Para cambiar TODO — ¡Un llamamiento anarquista !

¡Para cambiar cualquier cosa, empieza en todas partes !

 

Si pudie­ras cam­biar algo, ¿qué cam­biarías ? ¿Irías de vaca­ciones durante el res­to de tu vida ? ¿Harías que los com­bus­tibles fósiles deja­ran de gene­rar el cam­bio climá­ti­co ? ¿Pedirías ban­cos y polí­ti­cos éti­cos ? Segu­ra­mente, nada podría ser más irreal que dejar todo tal y como está y espe­rar resul­ta­dos dife­rentes. Nues­tras luchas pri­va­das, econó­mi­cas y emo­cio­nales, refle­jan los desastres y conflic­tos a nivel glo­bal. Podría­mos pasar el res­to de nues­tros días inten­tan­do apa­gar estos incen­dios uno por uno, pero todos bro­tan de la mis­ma fuente. Ningún parche ser­virá ; tene­mos que repen­sar todo de acuer­do con una lógi­ca distinta.


 

2015-03-30_112255El fan­tas­ma de la liber­tad sigue aco­san­do a un mun­do construi­do en su nombre. Se nos ha pro­me­ti­do la com­ple­ta auto­de­ter­mi­na­ción : se supone que todas las ins­ti­tu­ciones de nues­tra socie­dad deberían otor­gar­la. Sin embar­go, si tuvie­ras com­ple­ta auto­de­ter­mi­na­ción, ¿qué estarías hacien­do aho­ra mis­mo ? Pien­sa en el vas­to poten­cial de tu vida : los vín­cu­los que podrías crear, las expe­rien­cias que podrías vivir, todas las for­mas con las que podrías lle­nar de sen­ti­do tu exis­ten­cia. Cuan­do naciste, parecía no haber límites para lo que podrías lle­gar a ser. Repre­sen­ta­bas pura posi­bi­li­dad. Por lo gene­ral, no nos dete­ne­mos a ima­gi­nar nada de esto. Es sólo en los momen­tos más bel­los, cuan­do nos enamo­ra­mos o alcan­za­mos un gran logro o visi­ta­mos tier­ras leja­nas, que sen­ti­mos bre­ve­mente el vér­ti­go de lo que podrían ser nues­tras vidas. ¿Qué es lo que limi­ta tu poten­cial ? ¿Cuán­ta agen­cia tienes sobre el ambiente que te rodea o sobre cómo pasas tu tiem­po ? Las buro­cra­cias que te evalúan en fun­ción de cómo sigues las ins­truc­ciones, la eco­nomía que te empo­de­ra de acuer­do a cuán­ta ganan­cia gene­ras, los reclu­ta­dores del ejér­ci­to que insis­ten en que la mejor mane­ra de “ser todo lo que puedes ser” es some­terte a su auto­ri­dad, ¿aca­so todos ellos te per­mi­ten apro­ve­char al máxi­mo tu vida según tus pro­pios cri­te­rios ? El secre­to a voces es que todas tene­mos com­ple­ta auto­de­ter­mi­na­ción : no porque nos sea conce­di­da, sino porque ni siquie­ra la dic­ta­du­ra más tota­li­ta­ria podría quitár­nos­la. No obs­tante, tan pron­to como comen­za­mos a actuar por noso­tras mis­mas, entra­mos en conflic­to con las mismí­si­mas ins­ti­tu­ciones que se supone exis­ten para ase­gu­rar nues­tra libertad.

2015-03-30_112726A los jefes y recau­da­dores de impues­tos les encan­ta hablar de res­pon­sa­bi­li­dad per­so­nal. Pero si asu­mié­ra­mos com­ple­ta res­pon­sa­bi­li­dad por todos nues­tros actos, ¿conti­nuaría­mos siguien­do sus ins­truc­ciones ? A lo lar­go de la his­to­ria, se ha hecho más daño por obe­dien­cia que por mali­cia. Los arse­nales de los ejér­ci­tos de todo el mun­do son la mani­fes­ta­ción físi­ca de nues­tra volun­tad de obe­de­cer ante otros. Si quieres estar segu­ra de no contri­buir nun­ca a la guer­ra, el geno­ci­dio o la opre­sión, el pri­mer paso es dejar de seguir órdenes. Esto tam­bién vale para tus valores. Incon­tables líderes y estruc­tu­ras deman­dan tu sumi­sión incon­di­cio­nal. Pero aun si qui­sie­ras ceder la res­pon­sa­bi­li­dad por tus deci­siones a algún dios o dog­ma, ¿cómo sabrías por cuál deci­dirte ? Te guste o no, tú eres quien tiene que ele­gir entre todos ellos. Por lo gene­ral, las per­so­nas sim­ple­mente toman esta deci­sión en base a lo que les resul­ta más cono­ci­do o cómo­do. Somos inevi­ta­ble­mente res­pon­sables por nues­tras creen­cias y deci­siones. Al respon­der a nues­tra auto­ri­dad pro­pia en vez de la de man­da­ta­rios o man­da­mien­tos, quizás entraría­mos en conflic­to entre noso­tras, pero al menos lo haría­mos bajo nues­tros pro­pios cri­te­rios y no acu­mu­lan­do tra­ge­dias inne­ce­sa­ria­mente al ser­vi­cio de los obje­ti­vos de otros.

