¿Somos demasiado « pesimistas » o son incapaces de reconocer el horror ? (por Nicolas Casaux)

Tra­duc­ción al español del tex­to « Voyons-nous les « choses en noir » ou sont-ils inca­pables de voir l’hor­reur en face ? »


« Lo que consta­to son los estra­gos actuales ; es la espan­to­sa desa­pa­ri­ción de espe­cies vivas, tan­to plan­tas como ani­males ; y el hecho de que, por su mis­ma den­si­dad actual de pobla­ción, la espe­cie huma­na vive como bajo un régi­men de enve­ne­na­mien­to inter­no — si pue­do decir­lo -. Y pien­so, en el pre­sente y en el mun­do en el que estoy a pun­to de ter­mi­nar mi exis­ten­cia : no es un mun­do que me guste » 

— Claude Lévi-Strauss (En una emi­sion para France 2 — 17/02/2005).

 » Odio mi épo­ca con todas mis fuer­zas, en ella el hombre se muere de sed. »

— Antoine de Saint-Exupéry

Si no lla­ma­mos a un gato por lo que es, un gato, o sea, si no lla­ma­mos a las cosas por su nombre, mini­mi­zan­do, rela­ti­vi­zan­do, aco­modán­dose, sin ir al fon­do de estas, olvi­dan­do, colec­ti­va­mente, nos acos­tum­bra­mos poco a poco y de for­ma dócil a un ver­da­de­ro infier­no. No es una dis­cu­sión fácil, pero es una dis­cu­sión vital :

Hace algu­nos días, el lunes 27 de noviembre del 2017 exac­ta­mente, la Scien­ti­fic Ame­ri­can, una revis­ta men­sual de divul­ga­ción cientí­fi­ca esta­dou­ni­dense, publi­ca­ba un artí­cu­lo escri­to por un doc­tor y psicó­lo­go de niños de la escue­la de medi­ci­na de Har­vard, Jack Tur­ban, inti­tu­la­do « Nice Brains Finish Last[1] » (Los cere­bros gen­tiles lle­gan los últi­mos). Como sub­ti­tu­lo escribía : « un estu­dio sugiere que los cere­bros más “pro­so­ciales” son los más expues­tos a la depre­sión ». La pro­so­cia­li­za­ción desi­gnan­do « al conjun­to de conduc­tas inten­cio­nales y volun­ta­rias diri­gi­das con un pro­po­si­to de ayu­dar o apor­tar un bene­fi­cio al projimo. »

El artí­cu­lo comen­za­ba de la siguiente forma :

« A todos nos gus­ta pen­sar que ser gen­til, res­pon­sable y jus­to pro­cu­ra una vida feliz. Pero ¿qué tal si esta­mos equi­vo­ca­dos ? ¿Y si en rea­li­dad la gente bue­na es la más desa­ven­ta­ja­da ? Un nue­vo estu­dio publi­ca­do en Nature Human Beha­vior sugiere que aquel­los que en lo pro­fun­do de sus cere­bros se preo­cu­pan por la equi­dad econó­mi­ca, tie­nen más pro­ba­bi­li­dades de sufrir depre­sión. Los que pre­fie­ren tener­lo todo para si mis­mos tien­den a ser más felices. »

El res­to del tex­to detal­la el estu­dio en cues­tión. Al final, Jack Tur­ban se for­mu­la la siguiente pre­gun­ta :  «¿No hay espe­ran­za para los “pro­so­ciales”?» A la que responde que no, que los pro­so­ciales podrían reci­bir ayu­da, cura­ción, de algu­na mane­ra, a fin de contro­lar su pro­so­cia­li­dad (« contro­lar sus emo­ciones)», espe­cial­mente por medio de una psi­co­te­ra­pia. Y más pre­ci­sa­mente, por medio de una tera­pia cog­ni­ti­vo-com­por­ta­men­ta­lis­ta, para que pue­dan lograr « contro­lar mejor sus reac­ciones frente a la iniquidad ».

Nin­gu­na men­ción sobre del hecho de que los « pro­so­ciales » quizás estén com­ple­ta­mente sanos men­tal­mente y que el pro­ble­ma se sitúe más bien del lado de la orga­ni­za­ción polí­ti­ca y econó­mi­ca domi­nante, hoy glo­ba­li­za­da, que se sitúe del lado del capi­ta­lis­mo de Esta­do y de la civi­li­za­ción indus­trial, del lado de la socie­dad comer­cial y tecnológica.

A todos los efec­tos útiles, hay que recor­dar que la pres­ti­gio­sa revis­ta Scien­ti­fic Ame­ri­can per­te­nece a la muy lucra­ti­va co-empre­sa (Volu­men de nego­cios : 1,5 billones de euros) for­ma­da por la aso­cia­ción de dos pesos pesa­dos de la finan­za, el Holtz­brinck Publi­shing Group y el fon­do de inver­sion BC Partners.

Este pési­mo artí­cu­lo a fin de cuen­tas no nos enseña nada nue­vo, sino que expone una rea­li­dad fun­da­men­tal de la socie­dad indus­trial y del capi­ta­lis­mo : en esta, la gente bue­na está conde­na­da a sufrir. La socie­dad indus­trial capi­ta­lis­ta es un sis­te­ma que desa­lien­ta y que­bran­ta las acti­tudes altruis­tas, gene­ro­sas, y que recom­pen­sa los malos com­por­ta­mien­tos, los com­por­ta­mien­tos inhu­ma­nos y anti­so­ciales, aquel­los que cor­res­pon­den a la socio­patía – un artí­cu­lo publi­ca­do[2] por la Scien­ti­fic Ame­ri­can en el 2012 exponía el hecho que la rique­za es inver­sa­mente pro­por­cio­nal a la empatía, otra for­ma para decir que los ricos son sociopatas.

Esta rea­li­za­ción debe todo menos lle­var­nos a tra­tar de « curar » a aquel­los que pre­sen­tan un carác­ter pro­so­cial como si estos estu­vie­ran enfer­mos. A menos que no consi­de­re­mos – al contra­rio de Kri­sh­na­mur­ti – que sea deseable estar bien adap­ta­dos a una socie­dad pro­fun­da­mente insana.

