Izquierdismo : ¿Cuál es el Problema ? (Por ISUMATAG)

Publicación original de Ediciones ISUMATAG. En este texto, compuesto de tres partes, se exponen de forma concisa el significado de "izquierdismo", los actitudes psicologicas que nos hacen tender al izquierdismo y su repercusión en el mantenimiento y mejoramiento del statu quo de la civilización tecno-industrial y la consecuente disminución del mundo natural.

Izquierdismo : ¿Cuál es el Problema ? (1ª parte)

Aunque el tér­mi­no “Izquier­da” se usa hoy día con mucha fre­cuen­cia en las dis­cu­siones sobre polí­ti­ca, el tér­mi­no “Izquier­dis­mo” ape­nas se uti­li­za. Con fre­cuen­cia se usan los dos tér­mi­nos sin saber cla­ra­mente a lo que se refie­ren. Así, en muchas oca­siones se puede plan­tear la duda de si tal orga­ni­za­ción o tal per­so­na son de izquier­das. Además de la ambigüe­dad en el uso de los tér­mi­nos, ocurre que según los cri­te­rios que se usen alguien podrá ser de izquier­das unas veces y otras no. Y para aña­dir más jaleo al asun­to hay gente de izquier­das que dicen que no son de izquierdas.

Por otro lado, en una socie­dad de masas las cues­tiones polí­ti­cas se tie­nen que tra­tar a un nivel lo sufi­cien­te­mente simple como para que pue­da ser com­pren­di­da por toda la pobla­ción (o su mayoría). Esto impli­ca que los asun­tos com­ple­jos son sim­pli­fi­ca­dos has­ta el pun­to que los repre­sen­tantes polí­ti­cos pare­cen simples mani­pu­la­dores en bus­ca del bene­fi­cio de su ban­do. Por eso, en estas condi­ciones, un aná­li­sis crí­ti­co que afecte más a un ban­do siempre será mal­in­ter­pre­ta­do por algu­na de las partes para usar­lo a su favor en el jue­go Dere­cha-Izquier­da, aunque esa no sea su inten­ción. Ana­li­zar el izquier­dis­mo no impli­ca defen­der a la Dere­cha polí­ti­ca, a pesar de que algu­nos lo vean así. El enfoque de este artí­cu­lo no seguirá en esa línea pues­to que está en unas coor­de­na­das total­mente dis­tin­tas y ale­ja­das de las pers­pec­ti­vas dicotó­mi­cas de la polí­ti­ca convencional.

Este artí­cu­lo se cen­trará más en los concep­tos que en los tér­mi­nos lingüís­ti­cos emplea­dos para desi­gnar­los. Es una cues­tión de no per­der el tiem­po ni hacér­se­lo per­der al lector.

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Ser de Izquierdas y ser Izquierdista

Para empe­zar, conviene acla­rar lo que estos concep­tos signi­fi­can en este artí­cu­lo y que­darse con la idea de lo que se quiere decir antes que con el tér­mi­no o la eti­que­ta que se le pone a cada concep­to. Así pues, ¿qué es ser de izquier­das ? Bre­ve­mente se podría decir que es creer que la socie­dad debe orga­ni­zarse para cui­dar de todas las per­so­nas por igual, ase­gu­rar­las un míni­mo bie­nes­tar y garan­ti­zar­las que algu­nas de sus nece­si­dades estén satis­fe­chas. Por tan­to, los ideales que asume por lo gene­ral una per­so­na de izquier­das son la igual­dad, la soli­da­ri­dad más allá de los alle­ga­dos y la feli­ci­dad. Cla­ro, estos ideales pue­den ser enten­di­dos de muy diver­sas mane­ras : depen­dien­do de a quiénes se quie­ran apli­car, es decir, la esca­la a la que se desean implan­tar (regio­nal, nacio­nal, mun­dial, uni­ver­sal), se obtiene una cor­riente de izquier­das u otra. Y lo mis­mo para las dis­tin­tas inter­pre­ta­ciones de “igual­dad” o “feli­ci­dad”. La Izquier­da se carac­te­ri­za por una amplia plu­ra­li­dad de cor­rientes. Quizá inclu­so pue­da darse el caso de que algu­nas cor­rientes estén enfren­ta­das irre­me­dia­ble­mente (o eso apa­ren­tan algu­nas veces). Antes se men­cionó que había gente de izquier­das que nega­ba per­te­ne­cer a la Izquier­da, ejem­plo de ello son la gran mayoría de los anar­quis­tas : tie­nen valores de izquier­das, pero ase­gu­ran no per­te­ne­cer a ella.

Por otro lado, ¿qué es ser izquier­dis­ta ? Ser izquier­dis­ta no se va a usar como sinó­ni­mo com­ple­to de ser de izquier­das. La razón es la siguiente : resul­ta de gran inter­és dis­tin­guir entre los ideales y las acti­tudes psi­coló­gi­cas (y el com­por­ta­mien­to que ellas indu­cen) porque nos seña­lan matices impor­tantes que no deberían pasar desa­per­ci­bi­dos. Si bien no existe un ras­go psi­coló­gi­co defi­ni­to­rio de una per­so­na izquier­dis­ta, sí exis­ten una serie de ras­gos psi­coló­gi­cos que se dan con una fre­cuen­cia noto­ria entre las per­so­nas izquier­dis­tas, de modo que pue­den ser indi­ca­dores bas­tante fiables. No puede haber una fia­bi­li­dad total debi­do a que el com­por­ta­mien­to huma­no es muy versá­til y puede estar cau­sa­do por dife­rentes moti­vos. Por ejem­plo, mien­tras que en una per­so­na uno de esos ras­gos la condu­cen a ser izquier­dis­ta, otra puede ser­lo sim­ple­mente por imi­ta­ción de sus ami­gos (“como lo hacen los demás…”).