2015-03-30_112905Las tra­ba­ja­do­ras que rea­li­zan el tra­ba­jo tie­nen poder ; los jefes que les dicen qué hacer tie­nen auto­ri­dad. Los inqui­li­nos que man­tie­nen el edi­fi­cio tie­nen poder ; el pro­pie­ta­rio cuyo nombre figu­ra en el títu­lo de pro­pie­dad tiene auto­ri­dad. Un río tiene poder, un per­mi­so para construir una repre­sa otor­ga auto­ri­dad. No hay nada de opre­si­vo en el poder per se. Muchas for­mas de poder pue­den ser libe­ra­do­ras : el poder de cui­dar a tus seres ama­dos, de defen­derte y resol­ver conflic­tos, de prac­ti­car la acu­pun­tu­ra, nave­gar en vele­ro y hama­carse en un tra­pe­cio. Hay mane­ras de desar­rol­lar tus capa­ci­dades que tam­bién aumen­tan la liber­tad de los demás. Toda per­so­na que actúa para rea­li­zar su ple­no poten­cial ofrece un don al res­to. La auto­ri­dad por enci­ma de otras, por otra parte, les usur­pa su poder. Lo que tomas de alguien, otros lo tomarán de ti. La auto­ri­dad siempre se obtiene desde arri­ba : El sol­da­do obe­dece al gene­ral, quien responde ante el pre­si­dente, quien obtiene su auto­ri­dad de la Consti­tu­ción ; El cura responde ante el obis­po, el obis­po al Papa, el Papa a las escri­tu­ras, que obtie­nen su auto­ri­dad de Dios ; El emplea­do responde ante el dueño, quien sirve al cliente, quien obtiene su auto­ri­dad del dine­ro ; El policía rea­li­za un alla­na­mien­to deri­va­do de una orden fir­ma­da por un juez, quien obtiene su auto­ri­dad de la ley … Ser hombre, ser blan­co, ser pro­pie­ta­rio : en la cima de todas estas pirá­mides, no encon­tra­mos ni siquie­ra déspo­tas, tan solo construc­ciones sociales, fan­tas­mas hip­no­ti­zan­do la huma­ni­dad. En esta socie­dad, poder y auto­ri­dad están tan entre­la­za­dos que ape­nas pode­mos dis­tin­guir­los : solo pode­mos obte­ner poder a cam­bio de obe­dien­cia. Aun así, sin liber­tad el poder no tiene valor.

2015-03-30_113004En contraste con la auto­ri­dad, la confian­za ubi­ca el poder en las manos de quien la confiere, no en las de quien la recibe. La per­so­na que ha gana­do la confian­za de otras, no nece­si­ta auto­ri­dad. Si alguien no merece confian­za, ¡segu­ra­mente no debe­mos conce­derle auto­ri­dad ! ¿Aca­so hay alguien en quien confie­mos menos que los polí­ti­cos y eje­cu­ti­vos ? Si los dese­qui­li­brios impues­tos de poder no exis­tie­ran, las per­so­nas se sen­tirían moti­va­das para resol­ver sus conflic­tos de mane­ra que todas que­da­ran satis­fe­chas : se sen­tirían incen­ti­va­das para ganarse la confian­za entre sí. La jerar­quía eli­mi­na este incen­ti­vo, habi­li­tan­do a los que gozan de auto­ri­dad a supri­mir los conflic­tos en lugar de resol­ver­los. Ideal­mente, la amis­tad es un lazo entre iguales que se apoyan y desafían la una a la otra respe­tan­do la auto­nomía de ambas. Ese es un buen cri­te­rio por el cual eva­luar todas nues­tras rela­ciones. Sin los límites que actual­mente nos son impuestos—ciudadanía e ile­ga­li­dad, pro­pie­dad y deu­da, las cade­nas de coman­do de las cor­po­ra­ciones y los ejércitos—podríamos recons­truir nues­tras rela­ciones en base a la libre aso­cia­ción y apoyo mutuo.

2015-03-30_113126“Tus dere­chos ter­mi­nan donde empie­zan los dere­chos del otro”. Según esa lógi­ca, cuan­to más per­so­nas, menos liber­tad. Pero la liber­tad no es una pequeña bur­bu­ja de dere­chos per­so­nales. No pode­mos dife­ren­ciar­nos de los demás tan fácil­mente. La risa y el bos­te­zo son conta­gio­sos, como tam­bién lo son el entu­sias­mo y la deses­pe­ran­za. Estoy com­pues­ta por los cli­chés que digo sin pen­sar, las can­ciones que se me pegan en la cabe­za, las emo­ciones que contrai­go de mis com­pañe­ros. Cuan­do mane­jo un auto, éste conta­mi­na el aire que res­pi­ras ; cuan­do usas dro­gas far­ma­céu­ti­cas, estas se fil­tran al agua de la que todos beben. El sis­te­ma que todos los demás acep­tan es aquel bajo el cual tú tienes que vivir, pero cuan­do otros lo desafían, tú tam­bién obtienes una opor­tu­ni­dad para rene­go­ciar tu rea­li­dad. Tu liber­tad empie­za donde empie­za la mía, y ter­mi­na donde ter­mi­na la mía. No somos indi­vi­duos sepa­ra­dos. Nues­tros cuer­pos están confor­ma­dos de miles de dife­rentes espe­cies vivien­do en sim­bio­sis : no son cas­tillos impe­ne­trables, son un conjun­to de pro­ce­sos conti­nuos por los cuales nutrientes y micro­bios pasan sin cesar. Vivi­mos en sim­bio­sis con miles de otras espe­cies : los bosques inha­lan lo que noso­tros exha­la­mos. Una mana­da de lobos en movi­mien­to o un atar­de­cer mur­mu­ran­do el can­to de las ranas son indi­vi­duos, tan uni­ta­rios como cual­quie­ra de nues­tros cuer­pos. No actua­mos en un vacío, pro­pul­sa­das por la razón ; en todo momen­to las mareas del cos­mos nos atra­vie­san. El len­guaje sirve para comu­ni­car­nos sola­mente porque lo tene­mos en común. Lo mis­mo vale para las ideas y los deseos : pode­mos comu­ni­car­los porque son más grandes que noso­tras. Cada una de noso­tras está com­pues­ta por un caos de fuer­zas contra­rias, y todas ellas se extien­den por el tiem­po y el espa­cio más allá de noso­tras. Al ele­gir cuáles de ellas culti­var, deter­mi­na­mos qué poten­cia­re­mos en cada per­so­na que nos cru­ce­mos. La liber­tad no es ni una pose­sión ni una pro­pie­dad, es una rela­ción. No se tra­ta de pro­te­ger­nos del mun­do exte­rior, sino de entre­la­zar­nos de una for­ma que maxi­mice las posi­bi­li­dades. Eso no signi­fi­ca que ten­ga­mos que per­se­guir el consen­so por sí mis­mo : tan­to el conflic­to como el consen­so pue­den expan­dir­nos y enno­ble­cer­nos, siempre y cuan­do ningún poder cen­tra­li­za­do sea capaz de impo­ner­nos un acuer­do o trans­for­mar un conflic­to en una com­pe­ten­cia en la que el gana­dor se lo lle­va todo. En vez de frag­men­tar el mun­do en pequeños feu­dos, apro­ve­che­mos al máxi­mo nues­tra interconexión.

