Traducción al español del texto « Voyons-nous les « choses en noir » ou sont-ils incapables de voir l’horreur en face ? »
« Lo que constato son los estragos actuales ; es la espantosa desaparición de especies vivas, tanto plantas como animales ; y el hecho de que, por su misma densidad actual de población, la especie humana vive como bajo un régimen de envenenamiento interno — si puedo decirlo -. Y pienso, en el presente y en el mundo en el que estoy a punto de terminar mi existencia : no es un mundo que me guste »
— Claude Lévi-Strauss (En una emision para France 2 — 17/02/2005).
» Odio mi época con todas mis fuerzas, en ella el hombre se muere de sed. »
— Antoine de Saint-Exupéry
Si no llamamos a un gato por lo que es, un gato, o sea, si no llamamos a las cosas por su nombre, minimizando, relativizando, acomodándose, sin ir al fondo de estas, olvidando, colectivamente, nos acostumbramos poco a poco y de forma dócil a un verdadero infierno. No es una discusión fácil, pero es una discusión vital :
Hace algunos días, el lunes 27 de noviembre del 2017 exactamente, la Scientific American, una revista mensual de divulgación científica estadounidense, publicaba un artículo escrito por un doctor y psicólogo de niños de la escuela de medicina de Harvard, Jack Turban, intitulado « Nice Brains Finish Last[1] » (Los cerebros gentiles llegan los últimos). Como subtitulo escribía : « un estudio sugiere que los cerebros más “prosociales” son los más expuestos a la depresión ». La prosocialización designando « al conjunto de conductas intencionales y voluntarias dirigidas con un proposito de ayudar o aportar un beneficio al projimo. »
El artículo comenzaba de la siguiente forma :
« A todos nos gusta pensar que ser gentil, responsable y justo procura una vida feliz. Pero ¿qué tal si estamos equivocados ? ¿Y si en realidad la gente buena es la más desaventajada ? Un nuevo estudio publicado en Nature Human Behavior sugiere que aquellos que en lo profundo de sus cerebros se preocupan por la equidad económica, tienen más probabilidades de sufrir depresión. Los que prefieren tenerlo todo para si mismos tienden a ser más felices. »
El resto del texto detalla el estudio en cuestión. Al final, Jack Turban se formula la siguiente pregunta : «¿No hay esperanza para los “prosociales”?» A la que responde que no, que los prosociales podrían recibir ayuda, curación, de alguna manera, a fin de controlar su prosocialidad (« controlar sus emociones)», especialmente por medio de una psicoterapia. Y más precisamente, por medio de una terapia cognitivo-comportamentalista, para que puedan lograr « controlar mejor sus reacciones frente a la iniquidad ».
Ninguna mención sobre del hecho de que los « prosociales » quizás estén completamente sanos mentalmente y que el problema se sitúe más bien del lado de la organización política y económica dominante, hoy globalizada, que se sitúe del lado del capitalismo de Estado y de la civilización industrial, del lado de la sociedad comercial y tecnológica.
A todos los efectos útiles, hay que recordar que la prestigiosa revista Scientific American pertenece a la muy lucrativa co-empresa (Volumen de negocios : 1,5 billones de euros) formada por la asociación de dos pesos pesados de la finanza, el Holtzbrinck Publishing Group y el fondo de inversion BC Partners.
Este pésimo artículo a fin de cuentas no nos enseña nada nuevo, sino que expone una realidad fundamental de la sociedad industrial y del capitalismo : en esta, la gente buena está condenada a sufrir. La sociedad industrial capitalista es un sistema que desalienta y quebranta las actitudes altruistas, generosas, y que recompensa los malos comportamientos, los comportamientos inhumanos y antisociales, aquellos que corresponden a la sociopatía – un artículo publicado[2] por la Scientific American en el 2012 exponía el hecho que la riqueza es inversamente proporcional a la empatía, otra forma para decir que los ricos son sociopatas.
Esta realización debe todo menos llevarnos a tratar de « curar » a aquellos que presentan un carácter prosocial como si estos estuvieran enfermos. A menos que no consideremos – al contrario de Krishnamurti – que sea deseable estar bien adaptados a una sociedad profundamente insana.