Puer­to de Rot­ter­dam, 2011 (foto : Edward Burtynsky)

***

En un magni­fi­co ensayo[3] inti­tu­la­do « Resis­tan­cia y acti­vis­mo : enten­der la depre­sión gra­cias a la eco­po­si­co­logía », Will Falk, abo­ga­do y mili­tante eco­lo­gis­ta esta­dou­ni­dense, escribe :

« Soy un acti­vis­ta eco­lo­gis­ta. Sufro de depre­sión. Ser un acti­vis­ta con depre­sión me pone en un pro­ble­ma irre­con­ci­liable : La des­truc­ción del mun­do natu­ral crea estrés que exa­cer­ba a la depre­sión. El cese de la des­truc­ción del mun­do natu­ral podría ali­viar el estrés que sien­to y, entonces, curar la depre­sión. Sin embar­go, actuar para parar la des­truc­ción natu­ral me expone a un gran estrés que, una vez más, exa­cer­ba la depresión.

Ya sea que las des­truc­ciones per­sis­tan, entonces estoy expues­to al estrés y me man­ten­go depre­si­vo. O, me uno a los que están resis­tien­do a la des­truc­ción, me expon­go al estrés y me man­ten­go depresivo.

Depri­mi­do si no hago nada, depri­mi­do si actúo. Deci­do luchar. »

En segui­da, se pregunta :

« Mien­tras nues­tros hábi­tats se hayan al borde de la des­truc­ción, que el hor­ror envuelve nues­tra expe­rien­cia coti­dia­na, que la pro­tec­ción de la vida exige que afron­te­mos tales hor­rores, ¿la eli­mi­na­ción del estrés es posible ? ¿Es hones­to adap­tarse a esta situación ? »

Des­pués apor­ta la siguiente respuesta :

« La ecop­si­co­logía expli­ca que la eli­mi­na­ción del estrés es impo­sible en el per­io­do ecoló­gi­co actual. La psi­co­logía sien­do el estu­dio de la mente, y la eco­logía el estu­dio de las rela­ciones natu­rales que crean la vida, la ecop­si­co­logía expone la impo­si­bi­li­dad de estu­diar la mente fue­ra de estas rela­ciones natu­rales y nos alien­ta a exa­mi­nar los tipos de rela­ciones nece­sa­rias para que la mente pue­da estar real­mente sana. Por medio de la obser­va­ción de la depre­sión a tra­vés del pris­ma de la ecop­si­co­logía pode­mos expli­car­la como el resul­ta­do de pro­ble­mas den­tro de nues­tras rela­ciones con el mun­do natu­ral. La depre­sión no se puede curar si estas rela­ciones no son reparadas. »

Falk nos recuer­da en segui­da que :

« Los huma­nos civi­li­za­dos enve­ne­nan el aire y el agua, modi­fi­can el espa­cio, ase­si­nan las espe­cies, des­truyen los hon­gos, las flores y los arboles, conta­mi­nan las célu­las, hacen mutar a las bac­te­rias y conde­nan a las leva­du­ras. En resu­men, ame­na­zan la capa­ci­dad del pla­ne­ta para hos­pi­tal la Vida. Los civi­li­za­dos des­truyen no solo a aquel­los de los cuales depen­de­mos, con los que nece­si­ta­mos estar rela­cio­na­dos, sino que des­truyen del mis­mo modo la posi­bi­li­dad que esas rela­ciones pue­dan exis­tir en el futu­ro. Cada len­gua autóc­to­na per­di­da, cada espe­cie empu­ja­da a la extin­ción, cada hectá­rea de bosque tala­do, es una rela­ción conde­na­da hoy y para siempre.

Vivien­do hones­ta­mente en esta rea­li­dad, nos que­da­mos expues­tos, nos abri­mos a la depresión. […] 

En el mun­do civi­li­za­do, el dolor y el trau­ma son el refle­jo de un núme­ro incal­cu­lable de fenó­me­nos. La des­truc­ción se ha vuel­to tan total que la concien­cia ne encuen­tra ningún lugar donde se pue­da rela­jar, no hay lugar pre­ser­va­do de los estig­mas de la violencia. »

Y concluye :

« Acep­tar la natu­ra­le­za inmu­table de la depre­sión me ali­via de bus­car un tra­ta­mien­to. La bús­que­da per­so­nal de un tra­ta­mien­to es rápi­da­mente trans­for­ma­da en reque­ri­mien­to a estar mejor. Este reque­ri­mien­to se tras­for­ma en sen­ti­mien­to de fra­ca­so al mis­mo tiem­po que los sín­to­mas de la depre­sión se inten­si­fi­can. Mien­tras el mun­do arde, el estrés que esta en el ori­gen de la depre­sión todavía se encuen­tra pre­sente. Pue­do pro­te­germe efi­cien­te­mente de esta depre­sión durante un tiem­po, pero la vio­len­cia a estas altu­ras es total, el trau­ma es tan evi­dente que habrán momen­tos en los que el estrés sobre­pa­sará mis defen­sas. Este no es un fra­ca­so per­so­nal y no es mi culpa. Me bato con el máxi­mo esfuer­zo posible, pero todavía no podré siempre ganar.

Lo más impor­tante es que esta acep­ta­ción hace de mi un mejor mili­tante. No pue­do sepa­rar mi exis­ten­cia de los innu­me­rables huma­nos y no-huma­nos que hacen posible esta expe­rien­cia. Afor­tu­na­da­mente la ecop­si­co­logía me ofrece un léxi­co para poder hablar de las rela­ciones que crean esta expe­rien­cia. Enten­der que este omni­pre­sente estrés pro­du­ci­do por la des­truc­ción sis­té­mi­ca de las rela­ciones que hacen de noso­tros huma­nos es lo que se encuen­tra en el ori­gen de mi depre­sión, me libe­ra de la voz que me dice que mi depre­sión es por mi culpa.[…] 

Quizás no escu­cha­re­mos a la Vida pro­nun­ciar las pala­bras :« Paren la des­truc­ción ». Pero los len­guajes de la Vida son tan diver­sos como las expe­rien­cias físi­cas. El dolor de la depre­sión es una expe­rien­cia físi­ca, por consi­guiente la Vida habla a tra­vés de la depre­sión. Este dolor me per­se­guirá por el res­to de mis días. La vida continúa hablan­do. Nos dice :« ¡Resis­tan ! » »