2015-03-30_113449Al cre­cer en esta socie­dad, ni siquie­ra nues­tras pasiones nos per­te­ne­cen : estas son culti­va­das por la publi­ci­dad y otras for­mas de pro­pa­gan­da para man­te­ner­nos cor­rien­do como ratones sobre las rue­das del mer­ca­do. Gra­cias al adoc­tri­na­mien­to, las per­so­nas pue­den sen­tirse orgul­lo­sas de sí mis­mas por hacer cosas que segu­ra­mente las harán infe­lices a lar­go pla­zo. Esta­mos encer­ra­dos en nues­tro sufri­mien­to y nues­tros pla­ceres son el cer­ro­jo. Para ser ver­da­de­ra­mente libres, nece­si­ta­mos tener agen­cia sobre los pro­ce­sos que pro­du­cen nues­tros deseos. La libe­ra­ción no solo signi­fi­ca satis­fa­cer los deseos que tene­mos hoy, sino tam­bién expan­dir nues­tra noción de lo posible, para que nues­tros deseos pue­dan mutar jun­to con las rea­li­dades que estos nos empu­jan a crear. Esto impli­ca renun­ciar al pla­cer que obte­ne­mos al impo­ner, domi­nar y poseer, para poder bus­car pla­ceres que nos arran­quen de la maqui­na­ria de la obe­dien­cia y la com­pe­ten­cia. Si algu­na vez has roto con una adic­ción, has sabo­rea­do lo que signi­fi­ca trans­for­mar tus deseos.

De la mis­ma for­ma en que la gente culpa a polí­ti­cos indi­vi­duales por la cor­rup­ción de la polí­ti­ca, los fas­cis­tas sue­len culpar a un gru­po especí­fi­co por un pro­ble­ma sistémico—por ejem­plo, a los judios por el capi­ta­lis­mo mer­can­ti­lis­ta, o a los inmi­grantes por la rece­sión econó­mi­ca—. Pero el pro­ble­ma son los sis­te­mas de por sí. Sin impor­tar quién lleve las rien­das, estos sis­te­mas pro­du­cen siempre los mis­mos dese­qui­li­brios de poder y pequeñas indi­gni­dades. El pro­ble­ma no es que estén fun­cio­nan­do mal, sino que están fun­cio­nan­do. Nues­tros ene­mi­gos no son seres huma­nos ; son las ins­ti­tu­ciones y ruti­nas que nos ale­jan las unas de las otras y de noso­tras mis­mas. Hay más conflic­tos den­tro nues­tro que entre noso­tros. Las mis­mas grie­tas que atra­vie­san nues­tra civi­li­za­ción tam­bién atra­vie­san nues­tras amis­tades y cora­zones ; eso no es un conflic­to entre per­so­nas, sino entre dis­tin­tas for­mas de rela­cio­narse, dis­tin­tas for­mas de vivir. Cuan­do renun­cia­mos a nues­tros roles den­tro del orden impe­rante, abri­mos estas grie­tas, invi­tan­do a otros a hacer lo mis­mo. Lo mejor sería eli­mi­nar la domi­na­ción por com­ple­to, no admi­nis­trar sus detalles de mane­ra más jus­ta, ni redis­tri­buir las posi­ciones de quienes la infrin­gen y quienes la aguan­tan, tam­po­co esta­bi­li­zar al sis­te­ma por medio de la refor­ma. El sen­ti­do de pro­tes­tar no es exi­gir reglas o gober­nantes más legí­ti­mos, sino demos­trar que pode­mos actuar desde nues­tra pro­pia fuer­za, alen­tan­do a otras a hacer lo mis­mo y disua­dien­do a las auto­ri­dades de inter­fe­rir. No es una cues­tión de guerra—es decir, un conflic­to bina­rio entre ene­mi­gos militarizados—sino más bien, de deso­be­dien­cia contagiosa.

