James C. Scott, es profesor de Ciencias políticas, catedrático de Antropología y codirector del Programa de Estudios Agrarios en la Universidad de Yale, se ha hecho famoso por sus estudios sobre las formas de vida de los pueblos del sudeste asiático que luchan por vivir al margen del estado, en libros como « Armas de los pobres » o « El arte de no ser gobernado ». Es miembro de la Academia Americana de Artes y Ciencias, y un mediocre granjero y apicultor. De su experiencia como investigador de estas sociedades han surgido estas reflexiones sobre la nuestra : « Los argumentos que se encontrarán aquí ‑nos dice-se fueron gestando durante largo tiempo, mientras escribía acerca de campesinos, conflictos de clase, resistencias y pueblos marginales en las colinas del sudeste de Asia ». Esta reflexión le ha llevado a recuperar la rica tradición del pensamiento anarquista para aplicarlo a uno de los mayores problemas de nuestro tiempo : la angustia de vivir agobiados entre el excesivo peso del estado y el desencanto con la revolución. Del interés de la obra da buena idea que un activista antropólogo como David Graeber le califique como « uno de los mayores pensadores políticos de nuestro tiempo », y que un « guru » de la derecha como Francis Fukuyama lo llame de « ameno y provocador ».
La estandarización del mundo
A lo largo de los últimos dos siglos, las prácticas locales y tradicionales se han extinguido a tal ritmo que uno puede pensar en este proceso, sin temor a exagerar, como en un proceso de extinción total similar al de la desaparición acelerada de las especies.Y la razón es también análoga : la pérdida de su hábitat.
Muchas prácticas tradicionales locales han desaparecido ya de la escena, y muchas otras están amenazadas. El principal agente tras su extinción no es otro que el enemigo jurado del anarquista, el estado, y en particular, el moderno estado-nación. El auge del moderno módulo político del estado-nación, ahora hegemónico, desplazó y aplastó después a toda una serie de formas políticas locales tradicionales : bandas sin estado, tribus, ciudades libres, confederaciones poco rígidas de ciudades, comunidades de fugitivos e imperios, en cuyo lugar se alza por todas partes un único modelo local, el estado-nación noratlántico, codificado en el siglo XVIII y que se hace pasar por universal.
Si retrocedemos unos cientos de metros y abrimos nuestros ojos dispuestos a maravillarnos, no deja de ser asombroso que uno pueda viajar a cualquier lugar del mundo y encontrarse con el mismo orden institucional : una bandera nacional, un himno nacional, teatros nacionales, orquestas nacionales, jefes de estado, un Parlamento (real o ficticio), un banco central y un aparato de seguridad, entre otras instituciones. Los imperios coloniales y la imitación « modernizadora » desempeñaron su papel en la propagación de dicho módulo, pero su capacidad de permanencia depende del hecho de que este tipo de instituciones son los engranajes universales que integran una unidad política en los sistemas internacionales establecidos. Hasta 1989, los polos de imitación eran dos. En el bloque socialista, uno podía ir desde Checoslovaquia a Mozambique, a Cuba, a Vietnam, a Laos y a Mongolia y encontrar el mismo sistema, o casi, de planificación centralizada, granjas colectivas y planes quinquenales. Desde entonces, y salvo escasas excepciones, ha prevalecido un único modelo estándar.
[…]echemos un vistazo a las historias del terror en el mundo, casi en su totalidad, el resultado de la imposición del estado de fronteras que también tienen como resultado el de acabar con un montón de idiomas, ya que cuando se impone una frontera estatal, ya sea Francia, Italia, Alemania, Guatemala o en este caso en Estados Unidos, se está acabando con un gran número de idiomas al interior de ellas. Esto no es una destrucción de especies pero es una a analogía de ello, y esta sucediendo todo el tiempo.
De este modo, el esfuerzo que se hace para salvar a las especies, las culturas, las sociedades y las lenguas, es un esfuerzo mayor. Debemos reconocer que es una enorme pérdida cuando la riqueza cultural de una sociedad desaparece y esta cultura se encuentra crucialmente encapsulada en su idioma. — NOAM CHOMSKY.
Una vez instaurado, el moderno estado-nación emprendió la tarea de homogeneizar su población y las prácticas tradicionales locales que se desviaban de la norma. En casi todas partes el estado pasó entonces a fabricar una nación : Francia se puso a crear franceses, Italia se puso a crear italianos. Esta tarea implicaba un gran proyecto de homogeneización. Una inmensa variedad de lenguas y de dialectos, a menudo ininteligibles entre sí, quedaron subordinados, sobre todo gracias a la escolarización, a un idioma nacional estandarizado, en general el dialecto de la región dominante, un proceso que condujo a la desaparición de idiomas, literaturas orales y escritas, música, leyendas y epopeyas locales, y de mundos enteros de significado.