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Ade­mas de impul­sar y recom­pen­sar a los com­por­ta­mien­tos anti­so­ciales entre sus pro­pios miem­bros (por medio del fun­cio­na­mien­to nor­mal de sus ins­ti­tu­ciones, la eco­nomía de mer­ca­do, del capi­ta­lis­mo de Esta­do), la civi­li­za­ción indus­trial ani­qui­la a los pue­blos indí­ge­nas que siguen sub­sis­tien­do hoy en día (como lo anun­cia la ONU, de mane­ra imper­so­nal y auto-des­cul­pa­bi­li­za­do­ra : « las cultu­ras autóc­to­nas actuales están ame­na­za­das de extin­ción en muchas regiones del mun­do ») así como a todos los bio­mas del pla­ne­ta. A tal pun­to que se reco­noce aho­ra, inclu­so en las ins­ti­tu­ciones y los medios domi­nantes, que esta socie­dad está pro­du­cien­do una sex­ta extin­ción en masa (otra mane­ra de decir que la civi­li­za­ción está masa­cran­do ale­gre­mente a todas las espe­cies vivientes).

Y no obs­tante, segui­mos encon­tran­do, inclu­so en el seno de las esfe­ras mili­tares, o las esfe­ras rela­ti­va­mente conscientes de lo que ocurre, un cier­to núme­ro de indi­vi­duos que maqui­nal­mente van a carac­te­ri­zar de « dema­sia­do nega­ti­vo », « dema­sia­do som­brío », « pesi­mis­tas », a quel­los dis­cur­sos que no hacen más que pro­nun­ciar hechos reales com­pro­ba­dos. Aquel­los que ten­drán la des­gra­cia de rela­cio­nar entre si a algu­nas de las atro­ci­dades en cur­so (pues­to que es impor­tante lla­mar las cosas por su nombre, y poder cali­fi­car de otro modo al etno­ci­dio, o sea, un eco­ci­dio, etc.) serán acu­sa­dos de « ver solo el lado oscu­ro de las cosas », « ver todo de color negro » .

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La huma­ni­dad indus­trial tiene tan poco respe­to y amor por sus pro­pios hijos (o tan­to des­pre­cio) que ha pues­to en mar­cha un sec­tor publi­ci­ta­rio cali­fi­ca­do aveces como « mar­ke­ting infan­til » desi­gnan­do « los pro­ce­sos uti­li­za­dos por las empre­sas para condi­cio­nar a los niños al consu­mo » ; pro­ce­sos que apun­tan a uti­li­zar las carac­terís­ti­cas psi­coló­gi­cas de los niños, inclui­da su inocen­cia, para ven­derles mon­tañas de basu­ras toxi­cas que pro­du­cen dife­rentes indus­trias, todas más anti-ecoló­gi­cas y anti-sociales las unas de las otras. La huma­ni­dad indus­trial tiene tan poco respe­to y de amor por sus pro­pios hijos (o tan­to des­pre­cio) que el ali­men­to – espi­ri­tual (edu­ca­ción) y mate­rial (comi­da) – que esta les pro­vee no es más que un sus­ti­tu­to toxi­co de lo que este ali­men­to pudo o podría ser.

Los inver­na­de­ros de Almería en España (foto : Edward Burtynsky)

Las adver­ten­cias cada vez más nume­ro­sas de los cientí­fi­cos (cf. el reciente lla­ma­do de 15 000 cientí­fi­cos) se suce­den, las confe­ren­cias climá­ti­cas tam­bién, al mis­mo tiem­po que la explo­ta­ción de los com­bus­tibles fósiles y las emi­siones de CO2 no hacen más que aumen­tar [4] (esta pre­vis­to [5] que continúe esta ten­den­cia has­ta el 2040) y con ella el calen­ta­mien­to glo­bal y sus conse­cuen­cias que pode­mos ver que serán a la vez más graves y más nume­ro­sas de lo que ima­giná­ba­mos. La socie­dad de consu­mo indus­trial en expan­sión per­pe­tua está can­ce­ran­do una por­ción cada vez mayor del pla­ne­ta. La huma­ni­dad indus­trial aho­ga al mun­do ente­ro en sus her­bi­ci­das, insec­ti­ci­das y pes­ti­ci­das (el gli­so­fa­to fue auto­ri­za­do por la UE por 5 años más). Los dese­chos nucleares se acu­mu­lan ( aveces en el fon­do mari­no oceá­ni­co, en ava­lan­chas de bar­cos hun­di­dos de for­ma gro­tes­ca, por cuen­ta y ries­gos de todos noso­tros, por una mafia que admi­nis­tra los dese­chos, alre­de­dor del « mil­lón y medio de tone­la­das quí­mi­cas no uti­li­za­das que yacen en los fon­dos mari­nos del pla­ne­ta »)[6]. Ade­mas de los pro­duc­tos que ter­mi­nan en -cida, los per­tur­ba­dores endo­cri­nos pro­du­ci­dos por la huma­ni­dad indus­trial, masi­va­mente dis­per­sa­dos, conta­mi­nan desde aho­ra, la casi tota­li­dad de los entor­nos natu­rales y ata­can la salud de los seres huma­nos[7] (« dis­mi­nu­ción del QI, dis­tur­bos del com­por­ta­mien­to y autis­mo ») así como la de todos los seres vivos.

Un artí­cu­lo reciente publi­ca­do en la pági­na del dia­rio Les Echos expone otra catás­trofe mayor de nues­tro tiempo :

« En el trans­cur­so de los últi­mos años, un billón de hectá­reas de tier­ras fér­tiles, el equi­va­lente de la super­fi­cie de los Esta­dos Uni­dos, se esfu­ma­ron lite­ral­mente. Y la orga­ni­za­ción de las Naciones Uni­das para la ali­men­ta­ción (FAO) se preo­cu­pa del ave­nir de las super­fi­cies res­tantes. En un informe de 650 pagi­nas, publi­ca­do en diciembre con moti­vo de la clau­su­ra del Año inter­na­cio­nal de los sue­los, en el se consta­ta que un ter­cio de las tier­ras arables del pla­ne­ta están más o menos ame­na­za­das de desaparecer. »

Aquí tam­bién, la semán­ti­ca que uti­li­zan disi­mu­la la exis­ten­cia pro­pia de una res­pon­sa­bi­li­dad. « Un billón de hectá­reas de tier­ras fér­tiles […] se esfu­ma­ron lite­ral­mente ». « Se esfu­ma­ron lite­ral­mente » y no « fue­ron des­trui­dos ». No es culpa de nadie, es culpa de la tier­ra que deci­dió esfu­marse. La mis­ma cosa jus­to des­pués : « están más o menos ame­na­za­das de desa­pa­re­cer » y no « están sien­do des­trui­das ». Ya que es la civi­li­za­ción y su agri­cul­tu­ra indus­trial y su pavi­men­ta­ción com­pul­si­va del sue­lo y su arti­fi­cia­li­za­ción desen­fre­na­da las que están en el ori­gen de este desastre.