2015-03-30_113831¿Cuáles son los indi­cios de que estás en una rela­ción abu­si­va ? El abu­sa­dor puede inten­tar contro­lar tu com­por­ta­mien­to o decirte qué pen­sar ; impe­dir o regu­lar tu acce­so a recur­sos ; uti­li­zar ame­na­zas o vio­len­cia contra ti ; o man­te­nerte en una posi­ción de depen­den­cia, bajo una vigi­lan­cia constante. Esto des­cribe el com­por­ta­mien­to de abu­sa­dores indi­vi­duales, pero lo mis­mo puede apli­carse al IRS (Ser­vi­cio de Impues­tos Inter­nos), la NSA (Agen­cia de Segu­ri­dad Nacio­nal) y a la mayoría de las demás ins­ti­tu­ciones que gobier­nan esta socie­dad. Prác­ti­ca­mente todas ellas se basan en la idea de que los seres huma­nos nece­si­tan ser vigi­la­dos, contro­la­dos, admi­nis­tra­dos. Mien­tras más grandes sean los des­ba­lances que se nos impo­nen, más control se nece­si­ta para pre­ser­var­los. A un extre­mo del espec­tro del poder, el control es ejer­ci­do bru­tal­mente de for­ma indi­vi­dual : ataques de aviones no tri­pu­la­dos, equi­pos SWAT, cáma­ras de ais­la­mien­to, dis­cri­mi­na­ción poli­cial por “por­ta­ción de cara”. En el otro extre­mo, el control es omni­pre­sente e invi­sible, inhe­rente a la pro­pia infrae­struc­tu­ra de la socie­dad : los cál­cu­los que deter­mi­nan la cali­fi­ca­ción cre­di­ti­cia y el cos­to del segu­ro, la mane­ra en que se reco­lec­tan las estadís­ti­cas y se trans­for­man en pla­nea­mien­to urba­no, la estruc­tu­ra de las pági­nas web para bus­car pare­ja y las pla­ta­for­mas de redes sociales. Si bien la NSA moni­to­rea lo que hace­mos online, no tiene tan­to control sobre nues­tra rea­li­dad como los algo­rit­mos que deter­mi­nan lo que vemos cuan­do ingre­sa­mos en Face­book. Cuan­do las infi­ni­tas posi­bi­li­dades de vida hayan sido redu­ci­das a un aba­ni­co de opciones codi­fi­ca­das en unos y ceros, no habrán más fric­ciones entre el sis­te­ma que habi­ta­mos y las vidas que podría­mos ima­gi­nar : no porque habría­mos alcan­za­do la libe­ra­ción total, sino porque habría­mos per­fec­cio­na­do su contra­rio. Liber­tad no signi­fi­ca ele­gir entre opciones, sino poder for­mu­lar las preguntas.

2015-03-30_113935Exis­ten muchos meca­nis­mos dife­rentes para impo­ner la desi­gual­dad. Algu­nos depen­den de un apa­ra­to cen­tra­li­za­do, como el sis­te­ma judi­cial. Otros pue­den fun­cio­nar de mane­ra más infor­mal, como nego­cios mediante ami­guis­mos entre élites o los roles de géne­ro. Algu­nos de estos meca­nis­mos han sido casi com­ple­ta­mente des­le­gi­ti­ma­dos. Pocas per­so­nas creen todavía en el man­da­to divi­no de los reyes, a pesar de que durante siglos no pudo pen­sarse ningún otro fun­da­men­to para la socie­dad. Otros meca­nis­mos están tan pro­fun­da­mente incor­po­ra­dos que no pode­mos com­pren­der la vida sin ellos : ¿quién podría ima­gi­nar un mun­do sin dere­chos de pro­pie­dad ? No obs­tante, todos estos dis­po­si­ti­vos son construc­ciones sociales : son reales, pero no inevi­tables. La exis­ten­cia de pro­pie­ta­rios y jefes de empre­sas no es más natu­ral, nece­sa­rio o bene­fi­cio­so que la exis­ten­cia de empe­ra­dores. Todos estos meca­nis­mos se desar­rol­la­ron jun­tos, reforzán­dose entre sí. La his­to­ria del racis­mo, por ejem­plo, es inse­pa­rable de la his­to­ria del capi­ta­lis­mo : nin­gu­no de los dos puede conce­birse sin la colo­ni­za­ción, la escla­vi­tud o la segre­ga­ción por color que dividían a los tra­ba­ja­dores y siguen deter­mi­nan­do quiénes lle­nan las cár­celes y las vil­las mise­ria en todo el mun­do. De la mis­ma mane­ra, sin la infrae­struc­tu­ra del Esta­do y las demás jerar­quías de nues­tra socie­dad, los pre­jui­cios indi­vi­duales jamás podrían impo­ner la supre­macía blan­ca sis­té­mi­ca. Que un pre­si­dente negro, mujer o indí­ge­na pue­da pre­si­dir estas estruc­tu­ras sólo consigue esta­bi­li­zar­las : es la excep­ción que jus­ti­fi­ca la regla. Para decir­lo de otra for­ma, mien­tras haya policía, ¿a quién pien­sas que van a hos­ti­gar ? Mien­tras haya pri­siones, ¿con quiénes pien­sas que las van a lle­nar ? Mien­tras haya pobre­za, ¿quién pien­sas que será pobre ? Es inge­nuo creer que podría­mos alcan­zar la igual­dad en una socie­dad basa­da en la jerar­quía. Puedes bara­jar las car­tas, pero el mazo sigue sien­do el mismo.