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En un magnifico ensayo[3] intitulado « Resistancia y activismo : entender la depresión gracias a la ecoposicología », Will Falk, abogado y militante ecologista estadounidense, escribe :
« Soy un activista ecologista. Sufro de depresión. Ser un activista con depresión me pone en un problema irreconciliable : La destrucción del mundo natural crea estrés que exacerba a la depresión. El cese de la destrucción del mundo natural podría aliviar el estrés que siento y, entonces, curar la depresión. Sin embargo, actuar para parar la destrucción natural me expone a un gran estrés que, una vez más, exacerba la depresión.
Ya sea que las destrucciones persistan, entonces estoy expuesto al estrés y me mantengo depresivo. O, me uno a los que están resistiendo a la destrucción, me expongo al estrés y me mantengo depresivo.
Deprimido si no hago nada, deprimido si actúo. Decido luchar. »
En seguida, se pregunta :
« Mientras nuestros hábitats se hayan al borde de la destrucción, que el horror envuelve nuestra experiencia cotidiana, que la protección de la vida exige que afrontemos tales horrores, ¿la eliminación del estrés es posible ? ¿Es honesto adaptarse a esta situación ? »
Después aporta la siguiente respuesta :
« La ecopsicología explica que la eliminación del estrés es imposible en el periodo ecológico actual. La psicología siendo el estudio de la mente, y la ecología el estudio de las relaciones naturales que crean la vida, la ecopsicología expone la imposibilidad de estudiar la mente fuera de estas relaciones naturales y nos alienta a examinar los tipos de relaciones necesarias para que la mente pueda estar realmente sana. Por medio de la observación de la depresión a través del prisma de la ecopsicología podemos explicarla como el resultado de problemas dentro de nuestras relaciones con el mundo natural. La depresión no se puede curar si estas relaciones no son reparadas. »
Falk nos recuerda en seguida que :
« Los humanos civilizados envenenan el aire y el agua, modifican el espacio, asesinan las especies, destruyen los hongos, las flores y los arboles, contaminan las células, hacen mutar a las bacterias y condenan a las levaduras. En resumen, amenazan la capacidad del planeta para hospital la Vida. Los civilizados destruyen no solo a aquellos de los cuales dependemos, con los que necesitamos estar relacionados, sino que destruyen del mismo modo la posibilidad que esas relaciones puedan existir en el futuro. Cada lengua autóctona perdida, cada especie empujada a la extinción, cada hectárea de bosque talado, es una relación condenada hoy y para siempre.
Viviendo honestamente en esta realidad, nos quedamos expuestos, nos abrimos a la depresión. […]
En el mundo civilizado, el dolor y el trauma son el reflejo de un número incalculable de fenómenos. La destrucción se ha vuelto tan total que la conciencia ne encuentra ningún lugar donde se pueda relajar, no hay lugar preservado de los estigmas de la violencia. »
Y concluye :
« Aceptar la naturaleza inmutable de la depresión me alivia de buscar un tratamiento. La búsqueda personal de un tratamiento es rápidamente transformada en requerimiento a estar mejor. Este requerimiento se trasforma en sentimiento de fracaso al mismo tiempo que los síntomas de la depresión se intensifican. Mientras el mundo arde, el estrés que esta en el origen de la depresión todavía se encuentra presente. Puedo protegerme eficientemente de esta depresión durante un tiempo, pero la violencia a estas alturas es total, el trauma es tan evidente que habrán momentos en los que el estrés sobrepasará mis defensas. Este no es un fracaso personal y no es mi culpa. Me bato con el máximo esfuerzo posible, pero todavía no podré siempre ganar.
Lo más importante es que esta aceptación hace de mi un mejor militante. No puedo separar mi existencia de los innumerables humanos y no-humanos que hacen posible esta experiencia. Afortunadamente la ecopsicología me ofrece un léxico para poder hablar de las relaciones que crean esta experiencia. Entender que este omnipresente estrés producido por la destrucción sistémica de las relaciones que hacen de nosotros humanos es lo que se encuentra en el origen de mi depresión, me libera de la voz que me dice que mi depresión es por mi culpa.[…]
Quizás no escucharemos a la Vida pronunciar las palabras :« Paren la destrucción ». Pero los lenguajes de la Vida son tan diversos como las experiencias físicas. El dolor de la depresión es una experiencia física, por consiguiente la Vida habla a través de la depresión. Este dolor me perseguirá por el resto de mis días. La vida continúa hablando. Nos dice :« ¡Resistan ! » »
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Ademas de impulsar y recompensar a los comportamientos antisociales entre sus propios miembros (por medio del funcionamiento normal de sus instituciones, la economía de mercado, del capitalismo de Estado), la civilización industrial aniquila a los pueblos indígenas que siguen subsistiendo hoy en día (como lo anuncia la ONU, de manera impersonal y auto-desculpabilizadora : « las culturas autóctonas actuales están amenazadas de extinción en muchas regiones del mundo ») así como a todos los biomas del planeta. A tal punto que se reconoce ahora, incluso en las instituciones y los medios dominantes, que esta sociedad está produciendo una sexta extinción en masa (otra manera de decir que la civilización está masacrando alegremente a todas las especies vivientes).