Consi­derán­do­lo como una cate­goría tipo, el izquier­dis­ta se carac­te­ri­za por tener unas acti­tudes psi­coló­gi­cas concre­tas. Si uso izquier­dis­ta, que com­parte raíz semán­ti­ca con Izquier­da, es porque la mayoría de la gente de izquier­das pre­sen­ta tam­bién esas acti­tudes, aunque no sean comunes a todos. Es decir, ser de izquier­das y ser izquier­dis­ta son carac­terís­ti­cas que vie­nen aso­cia­das muy a menu­do. Res­pec­to a la defi­ni­ción de izquier­dis­ta en la que cuen­ta la acti­tud psi­coló­gi­ca, hay dos enfoques a consi­de­rar. Uno, cómo desar­rol­la su vida una per­so­na y dos, cómo la socie­dad influye sobre ella.

En la actua­li­dad, las per­so­nas que viven en la socie­dad tec­noin­dus­trial están enfren­ta­das al hecho de la ausen­cia de metas signi­fi­ca­ti­vas en sus vidas. Cuan­do se oye hablar tan­to de sen­sa­ción de vacío, de males­tar psi­coló­gi­co, de depre­siones y otros pro­ble­mas psi­coló­gi­cos, resul­ta inevi­table pre­gun­tarse qué está ocur­rien­do. Hay que tener pre­sente que esta socie­dad ha per­mi­ti­do a las per­so­nas rea­li­zar mul­ti­tud de acti­vi­dades que nun­ca antes los seres huma­nos habían rea­li­za­do. Y aun así, hay per­so­nas que se sien­ten vacías en sus vidas o algo menos que inú­tiles. Muy posi­ble­mente la clave se encuentre en el modo en que esta socie­dad obli­ga a vivir a la gente, entro­me­tién­dose en aspec­tos impor­tantes de la vida huma­na. Los seres huma­nos, por natu­ra­le­za, bus­can alcan­zar algu­nos obje­ti­vos vitales emplean­do cier­ta can­ti­dad de esfuer­zo y, en mayor o menor gra­do, a su mane­ra ; es decir, con auto­nomía. Inten­tar alcan­zar esa clase de obje­ti­vos (obje­ti­vos que son impor­tantes para su exis­ten­cia como conse­guir ali­men­to, un lugar donde vivir o un com­pañe­ro sexual) esforzán­dose y sin­tién­dose partí­cipe de cómo se alcan­zan, le da ali­ciente a la vida ; de hecho, para muchos es la sal­sa de la vida. Pero ocurre que en esta socie­dad o bien los obje­ti­vos vitales signi­fi­ca­ti­vos están ase­gu­ra­dos con un esfuer­zo míni­mo o bien se alcan­zan siguien­do un pro­ce­so exce­si­va­mente pau­ta­do por regla­men­ta­ciones y nor­mas de todo tipo. (En algu­nos casos, algu­nos de esos obje­ti­vos son direc­ta­mente inal­can­zables). El lec­tor ten­drá que dis­cul­par la gene­ra­li­za­ción, segu­ra­mente no todo el mun­do viva de esa mane­ra, pero sí es cier­to que la mayoría en esta socie­dad sí lo hace. Así es como una per­so­na cor­riente se ve obli­ga­da a lle­var su vida : de un modo insa­tis­fac­to­rio res­pec­to al pro­ce­so des­cri­to antes, deno­mi­na­do por algu­nos “pro­ce­so de poder” o “pro­ce­so de auto­nomía”. Ante esta insa­tis­fac­ción, se bus­can todo tipo de acti­vi­dades que entre­ten­gan, que den sen­ti­do a la vida, que pro­duz­can lo que esta vida se nie­ga a darles. Así, la gente es capaz de cual­quier cosa con tal de huir del abur­ri­mien­to, del tedio ; bue­no, en gene­ral, es capaz de hacer cual­quier cosa con tal de obte­ner algo signi­fi­ca­ti­vo en su vida aunque no aca­ban de saber lo que buscan.

El segun­do enfoque tra­ta sobre el modo en el que la socie­dad influye y condi­cio­na a las per­so­nas. Desde hace tiem­po, la socie­dad viene incre­men­tan­do su capa­ci­dad para influir en los indi­vi­duos. Diver­sas ins­ti­tu­ciones tie­nen como come­ti­do conse­guir que la gente se com­porte de un modo deter­mi­na­do para que par­ti­cipe de modo ópti­mo en el fun­cio­na­mien­to de la socie­dad tec­noin­dus­trial. Es decir, se encar­gan de socia­li­zar a los indi­vi­duos para que pue­dan rea­li­zar lo mejor posible las tareas que la socie­dad, como sis­te­ma, “nece­si­ta” que se rea­li­cen. Estas ins­ti­tu­ciones han alcan­za­do un gran control sobre lo que la gente puede lle­gar a pen­sar y a hacer. En algu­nos casos, las per­so­nas lle­gan a asi­mi­lar en lo más pro­fun­do de su ser lo que la socie­dad les ha “enseña­do”. Los valores de la socie­dad que­dan así bien incul­ca­dos en el pro­ce­so de socialización.

