. Un cam­bio radi­cal espi­ri­tual o polí­ti­co, como el acon­te­ci­mien­to del cris­tia­nis­mo o la Revo­lu­ción fran­ce­sa, un des­cu­bri­mien­to geo­grá­fi­co o cientí­fi­co como los de Colon, de Copér­ni­co o de Dar­win, por impor­tantes que sean, no afec­tan más que nues­tra sen­si­bi­li­dad, nues­tros jui­cios o nues­tro cono­ci­mien­to y cier­ta­mente ofre­cen a nues­tra medi­ta­ción una socie­dad más jus­ta, un mun­do más diver­so, un cie­lo más vas­to o una his­to­ria más lar­ga, pero en un pla­ne­ta intac­to donde se ha com­pren­di­do de una vez por todas que la hier­ba crece, que el agua fluye y que el sol brilla, desde siempre y por siempre. Las tres arti­cu­la­ciones capi­tales de nues­tra his­to­ria son las que trans­for­man pro­fun­da­mente la natu­ra­le­za de los lazos que nos atan a nues­tro ter­ri­to­rio : hace 8,000 años, el pasaje a la agri­cul­tu­ra y a la gana­dería por medio de los cuales el hombre y nadie más que él, esca­pa a las leyes de su entor­no ; trans­cur­rie­ron dos siglos, la indus­tria­li­za­ción que le da los medios para ejer­cer en él un control sin medi­da ni repar­to ; y desde hace 50 años, las armas ató­mi­cas y la ampli­tud de las agre­siones a los equi­li­brios natu­rales, que le per­mi­ten de des­truir­los y que nos enseñan que el mun­do puede ter­mi­narse si noso­tros lo deci­di­mos así, o tan solo si no hace­mos nada para impe­dir­lo. Apro­pia­ción, domi­na­ción, des­truc­ción : un solo pro­ce­so de rup­tu­ra en tres eta­pas. Vemos muy vaga­mente cual podría ser la cuar­ta eta­pa que viene a conti­nua­ción, o solo una hipó­te­sis de cien­cia fic­ción o un silen­cio defi­ni­ti­vo. A menos que ocur­ra un cam­bio radi­cal que todo mun­do espe­ra, pero que nada deja prever.

“La pala­bra Civi­li­za­ción desi­gna el esta­do de una raza sali­da de las condi­ciones pura­mente natu­rales y donde el sis­te­ma de exis­ten­cia lla­ma­do socie­dad, se basa en la crea­ción de lo arti­fi­cial” ~ Josep Maria Roselló

Extra­ño esta­tus el de los ani­males des­na­tu­ra­li­za­dos, auto­pro­cla­ma­dos sapiens sapiens : dema­sia­do inte­li­gentes para ate­nerse a la natu­ra­le­za, dema­sia­do pocos para ate­nerse a la razón. Ape­nas hemos comen­za­do a com­pren­der como vivían los “pri­me­ros hombres” cuan­do ya es nece­sa­rio preo­cu­par­nos por saber cómo sobre­vi­virán los últimos.

Porque aho­ra sabe­mos que una reu­nión de jefes de esta­do dementes (¿Es tan difí­cil de ima­gi­nar?) tiene el poder de ani­qui­lar todo o parte del mun­do. El des­ti­no del cli­ma, del rino­ce­ronte o del Antár­ti­co no depende más que del resul­ta­do de una confe­ren­cia en la cumbre. En el peor de los casos, para ele­gir sobre la desin­te­gra­ción de la luna o el sol, tan solo hace fal­ta encon­trar en ello un inter­és econó­mi­co y cré­di­tos apropiados.

Has­ta entonces nin­gu­na concien­cia fue confron­ta­da a tal poder. En bue­na lógi­ca, esta nue­va concien­cia de la fra­gi­li­dad de la Tier­ra debie­ra lla­mar a una nue­va concien­cia de nues­tras rela­ciones con ella, de nues­tros deberes para con ella. Lo más asom­bro­so es que haya que luchar para hacer que se escuche esta evi­den­cia, y que pocos sean los efec­tos. La huma­ni­dad [ntd : socie­dades indus­triales] afer­ra­da a enve­ne­nar el agua que bebe y el aire que res­pi­ra se ase­me­ja a un conjun­to de comen­sales que escu­pen en la sope­ra común donde des­pués de un momen­to irán a ser­virse. Los amos de nues­tro pla­ne­ta continúan a impo­nerle sus volun­tades como si ofre­cie­ra recur­sos inago­tables a su poder evi­den­te­mente bené­vo­lo, gra­cias al cual man­ten­drán la frente en alto y el ver­bo arrogante.