2015-03-30_114046Si un ejér­ci­to extra­n­je­ro inva­die­ra esta tier­ra, tala­ra los bosques, enve­ne­na­ra los ríos, y for­za­ra a los niños a cre­cer juran­do fide­li­dad hacia él, ¿quién no se levan­taría en armas en su contra ? Pero cuan­do el gobier­no local hace lo mis­mo, los patrio­tas le entre­gan volun­ta­ria­mente su obe­dien­cia, sus impues­tos y sus hijos. Las fron­te­ras no nos pro­te­gen, nos divi­den : crean fric­ciones inne­ce­sa­rias con los exclui­dos al mis­mo tiem­po que ocul­tan las ver­da­de­ras dife­ren­cias entre los inclui­dos. Has­ta el gobier­no más demo­crá­ti­co está fun­da­do sobre esta divi­sión entre par­ti­ci­pantes y aje­nos, lo legí­ti­mo y lo ilegí­ti­mo. En la anti­gua Ate­nas, la famo­sa cuna de la demo­cra­cia, sólo una frac­ción de los hombres eran inclui­dos en el pro­ce­so polí­ti­co ; los Padres Fun­da­dores de la demo­cra­cia moder­na esta­dou­ni­dense poseían escla­vos. La ciu­da­danía aún impone una bar­re­ra entre inclui­dos y exclui­dos den­tro de los EE.UU., arre­batán­doles a mil­lones de resi­dentes indo­cu­men­ta­dos la agen­cia sobre sus pro­pias vidas. El ideal libe­ral es expan­dir las líneas de inclu­sión has­ta que todo el mun­do sea inte­gra­do en un vas­to y úni­co proyec­to demo­crá­ti­co. Pero la desi­gual­dad está codi­fi­ca­da den­tro de la pro­pia estruc­tu­ra. En cada aspec­to de esta socie­dad exis­ten miles de fron­te­ras imper­cep­tibles que nos divi­den entre pode­ro­sos e impo­tentes : controles de segu­ri­dad, cali­fi­ca­ciones cre­di­ti­cias, contra­señas de bases de datos, niveles de poder adqui­si­ti­vo. Nece­si­ta­mos for­mas de per­te­nen­cia que no estén fun­da­men­ta­das en la exclu­sión, que no cen­tra­li­cen el poder ni la legi­ti­mi­dad, que no encier­ren la empatía den­tro de bar­rios privados.

2015-03-30_114156Sólo puedes tener poder al ejer­cer­lo ; sólo puedes des­cu­brir qué te inter­esa al expe­ri­men­tar­lo. Al tener que cana­li­zar a tra­vés de repre­sen­tantes cada uno de los esfuer­zos por influir en el mun­do o tra­du­cir­los al pro­to­co­lo de las ins­ti­tu­ciones, nos dis­tan­cia­mos la una de la otra y de nues­tro pro­pio poten­cial. Cada aspec­to de la agen­cia que dele­ga­mos rea­pa­rece como algo irre­co­no­cible y hos­til ante noso­tras. La decep­ción constante con los polí­ti­cos sólo demues­tra cuán­to poder les hemos cedi­do sobre nues­tras vidas ; la vio­len­cia de la policía es la oscu­ra conse­cuen­cia de nues­tro deseo de evi­tar la res­pon­sa­bi­li­dad per­so­nal por lo que pasa en nues­tros bar­rios. En la era digi­tal, en la que toda per­so­na tiene que ser su pro­pio secre­ta­rio para mane­jar su ima­gen públi­ca, has­ta nues­tra repu­ta­ción se nos ha vuel­to exter­na, como un vam­pi­ro que se ali­men­ta de noso­tras. Si no estu­vié­ra­mos tan ais­la­das las unas de las otras, com­pi­tien­do para ven­der­nos den­tro de los dife­rentes mer­ca­dos pro­fe­sio­nales y sociales, ¿inver­tiría­mos tan­to tiem­po y energía en estos per­files, fal­sos dioses hechos a nues­tra ima­gen y seme­jan­za ? Somos irre­duc­tibles. Ningún dele­ga­do ni abs­trac­ción puede reem­pla­zar­nos. Al redu­cir a los seres huma­nos a datos demo­grá­fi­cos y la expe­rien­cia pura a simple infor­ma­ción, per­de­mos de vis­ta todo lo que hay de úni­co y valio­so en el mun­do. Nece­si­ta­mos pre­sen­cia, inme­dia­tez, contac­to direc­to con los demás, control direc­to sobre nues­tras vidas : cosas que ni la repre­sen­ta­ción ni los repre­sen­tantes nos pue­den otorgar.

