El microbioma de los occidentales es una catástrofe ecológica comparado con el de los cazadores-recolectores

Traducción de un artículo publicado (en ingles) el 28 de febrero del 2017 en el sitio de The Conversation.

El mun­do en el que vivi­mos hoy es muy dife­rente de aquel en el que vivie­ron nue­tros ances­tros no tan leja­nos. Mien­tras entra­mos en una nue­va era geo­lo­gi­ca – El Antro­po­ce­no, en la que el huma­no ha deja­do su huel­la –existe una enorme preo­cu­pa­ción res­pec­to a la defo­res­ta­ción, el der­re­ti­mien­to de la ban­qui­sa gla­ciar y la degra­da­ción gene­ral de la biosfera.

Pero otra vic­ti­ma que se suele parar por alto en esta nue­va era, es la diver­si­dad de los microor­ga­nis­mos que viven sobre y den­tro de nues­tros cuer­pos (entre ellos : micro­bios, virus y hon­gos). Si nues­tro micro­bio­ma – la diver­si­dad gené­ti­ca de estos orga­nis­mos – es un cana­ri en una mina de carbón micro­bia­na, entonces mi tra­ba­jo con los caza­dores-reco­lec­tores de Afri­ca del Este indi­ca que este se encuen­tra cabe­za abajo.

En el ter­re­no en que obser­vé a un caza­dor Had­za matar con gran habi­li­dad a un man­dril y com­par­tir la carne con los demás en tor­no a una foga­ta. Nada se des­per­di­cia. Los órga­nos, incluyen­do el cere­bro, son consu­mi­dos, así como los intes­ti­nos y el esto­ma­go. Desde el pun­to de vis­to asép­ti­co occi­den­tal, es un espectá­cu­lo hor­ri­pi­lante para una cena. No impor­ta cuan­tas veces mire a los Had­za des­cuar­ti­zar a ani­males caza­dos por un arco y una fle­cha, siempre me encuen­tro sor­pren­di­do por el extra­or­di­na­rio inter­cam­bio de micro­bios entre este gru­po y su medioam­biente. Un tan­go micro­bia­no que pro­ba­ble­mente carac­te­ri­za la tota­li­dad de la evo­lu­ción humana.

¿Cual es la impor­tan­cia de esto ? Inves­ti­ga­ciones recientes mos­tra­ron que las enfer­me­dades están fre­cuen­te­mente aso­cia­das con un des­cen­so en la bio­di­ver­si­dad micro­bia­na. Lo que no sabe­mos por el contra­rio es defi­nir la cau­sa y el efec­to de esto. ¿Es la enfer­me­dad la cau­sa de la caí­da en la diver­si­dad micro­bia­na, o es la caí­da en la diver­si­dad micro­bia­na la cau­sa de — o pre­cede a — la enfermedad ?

Todavía esta­mos en las eta­pas iniciales de ello y hay mucho tra­ba­jo por delante. Sin embar­go, la idea de que los micro­bios y la diver­si­dad de micro­bios que por­ta­mos, podrían ayu­dar­nos a enten­der y ata­jar mejor a la enfer­me­dad, ha engen­dra­do un nivel de opti­mis­mo en la inves­ti­ga­ción medi­ca que no se veía desde la intro­duc­ción de los anti­bió­ti­cos hace 50 años atrás.

Esto es lo que me lle­va de regre­so a los Had­za. Vivien­do y tra­ba­jan­do entre los Had­za me hace pen­sar sobre la inti­ma rela­ción en la que los huma­nos pro­ba­ble­mente evo­lu­cio­na­ron con diver­sos gru­pos de microbios.

Con cada ani­mal mata­do, los micro­bios tie­nen la opor­tu­ni­dad de moverse de una espe­cie a la otra. Con cada baya reco­lec­ta­da de un arbus­to, o tubér­cu­lo que sobre­sale de la super­fi­cie del sue­lo, rico en vida micro­bia­na, cada uno de estos actos de reco­lec­ción man­tiene a los Had­za conec­ta­dos a un exten­so conjun­to regio­nal de espe­cies micro­bia­nas.

Es esta, su conti­nua expo­si­ción a una rica fuente de microor­ga­nis­mos, lo que ha dota­do a los Had­za de una diver­si­dad extra­or­di­na­ria de micro­bios ; mucho mayor que la que obser­va­mos entre la gente en los lla­ma­dos países desarrollados.