Es ver­dad que pre­sen­tan un balance del que pocos conquis­ta­dores han podi­do enor­gul­le­cerse. Los Hunos, bajo cuyos cas­cos la hier­ba vol­vió a cre­cer, los per­sas, arra­san­do las ciu­dades, aba­tien­do oli­vos y arran­can­do los viñe­dos de sus ene­mi­gos ven­ci­dos, pare­cen pequeños pillue­los com­pa­ra­dos con los ven­ce­dores del auge econó­mi­co y del bie­nes­tar uni­ver­sal. En menos de dos gene­ra­ciones, la mayor parte de los ríos y mares fue­ron conta­mi­na­dos, el aire de las ciu­dades se vol­vió irres­pi­rable, la capa de ozo­no(*) esta per­fo­ra­da en ambos polos y dis­mi­nui­da por doquier ; cada año, aunque 100 mil­lones de seres huma­nos se suman a los pre­ce­dentes, 200,000 km² de bosques son tala­dos, igual can­ti­dad de tier­ras culti­vables se ago­tan y espe­cies ani­males desa­pa­re­cen cada hora, las que esca­pa­ron de la domes­ti­ca­ción se encuen­tran ame­na­za­das  o en vías de extin­ción ; los man­tos freá­ti­cos bajan, los océa­nos suben, el desier­to avan­za, la radio­ac­ti­vi­dad aumen­ta, los espa­cios natu­rales dis­mi­nuyen, las mareas son negras, los lodos son rojos, las llu­vias son aci­das, las vacas son locas, los dese­chos nos asfixian, los sue­los nos conta­mi­nan y 75% de los fal­le­ci­mien­tos son atri­bui­dos a la degra­da­ción de aquel­lo que el hombre modes­ta­mente lla­ma su “medio-ambiente(*)” (Enfer­me­dades o acci­dentes debi­dos al medio ambiente y al esti­lo de vida – agua y aire conta­mi­na­dos, higiene, cir­cu­la­ción… — OMS). Sin embar­go, esta lis­ta dema­sia­do lar­ga, no es más que una visión gene­ral de una polí­ti­ca de “valo­ri­za­ción” del ter­ri­to­rio que cumple a la vis­ta de todos, sus obje­ti­vos sui­ci­das. Jugan­do el jue­go de “quien pierde gana”, para com­pen­sar sin duda la abun­dan­cia y la casi gra­tui­dad de cal­cu­la­do­ras elec­tró­ni­cas y telé­fo­nos móviles, el silen­cio y el espa­cio se han conver­ti­do en un lujo. El viaje espa­cial se vuelve ruti­na­rio, pero, para la mayoría de los huma­nos expo­nerse a los rayos solares es hoy una locu­ra, res­pi­rar es un ries­go y ali­men­tarse una hazaña. El pla­ne­ta fue pues­to en sub­as­ta. Aquí está ya la tem­po­ra­da de las reba­jas, de la liqui­da­ción total : Todo debe desa­pa­re­cer. Todo lo que vive desde entonces se encuen­tra ame­na­za­do, inclu­sive el ganado.

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A medi­da que los equi­li­brios esen­ciales a la super­vi­ven­cia de todos son que­bran­ta­dos, el dis­cur­so domi­nante conti­nua ilu­sio­nan­do y arrul­lan­do a las pobla­ciones ansio­sas o per­ple­jas con el mito de un pro­gre­so inin­ter­rum­pi­do, de un cre­ci­mien­to ili­mi­ta­do, de un desar­rol­lo eter­no, ulti­mo ava­tar de la pana­cea uni­ver­sal, de la cua­dra­tu­ra del cír­cu­lo o de la pie­dra filo­so­fal. A lo que debe­mos agre­gar la fan­tas­ma­goría de la crea­ción de empleos, que renue­va con feli­ci­dad el encan­ta­mien­to adi­vi­na­to­rio. Esas sal­mo­dias, se debe reco­no­cer, ter­mi­nan por har­tar. Los des­gra­cia­dos que ten­drán la curio­si­dad de cal­cu­lar las diver­sas pro­gre­siones de los próxi­mos 50 años bajo el mode­lo de los últi­mos 50, a fin de cuen­tas ten­drán que espe­rarse de encon­trar, por todo paraí­so, no más que un mun­do esté­ril y devas­ta­do, pro­ba­ble­mente desier­to. Tan­tos cál­cu­los no son además nece­sa­rios cuan­do cada día todo nos confir­ma que la riva­li­dad de los egoís­mos en la bús­que­da de ganan­cias solo conduce al menos­pre­cio del hombre y de lo viviente, a una deno­mi­na­ción absur­da de la natu­ra­le­za, al tra­ba­jo que alie­na o que excluye, a la eco­nomía que ago­ta, a la cultu­ra que embru­tece. No impor­ta : el pro­gre­so no se para y la cien­cia está en marcha.

