¿Qué es y qué quiere el anti-desarrollismo ? (Por Miguel Amorós)

2016-03-03_151954El siguiente tex­to es pro­nun­cia­do por Miguel Amorós en el mar­co de las Jor­na­das en defen­sa del ter­ri­to­rio del 17 y 18 de mayo de 2014, orga­ni­za­das por la librería aso­cia­ti­va Tran­si­tant en Pal­ma de Mallorca.


 

El anti­de­sar­rol­lis­mo por un lado sale del balance crí­ti­co del per­io­do que se cier­ra con el fra­ca­so del vie­jo movi­mien­to obre­ro autó­no­mo y con la ree­struc­tu­ra­ción glo­bal del capi­ta­lis­mo ; nace pues entre los años seten­ta y ochen­ta del pasa­do siglo. Por otro lado, surge en el inci­piente inten­to de rura­li­za­ción de entonces y en los estal­li­dos popu­lares contra la per­ma­nen­cia de fábri­cas conta­mi­nantes en los núcleos urba­nos y contra la construc­ción de cen­trales nucleares, urba­ni­za­ciones, auto­pis­tas y pan­ta­nos. A la vez es un aná­li­sis teó­ri­co de las nue­vas condi­ciones sociales que tiene en cuen­ta la apor­ta­ción eco­lo­gis­ta, y una lucha contra las conse­cuen­cias del desar­rol­lo capi­ta­lis­ta, aunque no siempre las dos cosas mar­chen jun­tas. Pode­mos defi­nir­lo como un pen­sa­mien­to crí­ti­co y una prác­ti­ca anta­go­nis­ta naci­dos de los conflic­tos pro­vo­ca­dos por el desar­rol­lo en la fase últi­ma del régi­men capi­ta­lis­ta, la que cor­res­ponde a la fusión de la eco­nomía y la polí­ti­ca, del Capi­tal y el Esta­do, de la indus­tria y la vida. A cau­sa de su nove­dad, y tam­bién por la exten­sión de la sumi­sión y la resi­gna­ción entre las masas des­cla­sa­das, reflexión y com­bate no siempre van de la mano ; una pos­tu­la obje­ti­vos que el otro no siempre quiere asu­mir : el pen­sa­mien­to anti­de­sar­rol­lis­ta pugna por una estra­te­gia glo­bal de confron­ta­ción, mien­tras que la lucha suele redu­cirse a tac­ti­cis­mo, lo que sola­mente bene­fi­cia a la domi­na­ción y a sus par­ti­da­rios. Las fuer­zas movi­li­za­das casi nun­ca son conscientes de su tarea histó­ri­ca, mien­tras que la luci­dez de la crí­ti­ca tam­po­co consigue ilu­mi­nar siempre a las movilizaciones.

El mer­ca­do mun­dial trans­for­ma la socie­dad conti­nua­mente de acuer­do con sus nece­si­dades y sus deseos. El domi­nio for­mal de la eco­nomía en la anti­gua socie­dad de clases se trans­for­ma en domi­nio real y total en la moder­na socie­dad tec­noló­gi­ca de masas. Los tra­ba­ja­dores masi­fi­ca­dos aho­ra son ante todo consu­mi­dores. La prin­ci­pal acti­vi­dad econó­mi­ca no es indus­trial, sino admi­nis­tra­ti­va y logís­ti­ca (ter­cia­ria.) La prin­ci­pal fuer­za pro­duc­ti­va no es el tra­ba­jo, sino la tec­no­logía. En cam­bio los asa­la­ria­dos son la prin­ci­pal fuer­za de consu­mo. La tec­no­logía, la buro­cra­cia y el consu­mo son los tres pilares del actual desar­rol­lo. El mun­do de la mer­cancía ha deja­do de ser auto­ges­tio­nable. Es impo­sible de huma­ni­zar : pri­me­ro hay que desmontarlo.