Y no obstante, seguimos encontrando, incluso en el seno de las esferas militares, o las esferas relativamente conscientes de lo que ocurre, un cierto número de individuos que maquinalmente van a caracterizar de « demasiado negativo », « demasiado sombrío », « pesimistas », a quellos discursos que no hacen más que pronunciar hechos reales comprobados. Aquellos que tendrán la desgracia de relacionar entre si a algunas de las atrocidades en curso (puesto que es importante llamar las cosas por su nombre, y poder calificar de otro modo al etnocidio, o sea, un ecocidio, etc.) serán acusados de « ver solo el lado oscuro de las cosas », « ver todo de color negro » .
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La humanidad industrial tiene tan poco respeto y amor por sus propios hijos (o tanto desprecio) que ha puesto en marcha un sector publicitario calificado aveces como « marketing infantil » designando « los procesos utilizados por las empresas para condicionar a los niños al consumo » ; procesos que apuntan a utilizar las características psicológicas de los niños, incluida su inocencia, para venderles montañas de basuras toxicas que producen diferentes industrias, todas más anti-ecológicas y anti-sociales las unas de las otras. La humanidad industrial tiene tan poco respeto y de amor por sus propios hijos (o tanto desprecio) que el alimento – espiritual (educación) y material (comida) – que esta les provee no es más que un sustituto toxico de lo que este alimento pudo o podría ser.

Las advertencias cada vez más numerosas de los científicos (cf. el reciente llamado de 15 000 científicos) se suceden, las conferencias climáticas también, al mismo tiempo que la explotación de los combustibles fósiles y las emisiones de CO2 no hacen más que aumentar [4] (esta previsto [5] que continúe esta tendencia hasta el 2040) y con ella el calentamiento global y sus consecuencias que podemos ver que serán a la vez más graves y más numerosas de lo que imaginábamos. La sociedad de consumo industrial en expansión perpetua está cancerando una porción cada vez mayor del planeta. La humanidad industrial ahoga al mundo entero en sus herbicidas, insecticidas y pesticidas (el glisofato fue autorizado por la UE por 5 años más). Los desechos nucleares se acumulan ( aveces en el fondo marino oceánico, en avalanchas de barcos hundidos de forma grotesca, por cuenta y riesgos de todos nosotros, por una mafia que administra los desechos, alrededor del « millón y medio de toneladas químicas no utilizadas que yacen en los fondos marinos del planeta »)[6]. Ademas de los productos que terminan en -cida, los perturbadores endocrinos producidos por la humanidad industrial, masivamente dispersados, contaminan desde ahora, la casi totalidad de los entornos naturales y atacan la salud de los seres humanos[7] (« disminución del QI, disturbos del comportamiento y autismo ») así como la de todos los seres vivos.
Un artículo reciente publicado en la página del diario Les Echos expone otra catástrofe mayor de nuestro tiempo :
« En el transcurso de los últimos años, un billón de hectáreas de tierras fértiles, el equivalente de la superficie de los Estados Unidos, se esfumaron literalmente. Y la organización de las Naciones Unidas para la alimentación (FAO) se preocupa del avenir de las superficies restantes. En un informe de 650 paginas, publicado en diciembre con motivo de la clausura del Año internacional de los suelos, en el se constata que un tercio de las tierras arables del planeta están más o menos amenazadas de desaparecer. »
Aquí también, la semántica que utilizan disimula la existencia propia de una responsabilidad. « Un billón de hectáreas de tierras fértiles […] se esfumaron literalmente ». « Se esfumaron literalmente » y no « fueron destruidos ». No es culpa de nadie, es culpa de la tierra que decidió esfumarse. La misma cosa justo después : « están más o menos amenazadas de desaparecer » y no « están siendo destruidas ». Ya que es la civilización y su agricultura industrial y su pavimentación compulsiva del suelo y su artificialización desenfrenada las que están en el origen de este desastre.