Mien­tras más se encien­den las señales de alar­ma, más ace­le­ra el pilo­to, supo­nien­do que todavía esté alguien al man­do. ¿Cómo no preo­cu­parse ? ¿Los espí­ri­tus posi­ti­vos, que gus­tan de denun­ciar a los que resis­ten como si estos fue­ran los pro­fe­tas de la catás­trofe ; dis­po­nen de un futu­ro tan radiante para hacerles opo­si­ción ? Además de los cál­cu­los del inter­és indi­vi­dual a cor­to pla­zo y el silen­cio de los que se refu­gian bajo la indi­fe­ren­cia, la pro­vi­den­cia o la fata­li­dad, solo escu­cha­mos 3 tipos de argumentos. 

El pri­me­ro se fun­da en la confian­za : el capi­ta­lis­mo enten­derá que es nece­sa­rio respe­tar la natu­ra­le­za. Ha dado mues­tra que poseía los medios para inte­grar y resol­ver sus contra­dic­ciones y tarde o tem­pra­no ter­mi­nará por miti­gar su for­ma sal­vaje para com­pro­me­terse en el cami­no hacia el “desar­rol­lo sus­ten­table” (*). Los daños de la indus­tria solo son el resul­ta­do de téc­ni­cas aún imper­fec­tas, cuyo mejo­ra­mien­to pron­to ase­gu­rará una pro­duc­ción lim­pia y una explo­ta­ción racio­nal de los recursos.

Este argu­men­to sería el más admi­sible si el tiem­po no fue­ra en su contra. Tan aguer­ri­da es la com­pe­ten­cia entre los gru­pos indus­triales afer­ra­dos a sus bene­fi­cios y tan pode­ro­sa la pre­sión de los lob­bies defen­sores de sus ganan­cias y nada más que sus ganan­cias, que reu­nir­los en tor­no a una mesa para un proyec­to en común más o menos res­tric­ti­vo se ase­me­ja a la utopía. Aun cuan­do la gra­ve­dad de la situa­ción consigue impo­ner confe­ren­cias inter­na­cio­nales (*) – ¡des­pués de cuan­to esfuer­zo y confu­sión ! – los resul­ta­dos obte­ni­dos son pocos. Las cumbres, que desde la confe­ren­cia de Mon­treal en 1987 inten­tan limi­tar las emi­siones de CFC (*) o gas de efec­to inver­na­de­ro no cesan de estu­diar sus ambi­ciones a la baja. En la cumbre de Rio, en 1992, los Esta­do Uni­dos, que conta­mi­nan casi tan­to como los demás países jun­tos, no se com­pro­me­tie­ron más que en la esta­bi­li­za­ción de las suyas. En rea­li­dad las aumen­ta­ron en un 13% y los demás países no lo hicie­ron mejor. La confe­ren­cia de Kio­to en 1997, tuvo que conten­tarse de una reduc­ción de 6% en el 2010, obje­ti­vo que sin duda no será alcan­za­do y aun si lo hubiese sido, consti­tuiría una mejo­ra tan modes­ta que puede consi­de­rarse como insignificante.

conferencia

Tal ejem­plo concierne sola­mente a un pro­ble­ma. La confe­ren­cia inter­na­cio­nal que había pro­hi­bi­do el comer­cio de mar­fil para sal­var a los ele­fantes de la extin­ción, lo ha de nue­vo auto­ri­za­do en 1997, cuan­do todavía las pobla­ciones de ele­fantes no se habían recons­ti­tui­do. A pesar de las limi­ta­ciones de flo­tas pes­que­ras que pre­tendían pre­ser­var los recur­sos mari­nos, la baja en los pre­cios del pes­ca­do y la “moder­ni­za­ción” de las téc­ni­cas condu­je­ron a los bar­cos pes­que­ros a com­pen­sar sus malas ren­tas por cam­pañas más lar­gas e inten­sas que continúan agra­van­do el fenó­me­no “com­ba­ti­do”. Que un árbol o ani­mal ame­na­za­do sea pro­te­gi­do, he ahí algo raro, y por lo mis­mo más pre­cio­so, más expues­to a la caza fur­ti­va o al trá­fi­co. Y el petró­leo así como los mine­rales, ¿real­mente son inago­tables ? Y los pes­ca­dos, ¿Nacerán por gene­ra­ción espontá­nea cuan­do las redes de deri­va* habrán cap­tu­ra­do has­ta el últi­mo alevín ? Y las hectá­reas de bosque que desa­pa­re­cen minu­to a minu­to ¿Habrán vuel­to a cre­cer maña­na sobre una tier­ra vitri­fi­ca­da ? Cien­to cin­cuen­ta años le toma a un árbol cre­cer, cin­co minu­tos para talar­lo. Cua­tro mil mil­lones de años para crear la vida, dos siglos para des­truir­la. Con tal dife­ren­cia entre los rit­mos huma­nos y los ciclos natu­rales, el libe­ra­lis­mo ten­drá difi­cul­tad en conven­cer­nos de su bue­na volun­tad. Has­ta aho­ra, sobre­to­do, y no pudien­do usar la igno­ran­cia como excu­sa,  ha mostra­do una obs­ti­na­ción que contri­buye más bien a la cegue­ra o al fanatismo.