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Mar­cha por el cam­bio climá­ti­co orga­ni­za­da y encua­dra­da por orga­ni­za­ciones guber­na­men­tales, cor­po­ra­ti­vas, ONG etc. Mis­mas que defien­den el man­te­ni­mien­to (o no cues­tio­na­mien­to del esti­lo de vida) de la civi­li­za­ción industrial…(Leer de JAIME SEMPRUN y RENE RIESEL « CATASTROFISMO : ADMINISTRACIÓN DEL DESASTE Y SUMISIÓN SOSTENIBLE » (Ency­clo­pé­die des Nui­sances, 2008).

Pues bien, tenien­do en cuen­ta todo esto, lle­ga­mos al hecho de que una per­so­na izquier­dis­ta puede ser carac­te­ri­za­da por un alto gra­do de socia­li­za­ción, es decir, ha asu­mi­do hon­da­mente los valores de la socie­dad (igual­dad, soli­da­ri­dad a gran esca­la, etc.). Y dado que su vida sería insa­tis­fac­to­ria res­pec­to al pro­ce­so de poder, es decir, no ten­dría unos obje­ti­vos signi­fi­ca­ti­vos por los que esfor­zarse de una mane­ra que pue­da consi­de­rar suya, esa per­so­na uti­li­zaría la polí­ti­ca como cam­po en el que bus­car algo que apague su insa­tis­fac­ción. El resul­ta­do, por lo común, suele ser que uti­li­za los valores de la socie­dad para cri­ti­car a la mis­ma socie­dad. Esto signi­fi­ca cri­ti­car a la socie­dad por su mal fun­cio­na­mien­to, signi­fi­ca bus­car las contra­dic­ciones que la socie­dad tiene entre sus valores decla­ra­dos y su fun­cio­na­mien­to, signi­fi­ca lle­var una lucha polí­ti­ca que, en el fon­do, tra­ta de mejo­rar el fun­cio­na­mien­to de la sociedad.

Final­mente, bajo estos enfoques, el izquier­dis­mo sería a la Izquier­da lo que izquier­dis­ta es a ser de izquier­das. No serían total­mente lo mis­mo, pero casi. El izquier­dis­mo no sólo es ideo­logía (un sis­te­ma de ideas de izquier­das en su mayoría) sino que se carac­te­ri­za tam­bién por unas acti­tudes psi­coló­gi­cas que le incli­nan hacia esas ideas. Desde hace déca­das, la ten­den­cia del izquier­dis­mo es a ser el com­po­nente social más pre­pon­de­rante, en cuan­to a ideo­logía y en cuan­to a acti­vi­dades. Se podrá decir que la Dere­cha todavía tiene mucha fuer­za y rele­van­cia social, pero, como ha apun­ta­do algún obser­va­dor, desde hace tiem­po la dere­cha está “jugan­do” al jue­go cuyas reglas las mar­ca el izquier­dis­mo. Los temas de la agen­da polí­ti­ca actual son en su mayoría temas que fija la Izquier­da. La Dere­cha está a la defen­si­va e, ideoló­gi­ca­mente al menos, reza­ga­da. Algu­nos ejem­plos de esos temas son el matri­mo­nio entre homo­sexuales, el abor­to, los ser­vi­cios sociales, la igual­dad de géne­ros, etc. La rapi­dez con la que se ha pro­du­ci­do este cam­bio es una mues­tra más de los cam­bios ver­ti­gi­no­sos que se están dan­do en la socie­dad tec­noin­dus­trial (cre­ci­mien­to pobla­cio­nal, concen­tra­ción en grandes núcleos de pobla­ción, desar­rol­lo de todo tipo de infrae­struc­tu­ras y tec­no­logías, inten­tos cada vez más nume­ro­sos de ges­tión de la natu­ra­le­za, etc.). Unos cam­bios que parece que no se deten­drán en las próxi­mas déca­das y que ame­na­zan la liber­tad huma­na y la natu­ra­le­za sal­vaje de una mane­ra nun­ca antes conocida.

