Traducción de un articulo publicado originalmente (en ingles) en el sitio de la Universidad de Waterloo. En este se destaca la posibilidad, para el ser humano, y específicamente para el no-civilizado, de vivir en armonía con su entorno, en una época donde no poca gente se resigna a pensar que la especie humana es fatalmente destructora del medio natural que le rodea.
La ocupación humana por lo general es asociada con paisajes ecológicos degradados pero una nueva investigación muestra que 13,000 años de ocupación constante por las Primeras Naciones costeras de la Columbia Británica han tenido el efecto opuesto, mejorando la productividad del bosque templado húmedo.
Andrew Trant, profesor de la facultad de medio ambiente de la Universidad de Waterloo, en recursos y sustentabilidad, dirigió el estudio en colaboración con la Universidad de Victoria y el Instituto Hakai. La investigación combinaba datos en teledetección, ecología y arqueología que fueron recopilados sobre los sitios costeros donde las Primeras Naciones vivieron durante milenios. Estos mostraron que los arboles que crecían en los antiguos lugares de habitación son más grandes, mas anchos y en mejor salud que los del bosque circundante. Este descubrimiento se explica, en gran parte, por los depósitos de moluscos y los fuegos.
« Es increíble que en un tiempo en donde tantas investigaciones nos muestran los legados negativos que los pueblos dejan tras su paso, tengamos aquí una historia opuesta », explica Trant. « Estos bosques prosperan gracias a su relación con las Primeras Naciones costeras. Durante más de 13.000 años — 500 generaciones — esos pueblos transformaron el paisaje. Esta región, que a primera vista parece intacta y salvaje, es en realidad altamente modificada y mejorada gracias al comportamiento de una cultura humana. »
La pesca intermareal de crustaceos se intensificó en esta área en el curso de los últimos 6.000 años, resultando en acumulaciones profundas de conchas de moluscos, en algunos casos a más de 5 metros de profundidad y cubriendo miles de metros cuadrados de área boscosa. A largo plazo, la practica de recolección de moluscos y del deposito de los restos en las tierras, contribuyó a que cantidades significativas de nutrientes marinos se descompusieran lentamente en el suelo, liberando calcio con el paso del tiempo.
El estudio examinó 15 antiguos sitios de habitación del parque Hakai Lúxvbálís Conservancy en las islas de Calvert y Hecate con la ayuda de métodos de teledetección, ecologicos y arqueologicos para comparar la productividad del bosque, con un enfoque en las Thuja plicata (la Tuya gigante, « cedro » rojo del Pacífico o cedro rojo occidental).
El estudio encontró que este deposito y almacenamiento de conchas, así como el uso del fuego, modificó el bosque a través del aumento del pH del suelo, aportándole importantes nutrimentos y mejorando su capacidad de drenaje.
Esta investigación es la primera en observar que el uso a largo plazo de recursos intermareales enriquece la productividad forestal. Trant señala que descubrimientos similares a este, probablemente serán observados a lo largo de muchas costas del planeta.
« Estos resultados modifican la forma en que pensamos a cerca del tiempo y el impacto medioambiental », expresa. « Las investigaciones futuras comprenderán el estudio de más paisajes modificados por el humano con el propósito de entender la magnitud de estos inesperados cambios »

Este estudio fue publicado el 30 de agosto en « Nature Communications ».
Traducción ; Santiago Perales