« Creo que pro­vo­car la desa­pa­ri­ción de 200 espe­cies por día es extre­mis­mo...Creo que vivir en una eco­nomía que se basa en el cre­ci­mien­to infi­ni­to cuan­do el pla­ne­ta en el que vivi­mos es fini­to, es extre­mis­mo. Creo que des­truir el 98% de los bosques ances­trales, el 99% de las zonas húme­das nati­vas, 99% de las pra­de­ras, es extre­mis­mo. Creo que conti­nuar a des­truir­los es extremismo…Creo que ase­si­nar el pla­ne­ta ente­ro es extremismo…Creo que creer que el mun­do ha sido conce­bi­do para usted es extre­mis­mo. Creo que hacer algo como si usted fue­ra la úni­ca espe­cie del pla­ne­ta es extremismo…Creo que hay efec­ti­va­mente extre­mis­tas medioam­bien­tales en éste pla­ne­ta, y creo que se lla­man capi­ta­lis­tas. Creo que se les lla­ma “miem­bros de la cultu­ra domi­nante”. » ~Un lla­ma­do a los Faná­ti­cos (Der­rick Jensen)

El segun­do argu­men­to de los opti­mis­tas concierne la cien­cia fic­ción. La Tier­ra es nues­tro plas­ma. Sola­mente naci­mos en ella para esca­par­nos des­pués y nues­tra ver­da­de­ra resi­den­cia es el uni­ver­so cuyos límites son infi­ni­tos y del que ape­nas hemos empe­za­do a explo­rar sus inme­dia­ciones. El glo­bo a su vez no sería más que un obje­to “dese­chable”, como una nava­ja de afei­tar o un encen­de­dor. Adiós Tierra.

No nos entre­ten­ga­mos más tiem­po en este pla­ne­ta. Los más hos­pi­ta­la­rios de los pla­ne­tas con los que se ha hecho contac­to anun­cian intré­pi­da­mente 480°C en sus sue­los, tem­pe­ra­tu­ra de fusión del plo­mo, y están expues­tos a pre­siones atmos­fé­ri­cas aplas­tantes o a llu­vias cor­ro­si­vas. Cier­ta­mente pode­mos espe­rar que la ver­da­de­ra condi­ción del hombre es de vivir bajo una urna, res­pi­rar a tra­vés de fil­tros y más­ca­ras, lle­narse de amo­nia­co hir­viente, pero sería razo­nable de no contar tan­to con ello.  Y años luz nos sepa­ran de los sis­te­mas pla­ne­ta­rios más cer­ca­nos. Sería ir en la bús­que­da de leja­nos e impro­bables paraí­sos sin­té­ti­cos cuan­do sería tan simple pre­ser­var este que tene­mos bajo nues­tros pies.

no estamos solos

El ter­cer argu­men­to mode­ra­dor, aunque todavía muy rara­mente expues­to para poder dis­cu­tir­lo al condi­cio­nal, no haría más que radi­ca­li­zar la situa­ción actual. Los res­tos de natu­ra­le­za sal­vaje que logra­ron sub­sis­tir en noso­tros has­ta hoy, no serían más que ves­ti­gios de la pre­his­to­ria que han esca­pa­do al pro­gre­so. Para arre­glar los dese­qui­li­brios de los entor­nos natu­rales, bas­taría des­truir tales ves­ti­gios, más o menos como se absorbe el desem­pleo, eli­mi­nan­do a los desem­plea­dos. En un pla­ne­ta ente­ro hecho para el hombre, el úni­co eco­sis­te­ma(*) útil se limi­taría por lo tan­to a un inmen­so cam­po de cereales espar­ci­do de zonas urba­nas y de parques gana­de­ros. Por más deli­rante que parez­ca, esta pers­pec­ti­va fue contem­pla­da y empren­di­da : Ruma­nia, donde el poder la juz­ga­ba “radiante y gran­dio­sa”, en Chi­na, donde Mao-tsé-Toung había orde­na­do la des­truc­ción total de las aves, y encon­tra­mos esto muy a menu­do a esca­la local en el ter­re­no, o al esta­do embrio­na­rio en las ideas, para no desa­ten­der el asunto.