2015-03-30_114309El lide­raz­go es un desor­den social en el cual la mayoría de los par­ti­ci­pantes en un gru­po no toman inicia­ti­va ni pien­san crí­ti­ca­mente sobre sus acciones. Mien­tras enten­da­mos la agen­cia como una pro­pie­dad de cier­tos indi­vi­duos en lugar de una rela­ción entre per­so­nas, siempre sere­mos depen­dientes de los lideres, y esta­re­mos a su mer­ced. Los líderes más ejem­plares son igual de peli­gro­sos que aquel­los obvia­mente cor­rup­tos, en el sen­ti­do de que todas sus loables cua­li­dades sólo refuer­zan su esta­tus y la obe­dien­cia de los demás, a la vez que refuer­zan la legi­ti­mi­dad del lide­raz­go en sí. Cuan­do la policía lle­ga a una pro­tes­ta, lo pri­me­ro que pre­gun­ta siempre es “¿quién está a car­go?”, no porque el lide­raz­go sea esen­cial a la acción colec­ti­va, sino porque pre­sen­ta una vul­ne­ra­bi­li­dad. Los conquis­ta­dores hicie­ron la mis­ma pre­gun­ta cuan­do lle­ga­ron al lla­ma­do Nue­vo Mun­do ; allí donde encon­tra­ban una respues­ta, se ahor­ra­ban siglos de tra­ba­jo inten­tan­do some­ter ellos mis­mos a la pobla­ción. Mien­tras haya un líder, éste puede ser com­pra­do, rem­pla­za­do o toma­do como rehén. En el mejor de los casos, depen­der de los líderes puede ser un talón de Aquiles ; y en el peor de los casos, repro­duce los inter­eses y estruc­tu­ras de poder de las auto­ri­dades den­tro de aquel­los que se les opo­nen. Es mejor si todas nos sen­ti­mos con la capa­ci­dad de inci­dir en nues­tras vidas y tener un proyec­to pro­pio.2015-03-30_114402Los gobier­nos nos pro­me­ten dere­chos, pero sólo pue­den qui­tar­nos liber­tades. El concep­to de dere­chos impli­ca que existe un poder cen­tral que los otor­ga y los pro­tege. Pero todo lo que el Esta­do tiene el poder de garan­ti­zar, tam­bién tiene el poder de qui­tar ; empo­de­rar al gobier­no para solu­cio­nar un pro­ble­ma sólo le abre la puer­ta para crear más pro­ble­mas. Además, los gobier­nos tam­po­co gene­ran poder de la nada : es nues­tro poder el que uti­li­zan y podría­mos emplear­lo de mane­ra mucho más efec­ti­va sin la maqui­na­ria de la repre­sen­ta­ción. Has­ta la más libe­ral de las demo­cra­cias com­parte el mis­mo prin­ci­pio que la más despó­ti­ca de las auto­cra­cias : la cen­tra­li­za­ción de poder y legi­ti­mi­dad en una estruc­tu­ra cuya fun­ción es la mono­po­li­za­ción del uso de la fuer­za. No impor­ta si los buró­cra­tas que ope­ran esta estruc­tu­ra respon­den ante un rey, un pre­si­dente, o un elec­to­ra­do. Las leyes, la buro­cra­cia y la policía son más anti­guas que la demo­cra­cia : fun­cio­nan de la mis­ma mane­ra tan­to en una demo­cra­cia como en una dic­ta­du­ra. La úni­ca dife­ren­cia es que, dado que pode­mos votar sobre quién las admi­nis­tra, supues­ta­mente debería­mos ver­las como algo pro­pio— aun cuan­do estas son uti­li­za­das en nues­tra contra—. Las dic­ta­du­ras son inhe­ren­te­mente ines­tables : puedes masa­crar, encar­ce­lar y lavar el cere­bro de gene­ra­ciones ente­ras, y sus hijas inven­tarán nue­va­mente la lucha por la liber­tad. Pero pro­mé­tele a cada per­so­na una opor­tu­ni­dad de impo­ner sobre sus pares la volun­tad de la mayoría y todas se lan­zarán de cabe­za a apoyar a un sis­te­ma que los divide. Cuan­ta más influen­cia la gente cree tener sobre las ins­ti­tu­ciones coer­ci­ti­vas del Esta­do, más popu­lares pue­den vol­verse estas ins­ti­tu­ciones. Quizás esto pue­da expli­car por qué la expan­sión glo­bal de la demo­cra­cia coin­cide con la increíble desi­gual­dad en la dis­tri­bu­ción de recur­sos y poder : ningún otro sis­te­ma de gobier­no podría esta­bi­li­zar una situa­ción tan pre­ca­ria. Cuan­do el poder está cen­tra­li­za­do, las per­so­nas tie­nen que obte­ner domi­nio sobre otras para ganar algo de influen­cia sobre sus pro­pios des­ti­nos. Las luchas por la auto­nomía son cana­li­za­das en dis­pu­tas por el poder polí­ti­co : fíjate en las guer­ras civiles en las naciones pos­co­lo­niales entre pue­blos que ante­rior­mente coexis­tie­ron en paz. Quienes tie­nen el poder sólo pue­den rete­ner­lo por medio de la guer­ra per­pe­tua, tan­to contra pue­blos extra­n­je­ros, como contra sus pro­pias pobla­ciones : la Guar­dia Nacio­nal fue traí­da de vuel­ta desde Irak para ser envia­da a Oak­land. Donde sea que exis­tan jerar­quías, estas faci­li­tan que los de arri­ba cen­tra­li­cen el poder. Construir más límites legales en el sis­te­ma solo impli­ca que nues­tra pro­tec­ción depende jus­ta­mente de aquel­lo de lo que nece­si­ta­mos pro­te­ger­nos. La úni­ca for­ma de pre­sio­nar a las auto­ri­dades sin ser absor­bi­das en su jue­go es desar­rol­lar redes hori­zon­tales que pue­dan actuar autó­no­ma­mente. Aunque si tene­mos el poder sufi­ciente para for­zar a las auto­ri­dades a tomar­nos en serio, tam­bién ten­dría­mos el poder sufi­ciente para resol­ver nues­tros pro­ble­mas sin ellas. No existe un cami­no hacia la liber­tad si no es mediante la liber­tad. Más que un úni­co canal que concentre toda nues­tra agen­cia, nece­si­ta­mos una amplia gama de for­mas para uti­li­zar nues­tro poder. Más que una úni­ca mone­da cor­riente de legi­ti­mi­dad, nece­si­ta­mos espa­cio para múl­tiples nar­ra­ti­vas. En lugar de la coer­ción inhe­rente al gobier­no, nece­si­ta­mos estruc­tu­ras para la toma de deci­siones que pro­mue­van la auto­nomía, y prác­ti­cas de auto­de­fen­sa que per­mi­tan man­te­ner a raya a quienes ten­gan pre­ten­siones de autoridad.