En el transcurso de los últimos sesenta años, 90% de los grandes peces[8], 70% de las aves marinas[9] y, de forma más general, 52% de los animales salvajes[10], han desaparecido ; desde hace menos de 40 años, el numero de animales marinos, en su conjunto, se dividió por dos[11]. Sabiendo que estos declives en las poblaciones animales y vegetales no datan de ayer y que una disminución en comparación de hace 60 o 70 años oculta en realidad perdidas mucho peores incluso (fenómeno a menudo calificado como amnesia ecológica[12]). El informe Planeta Vivo 2016 del WWF prevé que dos tercios de las poblaciones de vertebrados podrían desaparecer de aquí al 2020[13]. Se estima que de aquí al 2048 los océanos no albergaran más un solo pez[14].
Otras proyecciones estiman que de aquí al 2050, habrá más plástico que peces en los océanos[15] y que la casi totalidad de las aves marinas habrán ingerido plasticos [16].
Actualmente la humanidad industrial produce alrededor de 50 millones de toneladas de desechos electrónicos (o e-residuos) por año[17], de los cuales la inmensa mayoría (90%) no son reciclados [18]. Como consecuencia de la carrera al « desarrollo » (electrificación, industrialización, modernización, « progreso ») de los continentes que no lo eran del todo (África, Asia, América del Sur, en concreto), se prevé que la producción anual global ya astronómica (50 millones de toneladas) de desechos electrónicos (o e-residuos) crezca en un 500%, aproximadamente [19], en el curso de las próximas décadas (como resultado de la explosión en las ventas de teléfonos móviles, computadoras, televisiones, tabletas electrónicas, etc.). Se prevé que la cantidad total de desechos sólidos creada por la humanidad industrial mundial triplique para el 2100, para alcanzar más de 11 millones de toneladas, por día.
La humanidad industrial agota (y contamina), igualmente, las aguas dulces del mundo entero : como destaca un informe de la NASA en 2015, 21 de los 37 acuíferos más importantes se encuentran por debajo del umbral de sostenibilidad — estos pierden más agua que la que acumulan.

Podríamos seguir y seguir, evocando de forma desordenada la red de explotación sexual y de esclavitud salarial que impera actualmente en la agricultura siciliana, dentro de la cual miles de mujeres son violadas y golpeadas[20] ; la red de esclavitud moderna que explota cerca de 40 000 mujeres en Italia continental, Italianas e inmigrantes, en explotaciones vitícolas[21] ; las epidemias de suicidios y la contaminación masiva que azota actualmente a la región de Bangalore (calificada como la capital mundial del suicidio) en India, donde el « desarrollo » destruye los lazos familiares y el mundo natural[22] ; La explotación de Burkineses de todas las edades en los campos de lavado de oro de Burkina Faso[23], donde viven y mueren en condiciones dramáticas, entre malaria y enfermedades relacionadas con la utilización del mercurio, en provecho de las ricas y poderosas multinacionales de los países dichos « desarrollados » ; la suerte de los Pakistaníes, que viven separando los residuos electrónicos cancerígenos de los ciudadanos del mundo libre, a cambio de un salario de miseria (y de algunas enfermedades)[24] ; la explotación de los Nicaragüenses mal pagados (la mano de obra más barata de América Central) en las maquiladoras, donde confeccionan todo tipo de vestidos para empresas frecuentemente estadounidenses, coreanas, taiwaneses [25] ; las epidemias de enfermedades de civilización ligadas a la comida rápida/chatarra industrial que devasta a las poblaciones del mundo entero, en las cuales están las comunidades de México [26] (segundo país en el mundo en términos de tasa de obesidad y sobrepeso, después de Estados Unidos), que conoce una epidemia en relación con las grasas y los azucares, donde 7 de cada 10 adultos presenta sobrepeso y obesidad, así como 1 de cada 3 niños –según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los Mexicanos son los primeros consumidores de soda (163 litros por persona y por año) y los más afectados por la mortalidad ligada a la diabetes en toda la América Latina ; la explotación de los niños y adultos de la República de Malaui en las plantaciones de tabaco[27] (donde contraen la « enfermedad del tabaco verde » por intoxicación con la nicotina) destinado a la exportación, en provecho de los grupos industriales como British American Tobacco (Lucky Strike, Pal Mal, Gauloises, …) o Philip Morris International (Malboro, L&M, Philip Morris…) ; la transformación de Albania en basurero gigante[28] (donde se