No conten­ta con mul­ti­pli­car las espe­cies de todo tipo con una varie­dad y una inven­ción tan difí­ciles de conce­bir, que todavía sus­ci­tan dia­ria­mente la estu­pe­fac­ción y la admi­ra­ción, la natu­ra­le­za además ha eri­gi­do entre ellas bar­re­ras gené­ti­cas que man­tie­nen los equi­li­brios, limi­tan las vul­ne­ra­bi­li­dades, repa­ran los estra­gos y garan­ti­zan la soli­da­ri­dad de cada una con todas, en una rela­ción a veces cruel pero siempre armo­nio­sa y en una per­fec­ción inigua­lable. El mosai­co de cemen­to depo­si­ta­do sobre un ter­re­no sin límites, sin ama­po­las, sin “espe­cies per­ju­di­ciales”* y sin aves, es a lo que se redu­ciría una Tier­ra com­ple­ta­mente huma­ni­za­da, el triste pai­saje de la sole­dad de una sola espe­cie, no es más que un cemen­te­rio en prorroga.

Sin esa red infi­ni­ta de inter­cam­bios e inter­ac­ciones donde pro­li­fe­ra y se per­pe­tua la vida y que lla­ma­mos bio­di­ver­si­dad(*), ¿Cómo podría haber un ter­re­no favo­rable o siquie­ra posible para el hombre ? Toda la quí­mi­ca de los labo­ra­to­rios no lograría esti­mu­lar por mucho tiem­po a las fuer­zas de ese ter­ri­to­rio aso­la­do que nos anti­ci­pan las grandes pla­ni­cies cerea­lis­tas. En la esca­la geoló­gi­ca, la pla­ni­cie es la guía del desier­to. Una chis­pa, un hon­go, un puña­do de lar­vas sobre­vi­vientes pue­den devas­tar­la, un capri­cho del cli­ma puede pudrir­la o que­mar­la. A la menor vici­si­tud, los pro­fe­tas de la abun­dan­cia no ten­drían más que ofre­cer que no sean el hambre y la arena.

unico 2

Pero, se dirá, que el mun­do cam­bia, “evo­lu­cio­na”. No cono­ci­mos los dino­sau­rios por lo tan­to bien podría­mos vivir sin bal­le­nas. Y además, ¿para qué sirve un oso ? Sin duda. Tam­bién podría­mos vivir sin Mozart. Y ¿para qué sirve La Gio­con­da ? ¿Cómo ima­gi­narse a una huma­ni­dad que no conoz­ca las flores ? ¿Es que aca­so se tra­ta de sub­sis­tir, bien que mal por medio de un míni­mo vital o se tra­ta de rea­li­zarse en ple­ni­tud en la bio­di­ver­si­dad ? Lo múl­tiple es la condi­ción de la vida y hoy sabe­mos que en la com­ple­ja red de las inter­de­pen­den­cias natu­rales, se pierde un solo ser y todo se tras­tor­na. El mun­do este­ri­li­za­do que sueñan los ace­le­ra­dores de la pro­duc­ti­vi­dad, de la esta­bu­la­ción com­ple­ta, de la ciu­dad dor­mi­to­rio o de la crian­za indus­trial, ese país de la leche y la miel que conde­na la vida, los vivos no lo quie­ren. No está hecho para ellos. Y sin embar­go está en mar­cha y avan­za a pasos agigantados.