En el trans­cur­so de los últi­mos sesen­ta años, 90% de los grandes peces[8], 70% de las aves mari­nas[9] y, de for­ma más gene­ral, 52% de los ani­males sal­vajes[10], han desa­pa­re­ci­do ; desde hace menos de 40 años, el nume­ro de ani­males mari­nos, en su conjun­to, se divi­dió por dos[11]. Sabien­do que estos declives en las pobla­ciones ani­males y vege­tales no datan de ayer y que una dis­mi­nu­ción en com­pa­ra­ción de hace 60 o 70 años ocul­ta en rea­li­dad per­di­das mucho peores inclu­so (fenó­me­no a menu­do cali­fi­ca­do como amne­sia ecoló­gi­ca[12]). El informe Pla­ne­ta Vivo 2016 del WWF pre­vé que dos ter­cios de las pobla­ciones de ver­te­bra­dos podrían desa­pa­re­cer de aquí al 2020[13]. Se esti­ma que de aquí al 2048 los océa­nos no alber­ga­ran más un solo pez[14].

Otras proyec­ciones esti­man que de aquí al 2050, habrá más plás­ti­co que peces en los océa­nos[15] y que la casi tota­li­dad de las aves mari­nas habrán inge­ri­do plas­ti­cos [16].

Actual­mente la huma­ni­dad indus­trial pro­duce alre­de­dor de 50 mil­lones de tone­la­das de dese­chos elec­tró­ni­cos (o e-resi­duos) por año[17], de los cuales la inmen­sa mayoría (90%) no son reci­cla­dos [18]. Como conse­cuen­cia de la car­re­ra al « desar­rol­lo » (elec­tri­fi­ca­ción, indus­tria­li­za­ción, moder­ni­za­ción, « pro­gre­so ») de los conti­nentes que no lo eran del todo (Áfri­ca, Asia, Amé­ri­ca del Sur, en concre­to), se pre­vé que la pro­duc­ción anual glo­bal ya astronó­mi­ca (50 mil­lones de tone­la­das) de dese­chos elec­tró­ni­cos (o e-resi­duos) crez­ca en un 500%, aproxi­ma­da­mente [19], en el cur­so de las próxi­mas déca­das (como resul­ta­do de la explo­sión en las ven­tas de telé­fo­nos móviles, com­pu­ta­do­ras, tele­vi­siones, table­tas elec­tró­ni­cas, etc.). Se pre­vé que la can­ti­dad total de dese­chos sóli­dos crea­da por la huma­ni­dad indus­trial mun­dial tri­plique para el 2100, para alcan­zar más de 11 mil­lones de tone­la­das, por día.

La huma­ni­dad indus­trial ago­ta (y conta­mi­na), igual­mente, las aguas dulces del mun­do ente­ro : como des­ta­ca un informe de la NASA en 2015, 21 de los 37 acuí­fe­ros más impor­tantes se encuen­tran por deba­jo del umbral de sos­te­ni­bi­li­dad —  estos pier­den más agua que la que acumulan.

Un cam­po moder­no de concen­tra­ción, tam­bién lla­ma­do fabri­ca, en Chi­na (foto : Edward Burtynsky)