importan desechos de todas partes para su tratamiento, lo que constituye un sector de gran importancia para la economía del país, miles de personas viven de eso, y viven en los vertederos, o mas bien mueren de eso, y mueren en los vertederos) ; en este mismo sentido, la trasformación de la de la ciudad de Guiyu en Chine en basurero gigante de desechos electrónicos[29] (provenientes del mundo entero pero en en mayor medida de los países dichos « desarrollados ») donde centenares de millones de Chinos, niños y adultos, trabajan separando estos, o sea que trabajan teniendo un contacto directo con centenares de millones de toneladas de productos altamente tóxicos (los toxicólogos se interesan a los récords mundiales de toxicidad de Guiyu en términos de la tasa de cáncer, de contaminación de los suelos y de las aguas, etc.) ; la trasformación de la zona de d’Agbogbloshie, en Ghana, igualmente un inmenso basurero de desechos electrónicos[30] (provenientes del mundo entero, de Francia, de los Estados Unidos, Reino Unido, Noruega etc.), donde miles de Ghaneses, niños (desde los 5 años) y adultos, trabajan a cambio de un misero sueldo por separar miles de toneladas de productos altamente tóxicos que arruinan su salud y contaminan el suelo, el aire y los cursos de agua ; la transformación de otros lugares, siempre en los países pobres (India, Egipto, Bangladesh, Filipinas, Nigeria etc.), en basureros gigantes de desechos[31] (electrónicos, plásticos, etc.) ; las contaminaciones medioambientales en Mongolia [32] (ligadas al « desarrollo » del país y a su industria minera), donde ciudades que se encuentran entre las más contaminadas del mundo se asfixian en lo que algunos describen como « un infierno » ; las destrucciones de los arrecifes de coral, de los fondos marinos y de los bosques de las islas Bangka y Belitung en Indonesia, donde los mineros de estaño legales e ilegales arriesgan sus vidas y pierden su salud para obtener el componente crucial de los aparatos electrónicos, sumido en un vaso radioactivo [33] ; la destrucción en curso de la gran barrera de coral en Australia, causada por el calentamiento global[34] ; la contaminación de los suelos y de los cursos de agua de varias regiones de Tunes, donde el cadmio y el uranio son vertidos, entre otros minerales, para el refinamiento del fosfato que es extraído en ese país, antes de ser enviado a Europa para ser utilizado como fertilizante agrícola (refinamiento que consume en exceso el agua de los mantos freáticos y que genera una epidemia de enfermedades más o menos graves en Europa)[35] ; las talas masivas en África, en el Amazonas, en Indonesia, y por todas partes del globo, que permiten la expansión de monocultivos de la palma aceitera, del árbol gomero o caucho, del eucalipto y otros arboles (muy a menudo genéticamente modificados) en provecho de las diferentes industrias ; la expansión de las plantaciones de soya y de las superficies destinadas a la crianza industrial, siempre en perjuicio de los bosques y de los biotopos naturales ; el agotamiento de numerosos « recursos » no-renovables, de los cuales diversos metales y minerales (agotamiento que no deja de acelerarse por el despliegue actual de las infraestructuras y tecnologías industriales ligadas a la producción de energías supuestamente verdes[36]) ; las epidemias de las llamadas enfermedades de civilizacion (diabetes, asma, alergias, enfermedades cardiovasculares, cáncer, obesidad, gran variedad de disturbios mentales/psicológicos y malestares relacionados, angustias, estrés, depresión etc.), que dan testimonio, en parte, de un malestar generalizado y que se traduce por el consumo récord de psicotrópicos, como lo señala un reciente articulo de France Inter : « La intensificación de las condiciones de trabajo, aislamiento e hiperflexibilidad laboral, 20 millones de trabajadores en Francia (de los 29 millones) consumen fármacos psicotrópicos legales e ilegales » ; y así sucesivamente, ad nauseam.
El resultado altamente previsible de todo esto es evidente : la civilización industrial, de la cual ningún aspecto es sustentable, que solo ha venido siendo una enorme e insoportable fuga hacia adelante, incontrolable y fuera de control, agotando, contaminando y destruyéndolo todo a su paso, o sea la integralidad de la biósfera, colapsará de manera ineluctable a causa de sus innumerables excesos. Y cuanto antes mejor, pues más rápido cesaran las destrucciones del mundo natural. El planeta podrá comenzar a recuperarse después de todo, y los humanos por igual, o al menos, los sobrevivientes.