Ineluc­table o no, en todo caso hay que apos­tar si no lo es, con o sin razón. Sin razón si los hechos continúan confir­man­do las señales, pero con razón aun si es ver­dad que la resis­ten­cia a lo inexo­rable que­da como el últi­mo recur­so de la concien­cia. Escribía Sénan­cour « … si es la nada lo que nos está reser­va­da, no haga­mos que sea esto jus­ti­cia … ». Y lo peor no siempre es segu­ro. En los casos de emer­gen­cia histó­ri­ca ya se han vis­to revo­lu­ciones que reo­rien­tan sis­te­mas al cabo de algu­nos meses y que parecían defi­ni­ti­va­mente fijos, y por esta razón, blo­quea­dos. Cier­ta­mente, hoy ningún mode­lo econó­mi­co y polí­ti­co pro­pone una alter­na­ti­va(*) glo­bal al saqueo pla­ne­ta­rio, pero la eco­logía(*) (pala­bra de la que todavía no sabe­mos si desi­gna una cien­cia, una filo­sofía, una polí­ti­ca, una sen­si­bi­li­dad, una acti­tud o has­ta una moda), la eco­logía, en el sen­ti­do amplio de ter­mi­no, ya es una cor­riente de pen­sa­mien­to que ha sobre­pa­sa­do las dis­cre­pan­cias tra­di­cio­nales, que per­sigue el adve­ni­mien­to de un nue­vo equi­li­brio uni­ver­sal, edi­fi­ca­do sobre otras rela­ciones con la natu­ra­le­za, con los hombres, el tra­ba­jo o el Ter­cer Mun­do(*), no con la mun­dia­li­za­ción de lo úni­co, sino sobre la inter­na­cio­na­li­za­ción de lo múl­tiple, de lo diver­so y lo varia­do, o sea, la vida. Es en todo caso el úni­co que se fun­da en una sen­si­bi­li­dad que no excluye a nada ni a nadie, ni siquie­ra a las pie­dras, lo úni­co que no tiene sangre en las manos. Se dirá que la inocen­cia no com­prue­ba la ver­dad y que exis­ten tam­bién imbé­ciles felices. Es ver­dad, pero en contraste, la eco­logía seña­la por lo menos el error o la men­ti­ra y per­mite denun­ciar­los, lo que es ya un comien­zo. El huma­nis­mo del siglo XVI y las Luces del siglo XVIII no comen­za­ron de otra for­ma la trans­for­ma­ción de nues­tra rela­ción con el mundo.

La suerte de todas la ideas nue­vas es la de coli­sio­nar con las cos­tumbres y los confor­mis­mos, es así como se les puede reco­no­cer. Ya que el sis­te­ma no se levan­ta jamás, más que cuan­do se defiende contra los que lo ata­can, la respues­ta a las crí­ti­cas o a los insul­tos casi tie­nen lugar de teoría, y a buen pre­cio. Como Dante fus­ti­ga­ba con ante­la­ción a sus conde­na­dos desi­gnán­do­los con los nombres gran­dio­sos de “concu­sio­na­rios, pre­va­ri­ca­dores o simo­nia­cos”, los guar­dianes del pen­sa­mien­to úni­co no pasa­ron por alto el exco­mu­nar a los herejes por apos­trofes con valor de ana­te­mas : catas­tro­fis­tas, mile­na­ris­tas, inte­gris­tas, uto­pis­tas, anti-huma­nis­tas, ido­la­tras, zoó­fi­los… Ese san­to ofi­cio está consti­tui­do en pri­mer lugar por aquel­los que encuen­tran en él un bene­fi­cio o su pla­cer por la des­truc­ción : pro­mo­tores, los cemen­te­ros (construc­tores de hor­migón), orde­na­dores del ter­ri­to­rio, caza­dores, petro­le­ros, “res­pon­sables” auto­de­si­gna­dos, que no se tar­da­ron nada en lla­mar a los habla­dores en su auxi­lio : polí­ti­cos, ideó­lo­gos, sabios, exper­tos, has­ta aquel­los ciu­da­da­nos conven­ci­dos de que el sal­va­ción de la huma­ni­dad pasa por la salud de esas paradó­ji­cas socie­dades de la cari­dad cuyas acciones y valores encuen­tran sobre­to­do su lugar en los mer­ca­dos bursátiles.

El van­da­lis­mo y la codi­cia sus­ci­tan­do a pocos teó­ri­cos y nadie osán­dose a tomar como blan­co la nece­si­dad uná­ni­me­mente admi­ti­da de pre­ser­var la natu­ra­le­za, no que­da más que invo­car el bie­nes­tar gene­ral y el inter­és públi­co, cuyo cui­da­do cum­plen lo mejor posible los ene­mi­gos de la Tier­ra. Mien­tras más las condi­ciones de pro­duc­ción serán el resul­ta­do de ten­siones y coac­ciones, más el sis­te­ma será cues­tio­na­do y más ener­gé­ti­cos serán los ataques. Es por eso que a pesar de todo, debe­mos rego­ci­jar­nos por tener que responder. […] 

Sin la edu­ca­ción que habrá reve­la­do a cada uno la gra­ve­dad de la cues­tión, la regla­men­ta­ción más ilu­mi­na­da no será jamás apli­ca­da sobre las heri­das del mun­do si no es con la sobe­ra­na efi­ca­cia de un bis­turí sobre una pata de palo. La vio­len­cia infli­gi­da a la natu­ra­le­za no es ni una prer­ro­ga­ti­va de monar­cas, ni un asun­to de rurales que riñen en tor­no a una char­ca o una val­la. Esta concierne el ave­nir del pla­ne­ta y a cada uno de noso­tros, desde su concep­ción del mun­do, su liber­tad y su éti­ca, has­ta los detalles de su vida mate­rial. No hay debate más grave ni más urgente que este, y los pro­ble­mas más impor­tantes, polí­ti­cos, sociales, econó­mi­cos o filosó­fi­cos de los que menos fal­ta­mos, pare­cerán todos secun­da­rios cuan­do la cues­tión se plan­teará concre­ta­mente para saber si se tra­ta todavía de vivir, de sobre­vi­vir o de desa­pa­re­cer. Ya ni siquie­ra esta­mos en ries­go o a la pre­dic­ción. El calen­ta­mien­to del pla­ne­ta comenzó, miles de espe­cies ya han desa­pa­re­ci­do para siempre, los rayos solares nun­ca vol­verán a ser para noso­tros lo que eran, el agua dulce ya fal­ta y naciones en conflic­to se dis­pu­tan actual­mente grandes y pequeños cau­dales de agua.