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A esta defi­ni­ción de izquier­dis­ta se le podría obje­tar que no es posible meterse den­tro de la cabe­za de la gente, saber lo que pien­sa y lo que la guía. Desde lue­go es un tema difí­cil, con bas­tantes difi­cul­tades empí­ri­cas. Pero, des­pués de haber obser­va­do durante años al izquier­dis­mo, inclu­so haber par­ti­ci­pa­do en él, sí que me atre­vo a des­cri­bir la psi­co­logía que se encuen­tra detrás de patrones de conduc­ta recur­rentes, que se han dado en dife­rentes lugares y momen­tos en las últi­mas déca­das. Existe un vín­cu­lo entre psi­co­logía izquier­dis­ta e ideo­logía de izquier­das, de ahí que en dife­rentes lugares y momen­tos donde apa­re­cen unas acti­tudes psi­coló­gi­cas deter­mi­na­das se sue­lan dar unas acti­vi­dades polí­ti­cas concre­tas. Con todos los matices que se quie­ra, pero existe una cor­re­la­ción entre un fenó­me­no y otro. No reco­no­cer­la segu­ra­mente signi­fique igno­rar uno de los más carac­terís­ti­cos pro­ble­mas de la socie­dad tec­noin­dus­trial. Des­co­noz­co si el pro­ble­ma tiene solu­ción (tam­po­co digo que sea un pro­ble­ma prio­ri­ta­rio) pero, si ni siquie­ra se reco­noce, difí­cil­mente se podrá solu­cio­nar y, peor aún, seguirá entor­pe­cien­do la reso­lu­ción de los pro­ble­mas ver­da­de­ra­mente importantes.

Primer problema : los fines políticos acaban por reforzar el desarrollo de la sociedad

El ideal de una socie­dad igua­li­ta­ria y soli­da­ria en la que todo el mun­do tuviese la posi­bi­li­dad de ser feliz, ins­pi­ra al izquier­dis­mo. Pero estos ideales, estos fines polí­ti­cos cum­plen, incons­cien­te­mente o no, un papel en el pre­sente. Y no es pre­ci­sa­mente acer­carse a ese futu­ro “idí­li­co”. De hecho, la socie­dad tec­noin­dus­trial es una her­ra­mien­ta muy efi­caz para consi­de­rar y pro­bar esos fines izquier­dis­tas. Fijé­mo­nos bien que valores como la igual­dad y la soli­da­ri­dad a gran esca­la lo que hacen es opti­mi­zar el fun­cio­na­mien­to de esta socie­dad. Evi­tan­do que las per­so­nas sean dis­cri­mi­na­das por su sexo, su raza, su etnia, su nacio­na­li­dad, etc., se consigue dis­po­ner de la poten­cia­li­dad de per­so­nas váli­das para desar­rol­lar las tareas nece­sa­rias den­tro de la socie­dad actual. Si exis­tie­ra algu­na de esas dis­cri­mi­na­ciones o pre­jui­cios, ese poten­cial se per­dería, se desa­pro­ve­charía. Lo mis­mo ocurre con la soli­da­ri­dad. El izquier­dis­mo poten­cia una soli­da­ri­dad exten­si­va en contra muchas veces de la soli­da­ri­dad natu­ral que se da entre los seres huma­nos, aquel­la diri­gi­da hacia fami­liares y alle­ga­dos. El nepo­tis­mo (favo­re­cer a los parientes) aho­ra se consi­de­ra más un pro­ble­ma que algo posi­ti­vo o nor­mal, dado que es un tra­to dis­cri­mi­na­to­rio, contra­rio a cri­te­rios de efi­cien­cia o méri­to que deberían pre­do­mi­nar en un sis­te­ma social en fun­cio­na­mien­to ópti­mo. Se nece­si­ta que la soli­da­ri­dad vaya más allá de los gru­pos pequeños y se extien­da a toda la socie­dad para que la coope­ra­ción entre las dis­tin­tas partes de la socie­dad fun­cione mejor. En una socie­dad muy espe­cia­li­za­da como ésta, unos depen­den de otros para vivir, si no coope­ra­sen sería una catás­trofe. Por eso, alen­tarles a coope­rar puede mejo­rar el fun­cio­na­mien­to de la sociedad.

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Como se viene dicien­do en esta revis­ta, el desar­rol­lo y el fun­cio­na­mien­to de la socie­dad tec­noin­dus­trial supo­nen el impe­di­men­to de la liber­tad huma­na y de la auto­nomía de lo sal­vaje. Así que el izquier­dis­mo, bajo su apa­rien­cia de bie­nin­ten­cio­na­do, lo que pro­vo­ca es un empeo­ra­mien­to de la situa­ción cuan­do per­sigue esos fines polí­ti­cos. Segu­ra­mente, agrave los pro­ble­mas psi­coló­gi­cos que ya tiene la gente cuan­do consi­ga ase­gu­rar a todo el mun­do un bie­nes­tar o una feli­ci­dad bási­ca. Como ya se dijo antes, las per­so­nas lo que nece­si­tan es hacer cosas impor­tantes para su vida por sí mis­mas, expe­ri­men­tar su pro­pia valía en las acti­vi­dades signi­fi­ca­ti­vas de la vida. Y segu­ra­mente tam­bién, la solu­ción a esos pro­ble­mas psi­coló­gi­cos se busque en nue­vos desar­rol­los tec­noló­gi­cos, como nue­vos medi­ca­men­tos o nue­vas tec­no­logías médi­cas que “solu­cio­nen” los pro­ble­mas, es decir, ter­mi­nen sola­mente con sus sín­to­mas o los enmascaren.