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« Contra el capi­tal, contra el aero­puer­to, contra la civilización »

Abso­lu­ta­mente todas las rela­ciones de los seres huma­nos entre sí o con la natu­ra­le­za no son direc­tas, sino que se hal­lan media­ti­za­das por cosas, o mejor, por imá­genes aso­cia­das a cosas. Una estruc­tu­ra sepa­ra­da, el Esta­do, contro­la y regu­la esa media­ción rei­fi­ca­da. Así pues, el espa­cio social y la vida que alber­ga se mode­lan de acuer­do con las leyes de dichas cosas (las mer­cancías, la tec­no­logía), las de la cir­cu­la­ción y las de la segu­ri­dad, ori­gi­nan­do todo un paquete de divi­siones sociales : entre urba­ni­tas y rurales, diri­gentes y diri­gi­dos, ricos y pobres, inclui­dos y exclui­dos, veloces y len­tos, conec­ta­dos y desen­gan­cha­dos, etc. El ter­ri­to­rio, una vez que ha que­da­do libre de agri­cul­tores, se convierte en una nue­va fuente de recur­sos (una nue­va fuente de capi­tales, un deco­ra­do y un soporte de macroin­frae­struc­tu­ras (un ele­men­to estra­té­gi­co de la cir­cu­la­ción.) Esta frag­men­ta­ción espa­cial y dis­gre­ga­ción social apa­rece hoy en for­ma de una cri­sis que pre­sen­ta diver­sos aspec­tos, todos ellos inter­re­la­cio­na­dos : demo­grá­fi­cos, polí­ti­cos, econó­mi­cos, cultu­rales, ecoló­gi­cos, ter­ri­to­riales, sociales… El capi­ta­lis­mo ha reba­sa­do sus límites estruc­tu­rales, o dicho de otra mane­ra, ha toca­do techo.

La cri­sis múl­tiple del nue­vo capi­ta­lis­mo es fru­to de dos clases de contra­dic­ciones : las inter­nas, que son cau­sa de fuertes desi­gual­dades sociales, y las exter­nas, res­pon­sables de la conta­mi­na­ción, del cam­bio climá­ti­co, del ago­ta­mien­to de recur­sos y de la des­truc­ción del ter­ri­to­rio. Las pri­me­ras no sobre­sa­len del ámbi­to capi­ta­lis­ta donde que­dan disi­mu­la­das como pro­ble­mas labo­rales, asun­tos cre­di­ti­cios o défi­cit par­la­men­ta­rio. Las luchas sin­di­cales y polí­ti­cas jamás plan­tean salirse del cua­dro que enmar­ca al orden esta­ble­ci­do ; menos todavía se opo­nen a su lógi­ca. Las contra­dic­ciones prin­ci­pales son pues, o bien pro­du­ci­das por el choque entre la fini­tud de los recur­sos pla­ne­ta­rios y la deman­da infi­ni­ta que exige el desar­rol­lo, o bien el choque entre las limi­ta­ciones que impone la devas­ta­ción y la des­truc­ción ili­mi­ta­da a la que obli­ga el cre­ci­mien­to conti­nuo. Las contra­dic­ciones reve­lan la natu­ra­le­za ter­ro­ris­ta de la eco­nomía de mer­ca­do y esta­do en lo rela­ti­vo al hábi­tat y la vida de la gente. La auto­de­fen­sa ante el ter­ro­ris­mo de la mer­cancía y del Esta­do se mani­fies­ta tan­to como lucha urba­na que recha­za la indus­tria­li­za­ción del vivir –o sea, como antidesarrollismo‑, que como defen­sa del ter­ri­to­rio negan­do la indus­tria­li­za­ción del espa­cio. Los repre­sen­tantes de la domi­na­ción, si no pue­den inte­grar­las bajo el ropaje de opo­si­ción “verde”, respe­tuo­sa con sus reglas de jue­go, la pre­sen­tarán como un pro­ble­ma mino­ri­ta­rio de orden públi­co, para poder así repri­mir­las y aplastarlas.