En otras palabras, tan real como la sociedad industrial es una tortura para la mayoría, si no es que por la totalidad de sus propios miembros, así como para todas las especies vivas y para el mundo natural en general, su colapso resulta ineluctable. Y muy deseable. Según las palabras de Olivier Rey en su libro Question de taille (« Cuestion de talla »), « la perspectiva de volver a modos de vida más sobrios, comparables a los que conoció la humanidad desde sus orígenes y hasta una fecha reciente, no tiene nada de aterrador. » Suponiendo, desde luego, « que la naturaleza pueda en parte recuperarse de las devastaciones » que le inflige la civilización industrial. Es decir, retomando la formulación de otro matemático, menos académico (Theodore Kaczynski), suponiendo que el colapso suceda a la brevedad posible, a fin que « el desarrollo del sistema-mundo tecnológico » no continúe extendiéndose « sin trabas hasta su finalización lógica » que es « con toda probabilidad », que « de la Tierra no quede más que una roca desolada — un planeta sin vida, con la excepción quizá, de organismos de entre los cuales los más simples — ciertas bacterias, algunas, etc. — capaces de sobrevivir en condiciones extremas. »
Y mejor que alentar el colapso, aceptarlo u observarlo pasivamente, todos y cada uno de nosotros podemos, cada quien a su manera y a su escala, a su medida, participar a obstaculizar « el desarrollo del sistema-mundo tecnológico »
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Remarquemos de paso que muchos autores más o menos famosos a lo largo y ancho del planeta, ya se habían percatado perfectamente del carácter no sustentable fundamental de la civilización industrial, de la inevitabilidad de su derrumbamiento, y nos advertían, como lo hizo Aldous Huxley en 1928, en su ensayo intitulado « Progress : How the Achievements of Civilization Will Eventually Bankrupt the Entire World » (« El progreso : como los logros de la civilización van a arruinar al planeta entero ») :
« La colosal expansión material de estos últimos años tiene como destino, con toda probabilidad, ser un fenómeno temporal y transitorio. Somos ricos porque vivimos de nuestro capital. El carbón, el petroleo, los fosfatos que utilizamos de forma tan intensiva, nunca serán remplazados. Cuando las reservas se hayan agotado, los hombres tendrán que vivir sin ellos … Esto se vivirá como una catástrofe sin igual. »
O Simone Weil, en 1934, en su obra Réflexions sur les causes de la liberté et de l’oppression sociale (« reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social ») :
« Cuando el caos y la destrucción habrán alcanzado el limite a partir del cual el funcionamiento mismo de la organización económica y social se haya vuelto materialmente imposible, nuestra civilización perecerá ; y la humanidad, de vuelta a un nivel de vida más o menos primitivo y a una vida social dispersada en colectividades mucho más pequeñas, volverá a partir sobre un nuevo camino imposible de predecir. »
O Pierre Fournier, en 1969 :
« Mientras que nos divierten con guerras y revoluciones que se engendran la unas a las otras, repitiendo siempre la misma cosa, el hombre está, a fuerza de explotación tecnológica descontrolada, volviendo la tierra inhabitable, no solo para sí mismo, sino para todas las formas de vida superiores. El paraíso concentracionista que está naciendo y que nos prometen esos cretinos de tecnocratas, nunca verá el día, ya que su ignorancia y su desprecio de las contingencias biológicas lo matarán en el huevo. La única cuestión real que no es formulada, no es de saber si este sera soportable una vez que haya nacido, sino si, sí o no, su aborto provocará nuestra muerte. »
O Bernard Charbonneau en 1969, en su libro Le jardin de Babylone (« El jardín de Babilonia »):
« Si no abordamos los efectos de la civilización industrial y urbana, tendremos que considerar como probable el fin de la naturaleza, acompañado por un tiempo de la supervivencia confortable entre la basura : solida, liquida o sónica. »
Y desde el informe del Club de Roma en 1972, los investigadores se multiplicaron : desde entonces son las universidades, universitarios, instituciones internacionales y expertos de todo tipo que nos advierten (de Joseph Tainter a Ugo Bardi pasando por Pablo Servigne et Raphael Stevens, la Banca Mundial, la NASA y varios colectivos universitarios).