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Aldous hux­ley, « un mun­do feliz » (1932)

 

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Izquierdismo : ¿Cuál es el Problema ? (2ª parte)

 

Segun­do pro­ble­ma : los fines per­so­nales mar­can la pauta

El izquier­dis­mo tam­bién se man­tiene y desar­rol­la cuan­do las per­so­nas inten­tan solu­cio­nar sus pro­ble­mas indi­vi­duales mediante la acti­vi­dad polí­ti­ca. Detrás de una facha­da de altruis­mo, gene­ro­si­dad y bue­na inten­ción, encon­tra­mos que muchas per­so­nas se meten en acti­vi­dades polí­ti­cas porque no han podi­do expe­ri­men­tar el “pro­ce­so de poder” de un modo ade­cua­do. Cuan­do esto ocurre, hay quienes encuen­tran satis­fac­ción orga­ni­zan­do acti­vi­dades entre­te­ni­das o quienes encuen­tran satis­fac­ción en acu­mu­lar poder o reco­no­ci­mien­to. Esas acti­vi­dades no nece­sa­ria­mente son efi­caces res­pec­to a los fines polí­ti­cos decla­ra­dos, pero entre­tie­nen ; de ahí la pro­li­fe­ra­ción de actos más pro­pios de la ani­ma­ción socio­cul­tu­ral en las últi­mas déca­das. Es cier­to que crean adhe­sión y refuer­zan el sen­ti­do de per­te­nen­cia a la cor­riente izquier­dis­ta de tur­no ; sin embar­go, son poco más que acti­vi­dades sustitutorias.

No es difí­cil encon­trar en las orga­ni­za­ciones e ins­ti­tu­ciones izquier­dis­tas prue­bas y com­por­ta­mien­tos que des­mien­ten una y otra vez sus anhe­la­dos fines polí­ti­cos. No se tra­ta sola­mente de que esos fines polí­ti­cos pue­dan mejo­rar el sis­te­ma social actual, sino que, en muchas oca­siones, son irrea­li­zables para los seres huma­nos. Al menos, para los seres huma­nos tal y como los cono­ce­mos hoy día. Si los Homo sapiens de hoy fue­sen modi­fi­ca­dos en su natu­ra­le­za gra­cias a los avances tec­noló­gi­cos, el can­tar podría ser otro. El coste de avances simi­lares ya los está sin­tien­do todo el pla­ne­ta en la actua­li­dad. En su empeño por alcan­zar esos fines, no impor­ta que la gente se ten­ga que adap­tar a situa­ciones y modos de vida cada vez más arti­fi­ciales. Esto no se puede consi­de­rar como algo posi­ti­vo ni siquie­ra para los pro­pios huma­nos. El ale­ja­mien­to de la natu­ra­le­za sal­vaje, inter­na y exter­na a los indi­vi­duos, no sale gra­tis. El fra­ca­so a la hora de expe­ri­men­tar el “pro­ce­so de poder” es una prue­ba de ello.

Resu­mien­do, aunque muchos izquier­dis­tas per­si­guen en el fon­do fines per­so­nales (en el sen­ti­do de fines psi­coló­gi­cos pro­pios) en sus acti­vi­dades polí­ti­cas, hacién­do­lo contri­buyen a la bús­que­da de unos fines polí­ti­cos bas­tante peli­gro­sos para la mis­ma natu­ra­le­za huma­na. Dada su impli­ca­ción per­so­nal en el asun­to, muchas veces ellos no pue­den ni siquie­ra plan­tearse el tema en una dis­cu­sión racio­nal, con lo que se cier­ra un posible cami­no para limi­tar el pro­ble­ma del izquierdismo.

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Ter­cer pro­ble­ma : Iden­ti­fi­ca­ción con la rebeldía

Existe otro pro­ble­ma al que conviene pres­tar aten­ción. El izquier­dis­mo, por su pro­pio carác­ter sobre­so­cia­li­za­do, cri­ti­ca abun­dan­te­mente la socie­dad has­ta el pun­to de aca­pa­rar toda la crí­ti­ca, de aco­ger en su seno cual­quier argu­men­to que le sir­va a la hora de que­jarse de lo mal que va la socie­dad. No suele tener mucha impor­tan­cia si esa crí­ti­ca es cohe­rente y com­pa­tible en todas sus partes, lo impor­tante es que­jarse ; el moti­vo concre­to no parece ser muy rele­vante. De ahí, el énfa­sis que se da a la tole­ran­cia de opi­niones y a la plu­ra­li­dad de posi­cio­na­mien­tos (siempre que sean “crí­ti­cos”, un eufe­mis­mo que cada cor­riente inter­pre­ta de una mane­ra). Con esto no se quiere decir que dicha tole­ran­cia exis­ta y no se den dog­ma­tis­mos, sola­mente se está seña­lan­do un meca­nis­mo por el que el izquier­dis­mo tiende a absor­ber aquel­las pos­tu­ras contra­rias a algu­nos ras­gos de la socie­dad en la que vivimos.