En un momen­to en que la cues­tión social tiende a pre­sen­tarse como cues­tión ter­ri­to­rial, sólo la pers­pec­ti­va anti­de­sar­rol­lis­ta es capaz de plan­tear­la cor­rec­ta­mente. De hecho, la crí­ti­ca del desar­rol­lis­mo es la crí­ti­ca social tal como aho­ra existe ; nin­gu­na otra es ver­da­de­ra­mente anti­ca­pi­ta­lis­ta, pues­to que nin­gu­na cues­tio­na el cre­ci­mien­to o el pro­gre­so, los vie­jos dog­mas que la bur­guesía tras­pasó al pro­le­ta­ria­do. Por otro lado, las luchas en defen­sa y por la pre­ser­va­ción del ter­ri­to­rio, al sabo­tear el desar­rol­lo, hacen que el orden de la clase domi­nante se tam­ba­lee : en la medi­da en que consi­gan confor­mar un suje­to colec­ti­vo anti­ca­pi­ta­lis­ta esas luchas no serán más que la lucha de clases moderna.

“La idea de Pro­gre­so, refrac­ta­ria a todo pro­ce­so de inte­li­gi­bi­li­dad, es, jun­to con sus secue­las de igno­ran­cia, deca­den­cia y des­truc­ción, lo úni­co que en ver­dad pro­gre­sa.” — Agustín López Tobajas

La concien­cia social anti­ca­pi­ta­lis­ta se des­prende de la unión de la crí­ti­ca y la lucha, es decir, de la teoría y la prác­ti­ca. La crí­ti­ca sepa­ra­da de la lucha deviene ideo­logía (fal­sa concien­cia); la lucha sepa­ra­da de la crí­ti­ca deviene nihi­lis­mo o refor­mis­mo (fal­sa opo­si­ción.) La ideo­logía pro­pu­gna a menu­do un retor­no impo­sible al pasa­do, lo cual pro­por­cio­na una exce­lente coar­ta­da a la inac­ti­vi­dad (o a la acti­vi­dad vir­tual, que es lo mis­mo), aunque la for­ma más habi­tual de la mis­ma sea desde el área econó­mi­ca el coope­ra­ti­vis­mo y desde el área polí­ti­ca el ciu­da­da­nis­mo (popu­lis­mo a la euro­pea.) La ver­da­de­ra fun­ción de la praxis ideoló­gi­ca es ges­tio­nar el desastre. Tan­to la ideo­logía como el refor­mis­mo sepa­ran la eco­nomía de la polí­ti­ca para así pro­po­ner solu­ciones den­tro del sis­te­ma domi­nante, bien sea en un cam­po o en el otro. Y ya que los cam­bios han de deri­var de la apli­ca­ción de fór­mu­las econó­mi­cas, jurí­di­cas o polí­ti­cas, ambos nie­gan la acción, que sus­ti­tuyen por sucedá­neos tea­trales y simbó­li­cos. Huyen de un enfren­ta­mien­to real, pues­to que quie­ren a toda cos­ta com­pa­ti­bi­li­zar su prác­ti­ca con la domi­na­ción, o al menos apro­ve­char sus lagu­nas y resqui­cios para sub­sis­tir y coexis­tir. Quie­ren ges­tio­nar espa­cios ais­la­dos y admi­nis­trar la catás­trofe, no suprimirla. 

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Movi­mien­to en defen­sa del ter­ri­to­rio « No TAV » (No al Tren de Alta Velo­ci­dad), Italia.

La unión arri­ba men­cio­na­da entre la crí­ti­ca y la lucha pro­por­cio­na al anti­de­sar­rol­lis­mo una ven­ta­ja que no posee nin­gu­na ideo­logía : saber todo lo que quiere y cono­cer el ins­tru­men­to nece­sa­rio para ir a por ello. Puede pre­sen­tar de modo rea­lis­ta y creíble los tra­zos prin­ci­pales de un mode­lo alter­na­ti­vo de socie­dad, socie­dad que se hará pal­pable tan pron­to como se supere el nivel tác­ti­co de las pla­ta­for­mas, aso­cia­ciones y asam­bleas, y se pase el nivel estra­té­gi­co de las comu­ni­dades com­ba­tientes. O sea, tan pron­to como la frac­tu­ra social pue­da expre­sarse en todo el sen­ti­do con un “noso­tros” frente a “ellos.” Los de aba­jo contra los de arriba.