Podría­mos seguir y seguir, evo­can­do de for­ma desor­de­na­da la red de explo­ta­ción sexual y de escla­vi­tud sala­rial que impe­ra actual­mente en la agri­cul­tu­ra sici­lia­na, den­tro de la cual miles de mujeres son vio­la­das y gol­pea­das[20] ; la red de escla­vi­tud moder­na que explo­ta cer­ca de 40 000 mujeres en Ita­lia conti­nen­tal, Ita­lia­nas e inmi­grantes, en explo­ta­ciones vití­co­las[21] ; las epi­de­mias de sui­ci­dios y la conta­mi­na­ción masi­va que azo­ta actual­mente a la región de Ban­ga­lore (cali­fi­ca­da como la capi­tal mun­dial del sui­ci­dio) en India, donde el « desar­rol­lo » des­truye los lazos fami­liares y el mun­do natu­ral[22] ; La explo­ta­ción de Bur­ki­neses de todas las edades en los cam­pos de lava­do de oro de Bur­ki­na Faso[23], donde viven y mue­ren en condi­ciones dramá­ti­cas, entre mala­ria y enfer­me­dades rela­cio­na­das con la uti­li­za­ción del mer­cu­rio, en pro­ve­cho de las ricas y pode­ro­sas mul­ti­na­cio­nales de los países dichos « desar­rol­la­dos » ; la suerte de los Pakis­taníes, que viven sepa­ran­do los resi­duos elec­tró­ni­cos can­cerí­ge­nos de los ciu­da­da­nos del mun­do libre, a cam­bio de un sala­rio de mise­ria (y de algu­nas enfer­me­dades)[24] ; la explo­ta­ción de los Nica­ragüenses mal paga­dos (la mano de obra más bara­ta de Amé­ri­ca Cen­tral) en las maqui­la­do­ras, donde confec­cio­nan todo tipo de ves­ti­dos para empre­sas fre­cuen­te­mente esta­dou­ni­denses, corea­nas, tai­wa­neses [25] ; las epi­de­mias de enfer­me­dades de civi­li­za­ción liga­das a la comi­da rápida/chatarra indus­trial que devas­ta a las pobla­ciones del mun­do ente­ro, en las cuales están las comu­ni­dades de Méxi­co [26] (segun­do país en el mun­do en tér­mi­nos de tasa de obe­si­dad y sobre­pe­so, des­pués de Esta­dos Uni­dos), que conoce una epi­de­mia en rela­ción con las gra­sas y los azu­cares, donde 7 de cada 10 adul­tos pre­sen­ta sobre­pe­so y obe­si­dad, así como 1 de cada 3 niños –según la Orga­ni­za­ción Mun­dial de la Salud (OMS), los Mexi­ca­nos son los pri­me­ros consu­mi­dores de soda (163 litros por per­so­na y por año) y los más afec­ta­dos por la mor­ta­li­dad liga­da a la dia­betes en toda la Amé­ri­ca Lati­na ; la explo­ta­ción de los niños y adul­tos de la Repú­bli­ca de Malaui en las plan­ta­ciones de taba­co[27] (donde contraen la « enfer­me­dad del taba­co verde » por intoxi­ca­ción con la nico­ti­na) des­ti­na­do a la expor­ta­ción, en pro­ve­cho de los gru­pos indus­triales como Bri­tish Ame­ri­can Tobac­co (Lucky Strike, Pal Mal, Gau­loises, …) o Phi­lip Mor­ris Inter­na­tio­nal (Mal­bo­ro, L&M, Phi­lip Mor­ris…) ; la trans­for­ma­ción de Alba­nia en basu­re­ro gigante[28] (donde se impor­tan dese­chos de todas partes para su tra­ta­mien­to, lo que consti­tuye un sec­tor de gran impor­tan­cia para la eco­nomía del país, miles de per­so­nas viven de eso, y viven en los ver­te­de­ros, o mas bien mue­ren de eso, y mue­ren en los ver­te­de­ros) ; en este mis­mo sen­ti­do, la tras­for­ma­ción de la de la ciu­dad de Guiyu en Chine en basu­re­ro gigante de dese­chos elec­tró­ni­cos[29] (pro­ve­nientes del mun­do ente­ro pero en en mayor medi­da de los países dichos « desar­rol­la­dos ») donde cen­te­nares de mil­lones de Chi­nos, niños y adul­tos, tra­ba­jan sepa­ran­do estos, o sea que tra­ba­jan tenien­do un contac­to direc­to con cen­te­nares de mil­lones de tone­la­das de pro­duc­tos alta­mente tóxi­cos (los toxicó­lo­gos se inter­esan a los récords mun­diales de toxi­ci­dad de Guiyu en tér­mi­nos de la tasa de cán­cer, de conta­mi­na­ción de los sue­los y de las aguas, etc.) ; la tras­for­ma­ción de la zona de d’Agbogbloshie, en Gha­na, igual­mente un inmen­so basu­re­ro de dese­chos elec­tró­ni­cos[30] (pro­ve­nientes del mun­do ente­ro, de Fran­cia, de los Esta­dos Uni­dos, Rei­no Uni­do, Norue­ga etc.), donde miles de Gha­neses, niños (desde los 5 años) y adul­tos, tra­ba­jan a cam­bio de un mise­ro suel­do por sepa­rar miles de tone­la­das de pro­duc­tos alta­mente tóxi­cos que arrui­nan su salud y conta­mi­nan el sue­lo, el aire y los cur­sos de agua ; la trans­for­ma­ción de otros lugares, siempre en los países pobres (India, Egip­to, Ban­gla­desh, Fili­pi­nas, Nige­ria etc.), en basu­re­ros gigantes de dese­chos[31] (elec­tró­ni­cos, plás­ti­cos, etc.) ; las conta­mi­na­ciones medioam­bien­tales en Mon­go­lia [32] (liga­das al « desar­rol­lo » del país y a su indus­tria mine­ra), donde ciu­dades que se encuen­tran entre las más conta­mi­na­das del mun­do se asfixian en lo que algu­nos des­cri­ben como « un infier­no » ; las des­truc­ciones de los arre­cifes de coral, de los fon­dos mari­nos y de los bosques de las islas Bang­ka y Beli­tung en Indo­ne­sia, donde los mine­ros de estaño legales e ile­gales arries­gan sus vidas y pier­den su salud para obte­ner el com­po­nente cru­cial de los apa­ra­tos elec­tró­ni­cos, sumi­do en un vaso radio­ac­ti­vo [33] ; la des­truc­ción en cur­so de la gran bar­re­ra de coral en Aus­tra­lia, cau­sa­da por el calen­ta­mien­to glo­bal[34] ; la conta­mi­na­ción de los sue­los y de los cur­sos de agua de varias regiones de Tunes, donde el cad­mio y el ura­nio son ver­ti­dos, entre otros mine­rales, para el refi­na­mien­to del fos­fa­to que es extra­í­do en ese país, antes de ser envia­do a Euro­pa para ser uti­li­za­do como fer­ti­li­zante agrí­co­la (refi­na­mien­to que consume en exce­so el agua de los man­tos freá­ti­cos y que gene­ra una epi­de­mia de enfer­me­dades más o menos graves en Euro­pa)[35] ; las talas masi­vas en Áfri­ca, en el Ama­zo­nas, en Indo­ne­sia, y por todas partes del glo­bo, que per­mi­ten la expan­sión de mono­cul­ti­vos de la pal­ma acei­te­ra, del árbol gome­ro o cau­cho, del euca­lip­to y otros arboles (muy a menu­do gené­ti­ca­mente modi­fi­ca­dos) en pro­ve­cho de las dife­rentes indus­trias ; la expan­sión de las plan­ta­ciones de soya  y de las super­fi­cies des­ti­na­das a la crian­za indus­trial, siempre en per­jui­cio de los bosques y de los bio­to­pos natu­rales ; el ago­ta­mien­to de nume­ro­sos « recur­sos » no-reno­vables, de los cuales diver­sos metales y mine­rales (ago­ta­mien­to que no deja de ace­le­rarse por el des­pliegue actual de las infrae­struc­tu­ras y tec­no­logías indus­triales liga­das a la pro­duc­ción de energías supues­ta­mente verdes[36]) ; las epi­de­mias de las lla­ma­das enfer­me­dades de civi­li­za­cion  (dia­betes, asma, aler­gias, enfer­me­dades car­dio­vas­cu­lares, cán­cer, obe­si­dad, gran varie­dad de dis­tur­bios men­tales/psicológicos y males­tares rela­cio­na­dos, angus­tias, estrés, depre­sión etc.), que dan tes­ti­mo­nio, en parte, de un males­tar gene­ra­li­za­do y que se tra­duce por el consu­mo récord de psi­co­tró­pi­cos, como lo seña­la un reciente arti­cu­lo de France Inter : « La inten­si­fi­ca­ción de las condi­ciones de tra­ba­jo, ais­la­mien­to e hiper­flexi­bi­li­dad labo­ral, 20 mil­lones de tra­ba­ja­dores en Fran­cia (de los 29 mil­lones) consu­men fár­ma­cos psi­co­tró­pi­cos legales e ile­gales » ; y así suce­si­va­mente, ad nau­seam.