De este modo, cuan­do las per­so­nas ven, reflexio­nan o sien­ten que esta socie­dad tiene un carác­ter intrín­se­ca­mente malo, el úni­co ‘sitio’ al que pue­den acu­dir y, de hecho, acu­den es al izquier­dis­mo. Y el izquier­dis­mo lo que hace es anu­lar de diver­sas mane­ras esas ganas de dese­char esta socie­dad, cana­lizán­do­las en acti­vi­dades polí­ti­cas inú­tiles o trans­formán­do­las en una cor­riente de mejo­ra de esa mis­ma socie­dad. La parte “radi­cal”, “alter­na­ti­va” o “revo­lu­cio­na­ria” del izquier­dis­mo no es una excep­ción a esto, sino un ejem­plo. Esta parte se com­pone de dis­tin­tas cor­rientes, pero siempre pre­sen­tan la carac­te­ri­za­ción y los valores izquier­dis­tas men­cio­na­dos al prin­ci­pio de este artí­cu­lo. En España, tene­mos a la vis­ta dis­tin­tos movi­mien­tos u orga­ni­za­ciones nacio­na­lis­tas inde­pen­den­tis­tas revo­lu­cio­na­rias, anti­ca­pi­ta­lis­tas, sin­di­ca­tos revo­lu­cio­na­rios, orga­ni­za­ciones ani­ma­lis­tas, eco­lo­gis­tas, anti­au­to­ri­ta­rias, antiin­dus­triales, femi­nis­tas radi­cales, y un lar­go etcé­te­ra. El lec­tor, si se moles­ta, podrá obser­var en ellos los pro­ble­mas que aquí se indican.

Esta parte “revo­lu­cio­na­ria” del izquier­dis­mo está muy las­tra­da por su tra­di­ción de “lucha contra la socie­dad”. Las temá­ti­cas de su dis­cur­so sue­len ser reduc­cio­nis­tas, cen­trán­dose en aspec­tos concre­tos de la socie­dad dán­doles una impor­tan­cia que no tie­nen en la rea­li­dad, menos­pre­cian­do y olvi­dan­do otros bas­tante más impor­tantes. Si buscá­ra­mos el ejem­plo más clá­si­co de un dis­cur­so de este tipo, el de la lla­ma­da lucha de clases enca­jaría a la per­fec­ción en nues­tra bús­que­da. Esa tra­di­ción de lucha refle­ja tam­bién com­po­nentes irra­cio­nales del izquier­dis­mo, que limi­tan la crí­ti­ca inter­na. El rela­ti­vis­mo y sus dog­mas, el culto a la per­so­na­li­dad, a las orga­ni­za­ciones, al pres­ti­gio de cier­tos mili­tantes, a las auto­ri­dades inte­lec­tuales, etcé­te­ra, se uti­li­zan muy bien para los fines per­so­nales de los que hablé en el pun­to ante­rior. Y es que la “revo­lu­ción” del izquier­dis­mo no se puede consi­de­rar loable, ni mucho menos algo deseable. Su fun­ción real en esta socie­dad es la de ser un agu­je­ro negro donde se anu­lan las ganas de muchas per­so­nas de rebe­larse ver­da­de­ra­mente contra esta sociedad.

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El sis­te­ma tec­no-indus­trial actual.

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Izquierdismo : ¿Cuál es el Problema ? (3ª parte)

 

Más difi­cul­tades

Exis­ten, además, otras difi­cul­tades rela­cio­na­das con el izquier­dis­mo. No obs­tante, parece que el pri­mer pro­ble­ma es reco­no­cer que el izquier­dis­mo supone en sí mis­mo un pro­ble­ma. No esta­mos habi­tua­dos a pen­sar eso de alguien que pre­tende solu­cio­nar pro­ble­mas. Pero es así, una per­so­na que tra­ta de solu­cio­nar un pro­ble­ma puede ser en sí mis­ma un pro­ble­ma. Cuan­do se com­prue­ba repe­ti­das veces que lo que esa per­so­na hace o bien empeo­ra la situa­ción o bien es total­mente inú­til, es hora de ana­li­zar si esa per­so­na es la ade­cua­da para resol­ver dicho asunto.

A modo de capa de Pho­to­shop o de velo semi­translú­ci­do, la rea­li­dad del izquier­dis­mo que­da sutil­mente ocul­ta tras las apa­rien­cias. Sus “loables y nobles” inten­ciones convi­ven con lo que está en un segun­do o ter­cer pla­no, el refuer­zo del desar­rol­lo de la socie­dad que más ha ame­na­za­do la liber­tad y la natu­ra­le­za en la his­to­ria. Mi inten­ción no es jus­ti­fi­car el esta­do actual de las cosas y su desar­rol­lo, por eso la razón de este escrito.