2015-03-30_114515El dine­ro es el meca­nis­mo ideal para imple­men­tar la desi­gual­dad. Es abs­trac­to : parece como si pudie­ra repre­sen­tar todo. Es uni­ver­sal : las per­so­nas que no tie­nen nada más en común lo acep­tan como un hecho natu­ral. Es imper­so­nal : a dife­ren­cia de los pri­vi­le­gios here­di­ta­rios, puede ser trans­fe­ri­do ins­tantá­nea­mente de una per­so­na a otra. Es flui­do : cuan­to más fácil es cam­biar de posi­ción en una jerar­quía, más estable es la jerar­quía en sí. Muchas per­so­nas que segu­ra­mente se rebe­larían contra un dic­ta­dor acep­tan volun­ta­ria­mente la auto­ri­dad del mer­ca­do. Cuan­do todo valor se concen­tra en un úni­co ins­tru­men­to, inclu­so los momen­tos irre­pe­tibles de nues­tra vida se vacían de signi­fi­ca­do, vol­vién­dose fichas en un cál­cu­lo abs­trac­to de poder. Todo aquel­lo que no puede ser cuan­ti­fi­ca­do finan­cie­ra­mente que­da afue­ra. La vida se vuelve una pelea caó­ti­ca por la ganan­cia econó­mi­ca : cada cual contra todos, ven­der o ser ven­di­do. Lucrar signi­fi­ca ganar más control sobre los recur­sos de la socie­dad en rela­ción a las demás. No pode­mos lucrar todas a la vez ; para que una per­so­na pue­da lucrar, otras tie­nen que per­der influen­cia. Cuan­do los inver­sio­nis­tas lucran del tra­ba­jo de los emplea­dos, eso signi­fi­ca que cuan­to más tra­ba­jen los emplea­dos, más grande será la bre­cha econó­mi­ca entre ambas clases. Un sis­te­ma impul­sa­do por el lucro pro­duce pobre­za en la mis­ma medi­da que concen­tra la rique­za. La pre­sión por com­pe­tir gene­ra inno­va­ciones más rápi­da­mente que cual­quier sis­te­ma ante­rior, pero pro­duce, para­le­la­mente, desi­gual­dades cada vez mayores : donde antes los jinetes rei­na­ban sobre los pea­tones, hoy los bom­bar­de­ros fur­ti­vos vue­lan sobre conduc­tores y per­so­nas sin hogar. Y ya que todas tie­nen que per­se­guir el lucro en lugar de hacer las cosas sim­ple­mente por hacer­las, los resul­ta­dos de todo este tra­ba­jo pue­den ser desas­tro­sos. El cam­bio climá­ti­co es solo la últi­ma de una serie de catás­trofes que aún los capi­ta­lis­tas más pode­ro­sos no han teni­do el poder de fre­nar. De hecho, el capi­ta­lis­mo no pre­mia a los empren­de­dores por solu­cio­nar las cri­sis, sino por lucrar con ellas.

2015-03-30_114653La pie­dra angu­lar del capi­ta­lis­mo es el dere­cho de pro­pie­dad, otra construc­ción social que here­da­mos de reyes y aristó­cra­tas. Hoy, la pro­pie­dad pasa de mano en mano más rápi­do que en aquel entonces pero el concep­to es el mis­mo : la idea de pose­sión legi­ti­ma el uso de la vio­len­cia para impo­ner des­ba­lances arti­fi­ciales en el acce­so a la tier­ra y los recur­sos. Algu­nas per­so­nas ima­gi­nan que la pro­pie­dad podría exis­tir sin el Esta­do. Pero los dere­chos de pro­pie­dad care­cen de signi­fi­ca­do si no hay una auto­ri­dad cen­tra­li­za­da para impo­ner­los ; mien­tras exis­ta una auto­ri­dad cen­tra­li­za­da, nada es ver­da­de­ra­mente tuyo tam­po­co. El dine­ro que ganas es fabri­ca­do por el Esta­do, y está suje­to a impues­tos e infla­ción. El títu­lo de tu auto es contro­la­do por el DMV (Depar­ta­men­to de Vehí­cu­los Moto­ri­za­dos). Tu casa no te per­te­nece a ti, sino al ban­co que te dio la hipo­te­ca ; aun cuan­do hayas paga­do todo, el dere­cho de expro­pia­ción del Esta­do siempre gana. ¿Qué se nece­si­taría para pro­te­ger las cosas que nos son impor­tantes ? Los gobier­nos exis­ten sólo en vir­tud de lo que ellos nos qui­tan ; siempre tomarán más de lo que dan. Los mer­ca­dos nos pre­mian sólo por des­plu­mar a nues­tros pares, y a los demás por des­plu­mar­nos a noso­tras. El úni­co segu­ro real está en nues­tros lazos sociales : si que­re­mos estar segu­ras de nues­tra segu­ri­dad, nece­si­ta­mos redes de apoyo mutuo que pue­dan defen­derse a sí mis­mas. Sin dine­ro ni dere­chos de pro­pie­dad, nues­tras rela­ciones con las cosas serían deter­mi­na­das por nues­tras rela­ciones con los demás. Actual­mente, es exac­ta­mente al revés : nues­tras rela­ciones con los demás están deter­mi­na­das por nues­tras rela­ciones con las cosas. Abo­lir la pro­pie­dad no signi­fi­caría per­der todas tus per­te­nen­cias ; signi­fi­caría que ningún ofi­cial ni tam­po­co nin­gu­na caí­da de la bol­sa pue­da qui­tarte las cosas de las que dependes. En lugar de respon­der a la buro­cra­cia, actuaría­mos desde las nece­si­dades huma­nas ; en lugar de sacar ven­ta­ja el uno de la otra, per­se­guiría­mos las ven­ta­jas de la inter­de­pen­den­cia. El mayor mie­do de un tacaño es una socie­dad sin pro­pie­dad, ya que sin ella sólo reci­biría el respe­to que merece. Sin dine­ro, las per­so­nas son valo­ra­das por lo que contri­buyen a las vidas de las demás, no por su capa­ci­dad de sobor­nar a otras para que hagan lo que ellas quie­ran. Sin el lucro, todo esfuer­zo debe ser su pro­pia recom­pen­sa, de mane­ra que no haya incen­ti­vo algu­no para acti­vi­dades des­truc­ti­vas o sin sen­ti­do. Las cosas que real­mente valen la pena en la vida son abun­dantes : la pasión, el com­pañe­ris­mo y la gene­ro­si­dad. Se nece­si­tan legiones de policías y tasa­dores inmo­bi­lia­rios para impo­ner la esca­sez que nos atra­pa en esta lucha coti­dia­na por la supervivencia.