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Escribía Olivier Rey al finalizar su libro Une question de taille (« Una cuestion de talla »):
« Rechazamos las declaraciones alarmistas acusando a sus autores de hacer de Casandras. Pero la maldición que tenia Casandra no era la de ver las cosas de forma pesimista, era solamente la de prever, sin jamas ser cruda – mediante lo cual los Troyanos dejaron entrar el caballo de madera en su ciudad. Si es preciso evitar ceder al « disfrute apocalíptico », no regodearse enumerando lo males que nos azotan, ni experimentar un placer perverso por mencionar lo peor, la mejor forma de honorar la realidad no es pintándola de rosa, sino de verla tal y como es. »
Las neurociencias califican por cierto de « predisposición al optimismo » esta tendencia a « sobrestimar la probabilidad de un evento positivo en un futuro cercano y a subestimar lo negativo » (Sciences et Avenir), lo que a menudo conduce a una evaluación irrealista, ilusoriamente positiva del futuro. Así como lo formula la neuróloga Tali Sharot : « La creencia de que el futuro será mejor que el pasado y el presente, es calificada de predisposición al optimismo. Afecta a todos, poco importa el color de la piel, la religión o es estatus socioeconómico. » Si bien es útil en ciertos contextos, esta predisposición al optimismo resulta problemática en muchos otros. En efecto, las promesas de un mejor futuro, a través de la historia, son y han sido siempre utilizadas por las religioness de la salvación, y ahora también por las clases dirigentes de forma secular (el mito del progreso, narrativas hollywoodienses, donde el bien termina siempre venciendo), con el fin de controlar a las poblaciones : a partir del momento en que nos convencemos que el bien triunfará, que nos dirigimos necesariamente hacia algo mejor, esperando que ello suceda o llegue, somos capaces de tolerar todo o lo que sea ; y mientras más empeora nuestra situación, más nos aferramos a esta creencia que, paradójicamente, nos permite de este modo seguir soportando el empeoramiento de lo insoportable.
El periodista estadounidense Chris Hedges habla sobre el tema de la siguiente forma :
« La creencia inocente de creer que la historia es lineal y que el progreso técnico va siempre acompañado de un progreso moral, es una forma de ceguera colectiva. Esta creencia socava nuestra capacidad de acción radical y nos acuna con una ilusión de seguridad. Los que se aferran al mito del progreso humano, que el mundo se dirige inevitablemente hacia un estado moralmente y materialmente superior, son los cautivos del poder. […]
La aspiración al positivismo, omnipresente en nuestra cultura capitalista, ignora la naturaleza humana y su historia. Sin embargo, tratar de oponerse a ella, mencionar lo evidente, es decir, que las cosas empeoran y empeoran quizás mucho más en el corto plazo, es verse excluido del circulo del pensamiento mágico que caracteriza a la cultura estadounidense y la gran mayoría de la cultura occidental. La izquierda está igualmente tan afectada por esta manía de esperar como la derecha. Esta manía ensombrece la realidad en el momento mismo en que el capitalismo mundial se desintegra y con él, el conjunto de ecosistemas, condenándonos potencialmente a todos. »
Otro fenómeno psicológico que influye potencialmente a nuestra aceptación colectiva del empeoramiento global de la situación es : la amnesia ecológica o amnesia medioambiental (relacionada con el concepto anglo-estadounidense de shifting baseline),que consiste en una habituación progresiva (intergeneracional o intrageneracional) a un paisaje ecológico cada vez más degradado por el simple hecho que no conocimos otro más que este, o que olvidemos gradualmente el estado en el que estaba en el pasado. Paralelamente a esto, podríamos evocar un fenómeno de amnesia que correspondería a una habituación progresiva a un entorno social (una sociedad) cada vez más degradada (o sea, cada vez menos social y cada vez más antisocial), por el simple hecho que no conocimos otro más que este o que olvidamos gradualmente cómo era antes, y que nos adaptemos a su deterioro.
En la misma manera en que los individuos « prosociales » no son personas fuera de sus facultades mentales, o que deban llevar algún tratamiento para curarse, sino personas de mente sana que cayeron en la trampa de una cultura humana profundamente desquiciada, los individuos que calificamos aveces de « catastrofistas » no son personas perturbadas que ven « todo con pesimismo » o que solo consideran el « lado oscuro de las cosas » . El mundo entero se beneficiaría si los eufemistas inveterados y otros optimistas por negación lo reconocieran, y que utilicen sus energías para luchar contra los desastres socio-ecológicos que están sucediendo ahora, que vuelven la vida insoportable al mismo tiempo que la destruyen, en vez de arrojarse contra aquellos que los exponen y contra los sentimientos de incomodidad que ello les suscita.
Solo comprendiendo bien la amplitud y la profundidad del desastre que es la civilización industrial podremos tener una oportunidad de remediarlo.