El resul­ta­do alta­mente pre­vi­sible de todo esto es evi­dente : la civi­li­za­ción indus­trial, de la cual ningún aspec­to es sus­ten­table, que solo ha veni­do sien­do una enorme e inso­por­table fuga hacia ade­lante, incon­tro­lable y fue­ra de control, ago­tan­do, conta­mi­nan­do y des­truyén­do­lo todo a su paso, o sea la inte­gra­li­dad de la biós­fe­ra, colap­sará de mane­ra ineluc­table a cau­sa de sus innu­me­rables exce­sos. Y cuan­to antes mejor, pues más rápi­do cesa­ran las des­truc­ciones del mun­do natu­ral. El pla­ne­ta podrá comen­zar a recu­pe­rarse des­pués de todo, y los huma­nos por igual, o al menos, los sobrevivientes.

Una fabri­ca donde se « tra­tan » pol­los, en Chine (pho­to : Edward Burtynsky)

En otras pala­bras, tan real como la socie­dad indus­trial es una tor­tu­ra para la mayoría, si no es que por la tota­li­dad de sus pro­pios miem­bros, así como para todas las espe­cies vivas y para el mun­do natu­ral en gene­ral, su colap­so resul­ta ineluc­table. Y muy deseable. Según las pala­bras de Oli­vier Rey en su libro Ques­tion de taille (« Cues­tion de tal­la »), « la pers­pec­ti­va de vol­ver a modos de vida más sobrios, com­pa­rables a los que cono­ció la huma­ni­dad desde sus orí­genes y has­ta una fecha reciente, no tiene nada de ater­ra­dor. » Supo­nien­do, desde lue­go, « que la natu­ra­le­za pue­da en parte recu­pe­rarse de las devas­ta­ciones » que le inflige la civi­li­za­ción indus­trial. Es decir, reto­man­do la for­mu­la­ción de otro matemá­ti­co, menos aca­dé­mi­co (Theo­dore Kac­zyns­ki), supo­nien­do que el colap­so suce­da a la bre­ve­dad posible, a fin que « el desar­rol­lo del sis­te­ma-mun­do tec­noló­gi­co » no continúe exten­dién­dose « sin tra­bas has­ta su fina­li­za­ción lógi­ca » que es « con toda pro­ba­bi­li­dad », que « de la Tier­ra no quede más que una roca deso­la­da  —  un pla­ne­ta sin vida, con la excep­ción quizá, de orga­nis­mos de entre los cuales los más simples  —  cier­tas bac­te­rias, algu­nas, etc. —  capaces de sobre­vi­vir en condi­ciones extremas. »

Y mejor que alen­tar el colap­so, acep­tar­lo u obser­var­lo pasi­va­mente, todos y cada uno de noso­tros pode­mos, cada quien a su mane­ra y a su esca­la, a su medi­da, par­ti­ci­par a obs­ta­cu­li­zar « el desar­rol­lo del sis­te­ma-mun­do tecnológico »

***

Remar­que­mos de paso que muchos autores más o menos famo­sos a lo lar­go y ancho del pla­ne­ta, ya se habían per­ca­ta­do per­fec­ta­mente del carác­ter no sus­ten­table fun­da­men­tal de la civi­li­za­ción indus­trial, de la inevi­ta­bi­li­dad de su der­rum­ba­mien­to, y nos advertían, como lo hizo Aldous Hux­ley en 1928, en su ensayo inti­tu­la­do  « Pro­gress : How the Achie­ve­ments of Civi­li­za­tion Will Even­tual­ly Ban­krupt the Entire World » (« El pro­gre­so : como los logros de la civi­li­za­ción van a arrui­nar al pla­ne­ta ente­ro ») :

« La colo­sal expan­sión mate­rial de estos últi­mos años tiene como des­ti­no, con toda pro­ba­bi­li­dad, ser un fenó­me­no tem­po­ral y tran­si­to­rio. Somos ricos porque vivi­mos de nues­tro capi­tal. El carbón, el petro­leo, los fos­fa­tos que uti­li­za­mos de for­ma tan inten­si­va, nun­ca serán rem­pla­za­dos. Cuan­do las reser­vas se hayan ago­ta­do, los hombres ten­drán que vivir sin ellos … Esto se vivirá como una catás­trofe sin igual. »

O Simone Weil, en 1934, en su obra  Réflexions sur les causes de la liber­té et de l’oppression sociale (« reflexiones sobre las cau­sas de la liber­tad y de la opre­sión social ») :

« Cuan­do el caos y la des­truc­ción habrán alcan­za­do el limite a par­tir del cual el fun­cio­na­mien­to mis­mo de la orga­ni­za­ción econó­mi­ca y social se haya vuel­to mate­rial­mente impo­sible, nues­tra civi­li­za­ción per­ecerá ; y la huma­ni­dad, de vuel­ta a un nivel de vida más o menos pri­mi­ti­vo y a una vida social dis­per­sa­da en colec­ti­vi­dades mucho más pequeñas, vol­verá a par­tir sobre un nue­vo cami­no impo­sible de predecir. »

O Pierre Four­nier, en 1969 :

« Mien­tras que nos divier­ten con guer­ras y revo­lu­ciones que se engen­dran la unas a las otras, repi­tien­do siempre la mis­ma cosa, el hombre está, a fuer­za de explo­ta­ción tec­noló­gi­ca des­con­tro­la­da, vol­vien­do la tier­ra inha­bi­table, no solo para sí mis­mo, sino para todas las for­mas de vida super­iores. El paraí­so concen­tra­cio­nis­ta que está nacien­do y que nos pro­me­ten esos cre­ti­nos de tec­no­cra­tas, nun­ca verá el día, ya que su igno­ran­cia y su des­pre­cio de las contin­gen­cias bioló­gi­cas lo matarán en el hue­vo. La úni­ca cues­tión real que no es for­mu­la­da, no es de saber si este sera sopor­table una vez que haya naci­do, sino si, sí o no, su abor­to pro­vo­cará nues­tra muerte. »