2015-03-30_114847Todo orden está fun­da­do en un cri­men contra el orden ante­rior : el cri­men que lo disol­vió. Lue­go, el nue­vo orden lle­ga a ser per­ci­bi­do como legí­ti­mo, a medi­da que la gente empie­za a tomar­lo por sen­ta­do. El cri­men fun­da­cio­nal de los Esta­dos Uni­dos de Amé­ri­ca fue la rebe­lión contra la auto­ri­dad del rey de Ingla­ter­ra. El cri­men fun­da­cio­nal de la socie­dad por venir—si logra­mos sobre­vi­vir a ésta— aban­do­nará las leyes e ins­ti­tu­ciones de hoy. La cate­goría de cri­men contiene todo lo que excede los límites de una socie­dad, lo mejor y lo peor de ella. Todo sis­te­ma está ace­cha­do por todo lo que no puede incor­po­rar o contro­lar. Todo orden contiene las semillas de su pro­pia des­truc­ción. Nada dura para siempre ; eso tam­bién se apli­ca a los impe­rios y las civi­li­za­ciones. Pero, ¿qué podría suplan­tar a ésta ? ¿Pode­mos ima­gi­nar un orden que no esté basa­do en la divi­sión de la vida en lo legí­ti­mo y lo ilegí­ti­mo, legal y cri­mi­nal, gober­nantes y gober­na­das ? ¿Cuál podría ser el últi­mo crimen ?

 

LA ANARQUÍA es lo que pasa donde sea que el orden no se impon­ga por la fuer­za. Es la liber­tad : el pro­ce­so de rein­ven­tar­nos conti­nua­mente a noso­tras mis­mas y a nues­tras rela­ciones. Cual­quier pro­ce­so o fenó­me­no que trans­cur­ra libre­mente— una sel­va, un cír­cu­lo de ami­gas, tu pro­pio cuerpo—es una armonía anár­qui­ca que per­siste en constante cam­bio. Por otro lado, el control desde arri­ba hacia aba­jo sólo puede ser man­te­ni­do por coac­ción y coer­ción : la pre­ca­ria dis­ci­pli­na de la sala de deten­ciones del cole­gio, el exten­so mono­cul­ti­vo donde pes­ti­ci­das y her­bi­ci­das defien­den filas esté­riles de maíz trans­gé­ni­co, la frá­gil hege­monía de un superpoder.

EL ANARQUISMO es la idea de que todos tie­nen dere­cho a la com­ple­ta auto­de­ter­mi­na­ción. Nin­gu­na ley, gobier­no o pro­ce­so de tomar deci­siones es más impor­tante que las nece­si­dades y deseos de los seres huma­nos de carne y hue­so. Las per­so­nas deben ser libres para mol­dear sus rela­ciones consen­sua­da­mente y para defen­derse como lo vean nece­sa­rio. El anar­quis­mo no es un dog­ma ni un esque­ma. No es un sis­te­ma que supues­ta­mente fun­cio­naría si tan sólo se apli­ca­ra cor­rec­ta­mente, como la demo­cra­cia, ni tam­po­co una meta para ser rea­li­za­da en un futu­ro dis­tante, como el comu­nis­mo. Es una mane­ra de actuar y rela­cio­narse que pode­mos poner en prác­ti­ca aho­ra mis­mo. En cuan­to a cual­quier sis­te­ma de valores o vía de acción, pode­mos empe­zar por pre­gun­tar­nos, ¿cómo dis­tri­buye éste el poder ?

LOS ANARQUISTAS se opo­nen a toda for­ma de jerar­quía, toda mone­da, len­guaje o sis­te­ma que concentre el poder en las manos de unos pocos, todo meca­nis­mo que nos dis­tan­cie de nues­tro poten­cial. En contra de los sis­te­mas cer­ra­dos, goza­mos de lo des­co­no­ci­do frente a noso­tras, el caos que lle­va­mos den­tro, en vir­tud del cual pode­mos ser libres.

 

Cuando vemos lo que todas las distintas instituciones y mecanismos de dominación tienen en común, se hace evidente que nuestras luchas individuales también son parte de algo más grande que nosotras, algo que podría conectarnos. Cuando nos juntamos en base a esta conexión, todo cambia : no sólo nuestras luchas, sino también nuestro sentido de agencia, nuestra capacidad para la alegría, la sensación de que nuestras vidas tienen un sentido. Lo único que se necesita para encontrarnos es empezar a actuar según una lógica distinta.

 

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"El anarquismo no es una fabula romantica sino la constatacion mas concreta fundada en mas de 5000 años de historia ; que no podemos confiar la gestion de nuestras vidas a los reyes, a los curas, a los politicos, a los consejeros regionales"
« El anar­quis­mo no es una fabu­la román­ti­ca sino la consta­ta­ción mas concre­ta fun­da­da en mas de 5000 años de his­to­ria ; que no pode­mos confiar la ges­tion de nues­tras vidas a los reyes, a los curas, a los polí­ti­cos, a los conse­je­ros regionales »

 


 

Para mas infor­ma­ción consul­tar las siguientes fuentes :

http://crimethinc.com/tce/espanol/ ; con un video sobre el tex­to anterior.

- http://crimethinc.com/tce/espanol/get/ ; ver­sión PDF o pedi­do de copias del cuadernillo.

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