Las ver­da­de­ras respues­tas a los ene­mi­gos de la Tier­ra así como a los que la defien­den no pue­den, por otra parte, ate­nerse a las pala­bras que no serán segui­das por actos, y actos que no die­ran resul­ta­dos. Ya no es sufi­ciente apa­ci­guar o ter­gi­ver­sar, ase­gu­ra­do a unos, que sus preo­cu­pa­ciones han sido com­pren­di­das, y a otros, que se defen­derán sus inter­eses. Cada uno pro­tes­ta por su bue­na volun­tad, en los hechos, la situa­ción conti­nua degradán­dose y en todos los domi­nios. Las decla­ra­ciones públi­cas de inten­ción y los bue­nos conse­jos al pró­ji­mo no ten­drán cre­di­bi­li­dad más que cuan­do cada quien habrá bar­ri­do frente a su puer­ta. El mun­do, por des­gra­cia, no será for­zo­sa­mente sal­va­do, pero de no ser así, sus amos solo imi­tarán al mur­cié­la­go de La Fon­taine [Ndt : El mur­cié­la­go y las dos coma­dre­jas : « Soy pája­ro, ve mis alas / Viva la gente de los aires » (…) « ¿Qué hace a un pája­ro ? El plu­maje. / Soy ratón : ¡Vivan los ratones ! / Júpi­ter ani­quile a los gatos ! » / Así respon­dien­do hábil­mente / salvó dos veces su vida.], que se pro­cla­ma­ba pája­ro o ratón depen­dien­do el inter­lo­cu­tor que tenía frente a él : amo a la natu­ra­le­za, escú­chame hablar ; pero la des­truyo, mírame actuar.

Glo­sa­rio critico (*)