Documental — Educando el mundo : La última carga del hombre blanco
(Schooling the World : The White Man’s Last Burden)
https://www.youtube.com/watch?v=2MOdOilFzg0
Una inmensa variedad de leyes locales y de prácticas consuetudinarias fueron sustituidas por un sistema nacional de leyes que era, en principio al menos, el mismo en todas partes. Una inmensa variedad de prácticas de uso de la tierra fueron sustituidas por un sistema de propiedad, registro y transferencia, los mejores para facilitar la aplicación y recaudación de los impuestos. Una inmensa cantidad de sistemas pedagógicos locales (aprendizajes, maestros y tutores itinerantes, sanación, instrucción religiosa, clases informales) fueron sustituidos en general por un sistema educativo nacional tal, que un ministro de Educación francés pudo alardear de que, puesto que eran exactamente las diez y veinte de la mañana, sabía qué pasaje exacto de Cicerón estaban estudiando en aquel momento todos los escolares de un nivel determinado , en toda Francia. Esta imagen utópica de uniformidad se alcanzó en muy pocas ocasiones, pero to que sí lograron estos proyectos fue la destrucción de las tradiciones locales.
LA DIVERSIDAD ES LA VIDA Y LA UNIFORMIDAD ES LA MUERTE — M. A. BAKUNIN
En la actualidad, y más allá del estado-nación en sí mismo, las fuerzas de la estandarización están representadas por las organizaciones internacionales. El principal objetivo de instituciones tales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio, la UNESCO, e incluso la UNICEF y el Tribunal Internacional de Justicia, consiste en propagar a lo largo y ancho del globo los estándares normativos (« buenas prácticas »), derivados, una vez más, de las naciones del Atlántico Norte. El poder económico de estas agencias es tal que el hecho de no ajustarse a sus recomendaciones conlleva importantes penalizaciones en cuanto a créditos y la retirada de la ayuda. El proceso de alineación institucional lleva ahora como nombre el encantador eufemismo de « armonización ». Las corporaciones globales son fundamentales asimismo en este proyecto de estandarización, puesto que también ellas prosperan en un entorno cosmopolita, familiar y homogeneizado donde el orden legal, las normativas comerciales, el sistema monetario y similares son uniformes. Las corporaciones, además, a través de la venta de sus productos y servicios y de la publicidad, trabajan constantemente en la fabricación de consumidores cuyas necesidades y gustos son los que ellas necesitan.

La desaparición de algunas tradiciones locales apenas requiere que mostremos duelo por ellas. Si el modelo estandarizado del ciudadano francés que nos legó la revolución sustituyó formas de servidumbre feudal en las provincias francesas, se trata entonces sin duda de un avance emancipador. Si los avances técnicos tales como las cerillas o las lavadoras automáticas sustituyeron al pedernal y la yesca y al lavadero y la piedra, es indudable que se tradujeron en la disminución del trabajo pesado. Uno no querría saltar en defensa de todas las tradiciones locales y en contra de todos los universales.… Las poderosas agencias de homogeneización, no obstante, no tienen tanta sensibilidad. Su tendencia ha sido la de sustituir prácticamente todas las tradiciones locales con lo que ellas representan como universales, pero recordemos una vez más que, en la mayoría de los casos, se trata de tradiciones noratlánticas travestidas que se hacen pasar por universales. El resultado es una abrumadora reducción de la diversidad cultural, política y económica, una inmensa homogeneización de las lenguas, culturas, sistemas de propiedad, formas políticas y, por encima de todo, de todas las sensibilidades y de los — Lebenswelten (mundos de la vida) que sustenta todo lo anterior. Uno puede esperar con ansiedad un tiempo futuro, no tan lejano, en el que los empresarios del Atlántico Norte puedan bajar del avión en cualquier lugar del mundo y encontrar un orden institucional (leyes, códigos comerciales, ministerios, sistemas de tráfico, formas de propiedad y tenencia de tierras de pleno dominio) que les sea muy conocido. ¿Y por qué no ? Las formas, en esencia ; son las suyas. Solo la cocina, la música, los bailes y los trajes típicos de los indígenas seguirán siendo exóticos y folclóricos … y también totalmente comercializables como producto de consumo.
James C. Scott
Edición ; Santiago Perales Meraz.
Me debo en la línea que se debe centrar en ser fiel por la pación de lo justo y lo natural ; porque sin ellos, no es posible la vida
Ciertamente Antonio. Por lo mismo el estado es hostil a la vida, a lo natural, a la diversidad.