Nicolas Casaux
Traducción al español : Santiago Perales M.
Corrección del texto original en francés : Lola Bearzatto
- https://www.scientificamerican.com/article/nice-brains-finish-last/
- https://www.scientificamerican.com/article/how-wealth-reduces-compassion/
- Fight Back : An Ecopsychological Understanding of Depression
- http://www.lemonde.fr/planete/article/2017/11/13/apres-un-plateau-de-trois-ans-les-emissions-mondiales-de-co2-repartent-a-la-hausse_5214002_3244.html
- http://www.novethic.fr/empreinte-terre/climat/isr-rse/des-emissions-de-co2-en-hausse-jusqu-en-2040-selon-l-aie-145045.html
- https://partage-le.com/2017/11/8230/ , La mafia y el negocio de la basura tóxica, Una bomba de tiempo de las aguas territoriales alemanas (En el fondo del Mar Báltico yacen unas 100.000 toneladas de municiones químicas), La mafia calabresa hundió barcos con residuos tóxicos en el mar
- https://www.arte.tv/fr/videos/069096–000‑A/demain-tous-cretins/
- http://www.liberation.fr/sciences/2003/05/15/90-des-gros-poissons-ont-disparu_433629
- http://www.sudouest.fr/2015/07/16/environnement-70-des-oiseaux-marins-ont-disparu-en-seulement-60-ans-2025145–6095.php
- http://tempsreel.nouvelobs.com/planete/20140930.OBS0670/infographie-52-des-animaux-sauvages-ont-disparu-en-40-ans.html
- http://www.lexpress.fr/actualite/societe/environnement/le-nombre-d-animaux-marins-divise-par-deux-en-40-ans_1716214.html
- http://biosphere.ouvaton.org/annee-2012/1814–2012-la-grande-amnesie-ecologique-de-philippe-j-dubois-
- https://www.wwf.fr/vous-informer/actualites/rapport-planete-vivante-2016-deux-tiers-des-populations-de-vertebres-pourraient-disparaitre-dici
- http://www.sciencesetavenir.fr/nature-environnement/20061102.OBS7880/des-oceans-a-sec-en-2048.html
- http://www.lefigaro.fr/sciences/2016/01/25/01008–20160125ARTFIG00358-en-2050-les-oceans-compteront-plus-de-plastique-que-de-poisson.php
- http://www.lemonde.fr/planete/article/2015/09/01/d‑ici-a-2050-la-quasi-totalite-des-oiseaux-marins-auront-ingere-du-plastique_4741906_3244.html
- https://www.theguardian.com/sustainable-business/50m-tonnes-ewaste-designers-manufacturers-recyclers-electronic-junk
- https://www.theguardian.com/environment/2015/may/12/up-to-90-of-worlds-electronic-waste-is-illegally-dumped-says-un
- https://www.theguardian.com/environment/2010/feb/22/electronic-waste
- https://www.theguardian.com/global-development/2017/mar/12/slavery-sicily-farming-raped-beaten-exploited-romanian-women?CMP=Share_iOSApp_Other
- https://www.nytimes.com/2017/04/11/world/europe/a‑womans-death-sorting-grapes-exposes-italys-slavery.html?_r=0 ‚En el núcleo de la economía agrícola italiana hay un sistema de ‘esclavitud moderna’
- https://www.youtube.com/watch?v=F3vlJfePPec
- https://www.youtube.com/watch?v=POY0Z6wiBIQ
- https://www.youtube.com/watch?v=Pq6GMEqKrpY
- https://www.youtube.com/watch?v=0_NBRxDRD4o
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- https://www.youtube.com/watch?v=asxWOMuRHH4
- http://www.sciencepresse.qc.ca/actualite/2008/08/20/guiyu-champion-mondial-toxicite
- https://www.youtube.com/watch?v=MYzf6idjmik
- https://partage-le.com/2016/05/quels-sont-les-couts-humains-et-environnementaux-des-nouvelles-technologies-par-richard-maxwell-toby-miller/
- https://www.youtube.com/watch?v=J3PQlGCKh6A
- https://www.youtube.com/watch?v=g6-WYb3Bidc
- https://www.sciencesetavenir.fr/nature-environnement/australie-la-grande-barriere-de-corail-plus-que-jamais-menacee_108484
- https://www.youtube.com/watch?v=P9OGRMzQA4A
- https://partage-le.com/2017/07/letrange-logique-derriere-la-quete-denergies-renouvelables-par-nicolas-casaux/