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Conviene mati­zar además que quizá los pro­ble­mas que se pre­ten­den solu­cio­nar o bien no son tan impor­tantes como se dice o bien no son un pro­ble­ma en abso­lu­to o bien son irre­so­lubles en el contex­to de socie­dad y mun­do en el que vivi­mos. La impor­tan­cia de muchos pro­ble­mas sociales, ¿qué es com­pa­ra­da con la cri­sis que ame­na­za a todo el pla­ne­ta ? Las cir­cuns­tan­cias polí­ti­cas, las tra­di­ciones de lucha o los inter­eses par­ti­cu­lares pesan mucho más que un aná­li­sis mesu­ra­do que nos sitúe a los seres huma­nos en nues­tro lugar en el pla­ne­ta. Por otro lado, se suele pre­sen­tar nues­tra pre­fe­ren­cia natu­ral por aten­der a nues­tros alle­ga­dos de mane­ra prio­ri­ta­ria has­ta en los míni­mos detalles como un pro­ble­ma de inso­li­da­ri­dad hacia los demás. La cues­tión es que la soli­da­ri­dad hacia los no alle­ga­dos no for­ma parte de la expre­sión natu­ral de huma­ni­dad sino sólo de cier­tas eta­pas evo­lu­ti­vas de cier­tas socie­dades civi­li­za­das. Vol­ve­mos al pun­to ante­rior, el inter­és de un sis­te­ma social concre­to se impone sobre los inter­eses de los miem­bros que la com­po­nen y sobre las carac­terís­ti­cas del mun­do que lo sopor­tan. ¿Tan impor­tante es ? ¿Impor­tante para quién ? ¿Impor­tante por enci­ma de qué ? Final­mente, un ejem­plo de la ter­ce­ra posi­bi­li­dad enun­cia­da antes (los pro­ble­mas irre­so­lubles) es la desi­gual­dad. Has­ta cier­to pun­to y en cier­to gra­do, todos los gru­pos huma­nos cono­ci­dos han pre­sen­ta­do desi­gual­dad de un tipo u otro. Y tiene segu­ra­mente un sen­ti­do fun­cio­nal y nece­sa­rio. Sin embar­go, en socie­dades civi­li­za­das la evo­lu­ción de la divi­sión social ha ido inevi­ta­ble­mente adqui­rien­do ras­gos más opre­si­vos y pro­blemá­ti­cos. En ellas, la desi­gual­dad es un ras­go sus­tan­cial impres­cin­dible, sin el que la socie­dad implo­sio­naría en la dis­fun­cio­na­li­dad. Sin embar­go, al mis­mo tiem­po, per­ió­di­ca­mente puede pro­du­cir dife­rentes clases de pro­ble­mas según las envi­dias que se des­pier­ten o lo apre­ta­das que vayan las tuer­cas de quienes la sufren. Se le podrá encon­trar ali­vios pasa­je­ros en esas cir­cuns­tan­cias, pero la desi­gual­dad no desaparecerá.

Se podría plan­tear una obje­ción a lo plan­tea­do has­ta aho­ra : el hecho de que no es posible juz­gar a los demás, meterse en su cabe­za y saber sus inten­ciones bási­cas. Como pro­ble­ma empí­ri­co es una rea­li­dad, pero pasa en cual­quier ámbi­to de la vida, no sólo en la polí­ti­ca. El ser huma­no tiene una gran capa­ci­dad de inter­ac­ción social, de modo que puede lle­gar a reco­no­cer patrones de conduc­ta, hábi­tos, creen­cias, men­ti­ras, etc. en los demás. De hecho, hay quien defiende que esa es nues­tra espe­cia­li­dad como ani­males. Aunque tam­bién es cier­to que las per­so­nas pue­den lle­gar al pun­to de estar engañán­dose a sí mis­mas, creyen­do en algo que es fal­so sin saber­lo. Esto es lo que ocurre con el izquier­dis­mo : conscien­te­mente un izquier­dis­ta típi­co jus­ti­fi­ca su acti­vi­dad polí­ti­ca mediante un dis­cur­so y unas jus­ti­fi­ca­ciones ideoló­gi­cas, pero incons­cien­te­mente las cau­sas de su conduc­ta son otras dife­rentes. Es un hecho tan común entre los seres huma­nos que cier­tas escue­las den­tro de la antro­po­logía, la “cien­cia que estu­dia la cultu­ra huma­na”, hacen una dis­tin­ción cla­ra entre lo que la gente cree que guía sus actos y lo que un obser­va­dor infor­ma­do y obje­ti­vo (o varios obser­va­dores a lo lar­go del tiem­po) des­cubre como las ver­da­de­ras cau­sas de esos actos.

[NdT : « Pues­to que la socie­dad de masas (o sea, aquel­los que esta ha for­ma­do inte­gral­mente, cual­quie­ra que sean sus ilu­siones sobre ello) no plan­tea jamas los pro­ble­mas que pre­tende « ges­tio­nar », si no es más que en los tér­mi­nos que hacen de su man­te­ni­mien­to una condi­ción sine qua non » cf.JAIME SEMPRUN y RENE RIESEL « CATASTROFISMO : ADMINISTRACIÓN DEL DESASTE Y SUMISIÓN SOSTENIBLE » (Ency­clo­pé­die des Nui­sances, 2008)].

Es nor­mal, entonces, que una per­so­na invo­lu­cra­da en acti­vi­dades izquier­dis­tas tien­da a pin­tar­las y des­cri­bir­las de un modo posi­ti­vo (“altruis­tas”, “soli­da­rias”, “rebeldes”, “revo­lu­cio­na­rias”, etc., según la cor­riente a la que per­te­nez­ca). Al estar impli­ca­da en ellas, no suele juz­gar­las racio­nal­mente. Pero esto no signi­fi­ca que otras per­so­nas no sean capaces de hacer­lo. De hecho, ya se han publi­ca­do unos cuan­tos aná­li­sis inter­esantes sobre ello. Por tan­to, no es impo­sible juz­gar la conduc­ta de los demás. Puede ser com­pli­ca­do, pero no imposible.

En cual­quier caso, no es mi inten­ción saber si una per­so­na concre­ta es izquier­dis­ta o no, ni bus­car culpables por bus­car culpables, sino alen­tar a la reflexión sobre un pro­ble­ma tan impor­tante como el izquier­dis­mo. Que­darse en seña­lar indi­vi­duos concre­tos sería una pér­di­da de tiempo.