Caza­dor Had­za se lim­pia la sangre de sus manos con el conte­ni­do rico en micro­bios del esto­ma­go del mis­mo animal.

Ecología en las vísceras

Desde el pun­to de vis­ta de la eco­logía, el menos diver­so micro­bio­ma del occi­dente puede ser poten­cial­mente vis­to tan­to como el resul­ta­do de un degra­da­do conjun­to regio­nal de espe­cies (toda espe­cie pudien­do colo­ni­zar un lugar espe­ci­fi­co) o de un incre­men­to en los fil­tros medioam­bien­tales (cosas que impi­den o limi­tan el movi­mien­to de micro­bios en el medioam­biente, o que alte­ran su com­po­si­ción). O como una com­bi­na­ción de ambos.

Los fil­tros medioam­bien­tales, como los regí­menes ali­men­ti­cios, han sido prin­ci­pal­mente estu­dia­dos como los cau­santes pri­ma­rios de la baja en la diver­si­dad micro­bia­na en los intes­ti­nos de los occidentales.

El abu­so exce­si­vo de anti­bió­ti­cos es otro fil­tro medio­ma­bien­tal. Cada tra­ta­mien­to de anti­bió­ti­cos puede redu­cir la diver­si­dad de micro­bios en el hués­ped. Otros fil­tros incluyen pasar mucho tiem­po al inter­ior de la casa, un incre­men­to en los par­tos por cesa­ria y el decre­ci­mien­to en la tasa de lac­tan­cia mater­na, a los pro­duc­tos anti­mi­cro­bia­nos como los geles anti­bac­te­riales para manos, pequeñas dosis de anti­bió­ti­cos en la carne que come­mos, y la higiene moder­na.

No obs­tante, la contri­bu­ción del conjun­to regio­nal de espe­cies es poco estu­dia­da en la inves­ti­ga­ción microbiana.

Supon­go que ello es debi­do a las difi­cul­tades rela­cio­na­das con los mues­treos a gran esca­la, y por su pues­to, al cos­to y a las prio­ri­dades. Dado que los conjun­tos regio­nales de espe­cies — aunque foca­li­za­do en los macro-orga­nis­mos (orga­nis­mos visibles a simple vis­ta) — es un tema cen­tral en eco­logía, seria bene­fi­cio­so si estos fue­ran inte­gra­dos a la inves­ti­ga­ción micro­bia­na humana.

Reto­man­do nues­tro clá­si­co fil­tro medioam­bien­tal que son los anti­bió­ti­cos, podría­mos pre­gun­tar­nos si alguien que ha toma­do un anti­bió­ti­co y expe­ri­men­ta una reduc­ción en su diver­si­dad micro­bia­na, se recu­pe­raría más rápi­da­mente — vol­vien­do a su esta­do de rique­za de diver­si­dad micro­bia­na pre-anti­bió­ti­co — si el o ella hubie­ra esta­do expues­to a un robus­to y diver­so conjun­to regio­nal de espe­cies una vez ter­mi­na­do el tra­ta­mien­to antibiótico.

Sin lugar a dudas, una mayor aten­ción y una mejor ges­tión de los fil­tros medioam­bien­tales contri­buirían al mejo­ra­mien­to de la diver­si­dad micro­bia­na en los huma­nos. Sin embar­go, tener una mejor com­pren­sión de la mane­ra en que la degra­da­ción ecoló­gi­ca nos puede afec­tar cada vez más, podrá pro­veer el ímpe­tu del cual nece­si­ta esta gene­ra­ción para final­mente poner en pers­pec­ti­va la salud de los eco­sis­te­mas — pequeños y grandes — de una for­ma aún más pro­fun­da (nues­tros intes­ti­nos) de lo que la mayoría de noso­tros no lo hubie­ra ima­gi­na­do has­ta hoy.

Lo que impor­ta más, es que todo ese zum­bi­do en tor­no a los micro­bio­mas podrá ser un momen­to opor­tu­no para movi­li­zar a un muy nece­si­ta­do gru­po de defen­sores del medioam­biente micro­sco­pi­co, para enseñar mejor la mane­ra de apre­ciar la impor­tan­cia de lo que está pasan­do con nues­tra com­par­ti­da biosfera.

 

Jeff Leach


Tra­duc­ción — Edi­ción : San­tia­go Per­ales Meraz

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