Las cri­sis pro­vo­ca­das por las hui­das hacia ade­lante del capi­ta­lis­mo no hacen sino afir­mar a contra­rio la per­ti­nen­cia del men­saje anti­de­sar­rol­lis­ta. Los pro­duc­tos de la acti­vi­dad huma­na –la mer­cancía, la cien­cia, la tec­no­logía, el Esta­do, las conur­ba­ciones- se han com­pli­ca­do, inde­pen­dizán­dose de la socie­dad e erguién­dose contra ella. La huma­ni­dad ha sido escla­vi­za­da por sus pro­pias crea­ciones incon­tro­la­das. En par­ti­cu­lar, la des­truc­ción del ter­ri­to­rio debi­do a la urba­ni­za­ción can­ce­ro­sa se reve­la hoy como des­truc­ción de la socie­dad mis­ma y de los indi­vi­duos que la com­po­nen. El desar­rol­lo, tal como un dios Jano, tiene dos caras : aho­ra, las conse­cuen­cias iniciales de la cri­sis ener­gé­ti­ca y del cam­bio climá­ti­co, al ilus­trar la extre­ma depen­den­cia e igno­ran­cia del vecin­da­rio urba­no, nos mues­tran la cara que per­ma­necía escon­di­da. El estan­ca­mien­to de la pro­duc­ción gasís­ti­ca y petro­le­ra, anun­cian un futu­ro donde el pre­cio de la energía será cada vez más alto, lo que enca­re­cerá el trans­porte, acar­reará cri­sis ali­men­ta­rias (acen­tua­das todavía más por el calen­ta­mien­to glo­bal) y cau­sará colap­sos pro­duc­ti­vos. A medio pla­zo las metró­po­lis serán total­mente inviables y sus habi­tantes se encon­trarán en la tesi­tu­ra de esco­ger entre reha­cer su mun­do de otro modo o desaparecer. 

El anti­de­sar­rol­lis­mo quiere que la des­com­po­si­ción inevi­table de la civi­li­za­ción anti­ca­pi­ta­lis­ta desem­boque en un per­io­do de des­man­te­la­mien­to de indus­trias e infrae­struc­tu­ras, de rura­li­za­ción y de des­cen­tra­li­za­ción, o dicho de otra mane­ra, que inicie una eta­pa de tran­si­ción hacia una socie­dad jus­ta, igua­li­ta­ria, equi­li­bra­da y libre, y no un caos social de dic­ta­du­ras y guer­ras. Con tal augus­to fin, el anti­de­sar­rol­lis­mo tra­ta de que estén dis­po­nibles las sufi­cientes armas teó­ri­cas y prác­ti­cas para que pue­dan apro­ve­char­las los nue­vos colec­ti­vos y comu­ni­dades rebeldes, ger­men de una civi­li­za­ción dis­tin­ta, libe­ra­da del patriar­ca­do, de la indus­tria, del capi­tal y del Estado.

Miguel Amorós


 

Video sobre la resis­ten­cia contra el desa­lo­jo de la ZAD, Notre Dame des Landes- Fran­cia. Los habi­tantes de la ZAD se opo­nen a la construc­cion de un aeropuerto.


Algu­nos ejem­plos de luchas por el ter­ri­to­rio en el mun­do, contra los deno­mi­na­dos « mega-proyec­tos impues­tos e innecesarios »

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Los mapuche y su histó­ri­ca lucha por la tier­ra (Chile)
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Pro­tes­tas contra la pre­sa de Sivens, donde Rémi Fraisse,un joven de 21 años muere tras la explo­sión de una gra­na­da arro­ja­da por la policía en 2014.(Francia)
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La lucha del pue­blo wixá­ri­ka. Wiri­ku­ta : lucha hui­chol por sal­var su lugar sagra­do de la pre­sen­cia de una mine­ra cana­diense (Méxi­co)
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Resis­ten­cia de Aten­co, contra el nue­vo aero­puer­to de la ciu­da de México

Edi­ción ; San­tia­go Perales

 

 

 

 

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