  • Entor­no : Conjun­to pre­sen­tan­do condi­ciones de vida par­ti­cu­lares : un estua­rio, tur­be­ra, ban­qui­sa… Puede coin­ci­dir con un bio­to­po (Región de carac­teres climá­ti­cos y geo­grá­fi­cos defi­ni­dos que es ocu­pa­da por una comu­ni­dad de espe­cies ani­males y vege­tales) o un ecosistema.
  • Reser­va : Zona pro­te­gi­da en razón de su inter­es ecoló­gi­co y donde las acti­vi­dades huma­nas son, en prin­ci­pio, regla­men­ta­das. En una « reser­va inte­gral » o « natu­ral » o aun « bioló­gi­ca », toda acti­vi­dad huma­na es pro­hi­bi­da, incluyen­do la colecta…Existen tam­bién reser­vas de ani­males, de caza, y … de Indígenas.
  • Ozo­no : En el sue­lo, el aire contiene una can­ti­dad de ozo­no (O3) infe­rior a 0.01 partes por mil­lón (ppm). Mas allá de los 0.3 ppm el ozo­no es noci­vo. A 29 km de alti­tud, el ozo­no se for­ma a par­tir del oxi­ge­no bajo la acción de la radia­ción solar en una capa que pro­tege a la Tier­ra de los rayos ultra­vio­le­ta. Los UV‑B estro­pean el colá­ge­no y pro­vo­can cán­ceres de la piel.
  • Medioam­biente : Del inglés « envi­ron­ment » que signi­fi­ca « medio », este ter­mi­no es cues­tio­na­do por nume­ro­sos eco­lo­gis­tas por su conno­ta­ción antro­po­cén­tri­ca. Fue uti­li­za­do en esta obra por conven­ción y como­di­dad. El « envi­ron­men­ta­lism » o « medioam­bien­ta­lis­mo », desi­gna por otro lado, la cor­riente « refor­mis­ta » del « eco­lo­gis­mo », en opo­si­ción a la « deep eco­lo­gy » (eco­logía pro­fun­da), la eco­logía « pro­fun­da » pro­ve­niente de Esta­dos Uni­dos, la mas radi­cal, la más atacada.
  • Desar­rol­lo sus­ten­table : Ter­mi­no crea­do en 1980 del inglés « sus­tai­nable deve­lop­ment » para desi­gnar una for­ma de desar­rol­lo econó­mi­co respe­tuo­so del medio ambiente, de la reno­va­ción de recur­sos y de su explo­ta­ción racio­nal, de for­ma que pre­serve inde­fi­ni­da­mente las mate­rias pri­mas y no ago­tar­las ni des­truir­las. Sin embar­go pode­mos pre­gun­tar­nos si la pala­bra « desar­rol­lo » no es una conce­sión del léxi­co hecha para la eco­nomía expan­sio­nis­ta, y que el adje­ti­vo « sus­ten­table » no sea contra­dic­to­rio. « Sus­tai­nable » signi­fi­ca « sostenible-sustentable ».
  • CFC : clo­ro­fluo­ro­car­bo­nos, sub­stan­cias volá­tiles pro­duc­to de la quí­mi­ca de sín­te­sis, que ata­can la capa de ozo­no estra­tos­fe­ri­ca. Sir­ven de agente infla­dor (espu­mas plás­ti­cas, flui­dos frigorífigenos…)y recien­te­mente todavía fue­ron  uti­li­za­dos como pro­pul­sores en los aerosoles.
  • Eco­sis­te­ma : Conjun­to de pobla­ciones de orga­nis­mos vivos pre­sentes en un entor­no y aso­cia­dos en su medio ambiente abió­ti­co (agua, luz, tem­pe­ra­tu­ra, etc.). Un simple char­co for­ma un ecosistema.
  • Bio­di­ver­si­dad : El nume­ro y la diver­si­dad de espe­cies vivas de la Tier­ra, ani­males o vege­tales. Redu­cir el nume­ro de plan­tas y de ani­males, sal­vajes o domés­ti­cos, es redu­cir la bio­di­ver­si­dad. En un siglo, desa­pa­re­cie­ron mas de 100 espe­cies de mamí­fe­ros y 150 espe­cies de aves. Esta cifra es mucho mas ele­va­da en los insec­tos y plan­tas. La diver­si­dad de las cultu­ras huma­nas tam­bién esta redu­cien­do. En la natu­ra­le­za, todo lo que lucha contra la diver­si­dad lucha contra la vida.
  • Alter­na­ti­va : Pun­to de vis­ta y pro­po­si­ción opues­ta a un pen­sa­mien­to domi­nante. Una eco­nomía alter­na­ti­va es otra eco­nomía, dife­rente de la eco­nomía en vigor.
  • Eco­logía :  La eco­logía, ter­mi­no crea­do en 1865 por el zoó­lo­go Rei­ter, estu­dia las rela­ciones entre los seres vivos y su medioam­biente. Por ana­logía, a menu­do la mis­ma pala­bra sirve para desi­gnar la cor­riente de pen­sa­mien­to tam­bién lla­ma­do « eco­lo­gis­mo », para dis­tin­guir­lo de la cien­cia. Los prin­ci­pales adje­ti­vos aso­cia­dos a la pala­bra « eco­logía » (« fun­da­men­ta­lis­ta », « refor­mis­ta », « pro­fun­da », « demo­crá­ti­ca » etc.) pro­vie­nen mas bien de la polé­mi­ca. La emer­gen­cia del eco­lo­gis­mo como movi­mien­to puede ser data­do en los años 70, épo­ca en la que se mul­ti­pli­can las aso­cia­ciones y las publi­ca­ciones, los minis­te­rios del medio-ambiente, la impor­tan­cia de las « consi­de­ra­ciones eco­lo­gis­tas », en la reglamentación.
  • Ter­cer mun­do : Los países no ali­nea­dos, o sea no per­te­ne­cientes a los países desar­rol­la­dos ni a los del anti­guo bloc de países socia­lis­tas, for­man o for­ma­ban el Ter­cer Mun­do, por ana­logía con el Ter­cer-Esta­do. En efec­to, se tra­ta de países pobres, tam­bién lla­ma­dos, « sub­de­sar­rol­la­dos », « en vías de desar­rol­lo » o « emer­gentes ». En el domi­nio del medioam­biente (como en el del domi­nio nuclear), los países del Ter­cer Mun­do sos­pe­chan de los países desar­rol­la­dos de que­rer pro­hi­bir a los pobres lo que ha per­mi­ti­do a los pode­ro­sos el poder deve­nir­lo, y sin mos­trar el ejem­plo. El argu­men­to pesa y mues­tra que para evi­tar un colo­nia­lis­mo ecoló­gi­co, la solu­ción glo­bal pasa por la coope­ra­ción ver­da­de­ra fun­da­da en rela­ciones nuevas.

Armand ferrachi


Tra­duc­ción-Edi­ción : San­tia­go Perales .

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