O Ber­nard Char­bon­neau en 1969, en su libro Le jar­din de Baby­lone (« El jardín de Babi­lo­nia »):

« Si no abor­da­mos los efec­tos de la civi­li­za­ción indus­trial y urba­na, ten­dre­mos que consi­de­rar como pro­bable el fin de la natu­ra­le­za, acom­paña­do por un tiem­po de la super­vi­ven­cia confor­table entre la basu­ra : soli­da, liqui­da o sónica. »

Y desde el informe del Club de Roma en 1972, los inves­ti­ga­dores se mul­ti­pli­ca­ron : desde entonces son las uni­ver­si­dades, uni­ver­si­ta­rios, ins­ti­tu­ciones inter­na­cio­nales y exper­tos de todo tipo que nos advier­ten (de Joseph Tain­ter a Ugo Bar­di pasan­do por Pablo Ser­vigne et Raphael Ste­vens, la Ban­ca Mun­dial, la NASA y varios colec­ti­vos universitarios).

***

Escribía Oli­vier Rey al fina­li­zar su libro Une ques­tion de taille (« Una cues­tion de tal­la »):

« Recha­za­mos las decla­ra­ciones alar­mis­tas acu­san­do a sus autores de hacer de Casan­dras. Pero la mal­di­ción que tenia Casan­dra no era la de ver las cosas de for­ma pesi­mis­ta, era sola­mente la de pre­ver, sin jamas ser cru­da – mediante lo cual los Troya­nos deja­ron entrar el cabal­lo de made­ra en su ciu­dad. Si es pre­ci­so evi­tar ceder al « dis­frute apo­calíp­ti­co », no rego­dearse enu­me­ran­do lo males que nos azo­tan, ni expe­ri­men­tar un pla­cer per­ver­so por men­cio­nar lo peor, la mejor for­ma de hono­rar la rea­li­dad no es pintán­do­la de rosa, sino de ver­la tal y como es. »

Las neu­ro­cien­cias cali­fi­can por cier­to de « pre­dis­po­si­ción al opti­mis­mo » esta ten­den­cia a « sobres­ti­mar la pro­ba­bi­li­dad de un even­to posi­ti­vo en un futu­ro cer­ca­no y a subes­ti­mar lo nega­ti­vo » (Sciences et Ave­nir), lo que a menu­do conduce a una eva­lua­ción irrea­lis­ta, ilu­so­ria­mente posi­ti­va del futu­ro. Así como lo for­mu­la la neuró­lo­ga Tali Sha­rot : « La creen­cia de que el futu­ro será mejor que el pasa­do y el pre­sente, es cali­fi­ca­da de pre­dis­po­si­ción al opti­mis­mo. Afec­ta a todos, poco impor­ta el color de la piel, la reli­gión o es esta­tus socioe­conó­mi­co. » Si bien es útil en cier­tos contex­tos, esta pre­dis­po­si­ción al opti­mis­mo resul­ta pro­blemá­ti­ca en muchos otros. En efec­to, las pro­me­sas de un mejor futu­ro, a tra­vés de la his­to­ria, son y han sido siempre uti­li­za­das por las reli­gio­ness de la sal­va­ción, y aho­ra tam­bién por las clases diri­gentes de for­ma secu­lar (el mito del pro­gre­so, nar­ra­ti­vas  hol­ly­woo­dienses, donde el bien ter­mi­na siempre ven­cien­do), con el fin de contro­lar a las pobla­ciones : a par­tir del momen­to en que nos conven­ce­mos que el bien triun­fará, que nos diri­gi­mos nece­sa­ria­mente hacia algo mejor, espe­ran­do que ello suce­da o llegue, somos capaces de tole­rar todo o lo que sea ; y mien­tras más empeo­ra nues­tra situa­ción, más nos afer­ra­mos a esta creen­cia que, paradó­ji­ca­mente, nos per­mite de este modo seguir sopor­tan­do el empeo­ra­mien­to de lo insoportable.

El per­io­dis­ta esta­dou­ni­dense Chris Hedges habla sobre el tema de la siguiente forma :

« La creen­cia inocente de creer que la his­to­ria es lineal y que el pro­gre­so téc­ni­co va siempre acom­paña­do de un pro­gre­so moral, es una for­ma de cegue­ra colec­ti­va. Esta creen­cia soca­va nues­tra capa­ci­dad de acción radi­cal y nos acu­na con una ilu­sión de segu­ri­dad. Los que se afer­ran al mito del pro­gre­so huma­no, que el mun­do se dirige inevi­ta­ble­mente hacia un esta­do moral­mente y mate­rial­mente super­ior, son los cau­ti­vos del poder. […] 

La aspi­ra­ción al posi­ti­vis­mo, omni­pre­sente en nues­tra cultu­ra capi­ta­lis­ta, igno­ra la natu­ra­le­za huma­na y su his­to­ria. Sin embar­go, tra­tar de opo­nerse a ella, men­cio­nar lo evi­dente, es decir, que las cosas empeo­ran y empeo­ran quizás mucho más en el cor­to pla­zo, es verse exclui­do del cir­cu­lo del pen­sa­mien­to mági­co que carac­te­ri­za a la cultu­ra esta­dou­ni­dense y la gran mayoría de la cultu­ra occi­den­tal. La izquier­da está igual­mente  tan afec­ta­da por esta manía de espe­rar como la dere­cha. Esta manía ensom­brece la rea­li­dad en el momen­to mis­mo en que el capi­ta­lis­mo mun­dial se desin­te­gra y con él, el conjun­to de eco­sis­te­mas, condenán­do­nos poten­cial­mente a todos. »