Por últi­mo, existe un par de confu­siones res­pec­to al tér­mi­no izquier­dis­ta que conviene acla­rar. Se ha confun­di­do, a veces y en cier­tos entor­nos, izquier­dis­ta con refor­mis­ta. A veces pue­den coin­ci­dir, se puede ser izquier­dis­ta y refor­mis­ta a la vez. Pero, conviene no olvi­dar que hay una parte de los izquier­dis­tas, y del izquier­dis­mo, que se pro­cla­ma revo­lu­cio­na­ria, como se vio antes. Y es la parte del izquier­dis­mo que crea un pro­ble­ma impor­tante, confun­dir y anu­lar a per­so­nas que desean sin­ce­ra­mente aca­bar con el sis­te­ma tec­noin­dus­trial actual. Otra posible confu­sión consiste en equi­pa­rar izquier­dis­ta y pro­gre­sis­ta. De nue­vo, es posible que haya muchos izquier­dis­tas que se mues­tren par­ti­da­rios del pro­gre­so ; sin embar­go, tam­bién los hay que cri­ti­can el pro­gre­so (aunque lue­go sea para pro­po­ner otra clase de pro­gre­so, “alter­na­ti­vo”, “espi­ri­tual”, “moral”, más “huma­no”, etc.). Por tan­to, ese no es un ras­go defi­ni­to­rio de los izquier­dis­tas, a pesar de que sea un ras­go habi­tual entre ellos.

Algu­nas Conclusiones

Dar una solu­ción a todos los pro­ble­mas que trae consi­go el izquier­dis­mo no sólo impli­caría des­viar un montón de energía y tiem­po de los asun­tos más impor­tantes, sino que pro­ba­ble­mente sean irre­so­lubles en su tota­li­dad. Prin­ci­pal­mente se tra­ta de estar pre­ve­ni­do, estar al tan­to de lo que supone el izquier­dis­mo y no dejarse engañar y arras­trar por sus anti­guas o nove­do­sas ver­siones. El izquier­dis­mo es per­ió­di­ca­mente un alien­to reno­va­dor para la socie­dad tec­noin­dus­trial de modo que refuer­za los valores huma­nis­tas y civi­li­za­to­rios. Tenien­do en cuen­ta todo el dete­rio­ro y some­ti­mien­to de la natu­ra­le­za sal­vaje y la pér­di­da de la liber­tad indi­vi­dual que está socie­dad ha cau­sa­do y sigue cau­san­do, no es acep­table defen­der ideas o movi­mien­tos que la pue­dan reno­var. Sobre todo cuan­do es la cau­sante de la cri­sis ecoló­gi­ca pla­ne­ta­ria que vivi­mos y ene­mi­ga irre­con­ci­liable de lo sal­vaje.

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Sin embar­go, como los pro­ble­mas gene­ra­dos por el izquier­dis­mo afec­tan a su vez al modo en que se podrían inten­tar resol­ver estos asun­tos más impor­tantes, es nece­sa­rio e inevi­table tomar una posi­ción res­pec­to al izquier­dis­mo. La úni­ca pos­tu­ra sen­sa­ta y prác­ti­ca es la de su total recha­zo. Lo pri­me­ro a hacer es un tra­ba­jo indi­vi­dual de auto­co­no­ci­mien­to, de reco­no­cer lo pro­pio en uno mis­mo, en la espe­cie a la que per­te­nece y del mun­do vivo del que pro­cede, y al que uno debería ren­dir plei­tesía. El izquier­dis­mo, como una de las amal­ga­mas ideoló­gi­cas más influyentes en nues­tros días, difunde unos valores contra­dic­to­rios con la natu­ra­le­za huma­na y lo sal­vaje en gene­ral. La igual­dad no se sos­tiene ante la desi­gual­dad natu­ral pre­sente en cual­quier gru­po huma­no. La soli­da­ri­dad más allá de los alle­ga­dos es un for­za­mien­to de los indi­vi­duos en bene­fi­cio de un sis­te­ma cuyas grandes orga­ni­za­ciones tien­den al control total de dichos indi­vi­duos gra­cias al reper­to­rio tec­noló­gi­co. La feli­ci­dad o las recrea­ciones armo­nio­sas de la vida que aquel­la inci­ta cho­can con la rea­li­dad de la vida que es lucha y conflic­to, fra­ca­sos y, a veces, éxi­tos. El mun­do al que per­te­ne­ce­mos como seres es sal­vaje y sal­vaje es nues­tro fue­ro inter­no. Cono­cer­lo es decisivo.

Man­te­ner la influen­cia del izquier­dis­mo a raya consti­tuye un pri­mer paso nece­sa­rio, al que le han de seguir otros. Una vez asen­ta­do ese paso, lo siguiente es contri­buir a construir un refe­rente social no izquier­dis­ta que pue­da apor­tar serie­dad y un com­pro­mi­so real en la lucha contra la socie­dad tec­noin­dus­trial. Un pilar bási­co en ello ha de ser el valor de la auto­nomía de lo sal­vaje. Segu­ra­mente no sea una tarea sen­cil­la, pero sólo la confor­mi­dad es fácil en estos tiem­pos difíciles.

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Edi­ción ; San­tia­go P.

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