Otro fenó­me­no psi­coló­gi­co que influye poten­cial­mente a nues­tra acep­ta­ción colec­ti­va del empeo­ra­mien­to glo­bal de la situa­ción es : la amne­sia ecoló­gi­ca o amne­sia medioam­bien­tal (rela­cio­na­da con el concep­to anglo-esta­dou­ni­dense de shif­ting base­line),que consiste en una habi­tua­ción pro­gre­si­va (inter­ge­ne­ra­cio­nal o intra­ge­ne­ra­cio­nal) a un pai­saje ecoló­gi­co cada vez más degra­da­do por el simple hecho que no cono­ci­mos otro más que este, o que olvi­de­mos gra­dual­mente el esta­do en el que esta­ba en el pasa­do. Para­le­la­mente a esto, podría­mos evo­car un fenó­me­no de amne­sia que cor­res­pon­dería a una habi­tua­ción pro­gre­si­va a un entor­no social (una socie­dad) cada vez más degra­da­da (o sea, cada vez menos social y cada vez más anti­so­cial), por el simple hecho que no cono­ci­mos otro más que este o que olvi­da­mos gra­dual­mente cómo era antes, y que nos adap­te­mos a su deterioro.

En la mis­ma mane­ra en que los indi­vi­duos « pro­so­ciales » no son per­so­nas fue­ra de sus facul­tades men­tales, o que deban lle­var algún tra­ta­mien­to para curarse, sino per­so­nas de mente sana que caye­ron en la tram­pa de una cultu­ra huma­na pro­fun­da­mente des­qui­cia­da, los indi­vi­duos que cali­fi­ca­mos aveces de « catas­tro­fis­tas » no son per­so­nas per­tur­ba­das que ven « todo con pesi­mis­mo » o que solo consi­de­ran el « lado oscu­ro de las cosas » . El mun­do ente­ro se bene­fi­ciaría si los eufe­mis­tas inve­te­ra­dos y otros opti­mis­tas por nega­ción lo reco­no­cie­ran, y que uti­li­cen sus energías para luchar contra los desastres socio-ecoló­gi­cos que están suce­dien­do aho­ra, que vuel­ven la vida inso­por­table al mis­mo tiem­po que la des­truyen, en vez de arro­jarse contra aquel­los que los expo­nen y contra los sen­ti­mien­tos de inco­mo­di­dad que ello les suscita.

Solo com­pren­dien­do bien la ampli­tud y la pro­fun­di­dad del desastre que es la civi­li­za­ción indus­trial podre­mos tener una opor­tu­ni­dad de remediarlo.

Nico­las Casaux

Tra­duc­ción al español : San­tia­go Per­ales M.

Cor­rec­ción del tex­to ori­gi­nal en fran­cés : Lola Bearzatto

 

 


  1. https://www.scientificamerican.com/article/nice-brains-finish-last/
  2. https://www.scientificamerican.com/article/how-wealth-reduces-compassion/
  3. Fight Back : An Eco­psy­cho­lo­gi­cal Unders­tan­ding of Depression
  4. http://www.lemonde.fr/planete/article/2017/11/13/apres-un-plateau-de-trois-ans-les-emissions-mondiales-de-co2-repartent-a-la-hausse_5214002_3244.html
  5. http://www.novethic.fr/empreinte-terre/climat/isr-rse/des-emissions-de-co2-en-hausse-jusqu-en-2040-selon-l-aie-145045.html
  6. https://partage-le.com/2017/11/8230/ , La mafia y el nego­cio de la basu­ra tóxi­ca, Una bom­ba de tiem­po de las aguas ter­ri­to­riales ale­ma­nas (En el fon­do del Mar Bál­ti­co yacen unas 100.000 tone­la­das de muni­ciones quí­mi­cas), La mafia cala­bre­sa hun­dió bar­cos con resi­duos tóxi­cos en el mar
  7. https://www.arte.tv/fr/videos/069096–000‑A/demain-tous-cretins/
  8. http://www.liberation.fr/sciences/2003/05/15/90-des-gros-poissons-ont-disparu_433629
  9. http://www.sudouest.fr/2015/07/16/environnement-70-des-oiseaux-marins-ont-disparu-en-seulement-60-ans-2025145–6095.php
  10. http://tempsreel.nouvelobs.com/planete/20140930.OBS0670/infographie-52-des-animaux-sauvages-ont-disparu-en-40-ans.html
  11. http://www.lexpress.fr/actualite/societe/environnement/le-nombre-d-animaux-marins-divise-par-deux-en-40-ans_1716214.html
  12. http://biosphere.ouvaton.org/annee-2012/1814–2012-la-grande-amnesie-ecologique-de-philippe-j-dubois-
  13. https://www.wwf.fr/vous-informer/actualites/rapport-planete-vivante-2016-deux-tiers-des-populations-de-vertebres-pourraient-disparaitre-dici
  14. http://www.sciencesetavenir.fr/nature-environnement/20061102.OBS7880/des-oceans-a-sec-en-2048.html
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  16. http://www.lemonde.fr/planete/article/2015/09/01/d‑ici-a-2050-la-quasi-totalite-des-oiseaux-marins-auront-ingere-du-plastique_4741906_3244.html
  17. https://www.theguardian.com/sustainable-business/50m-tonnes-ewaste-designers-manufacturers-recyclers-electronic-junk
  18. https://www.theguardian.com/environment/2015/may/12/up-to-90-of-worlds-electronic-waste-is-illegally-dumped-says-un
  19. https://www.theguardian.com/environment/2010/feb/22/electronic-waste
  20. https://www.theguardian.com/global-development/2017/mar/12/slavery-sicily-farming-raped-beaten-exploited-romanian-women?CMP=Share_iOSApp_Other
  21. https://www.nytimes.com/2017/04/11/world/europe/a‑womans-death-sorting-grapes-exposes-italys-slavery.html?_r=0En el núcleo de la eco­nomía agrí­co­la ita­lia­na hay un sis­te­ma de ‘escla­vi­tud moderna’
  22. https://www.youtube.com/watch?v=F3vlJfePPec
  23. https://www.youtube.com/watch?v=POY0Z6wiBIQ
  24. https://www.youtube.com/watch?v=Pq6GMEqKrpY
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  27. https://www.youtube.com/watch?v=0VqW8hHZZ_M
  28. https://www.youtube.com/watch?v=asxWOMuRHH4
  29. http://www.sciencepresse.qc.ca/actualite/2008/08/20/guiyu-champion-mondial-toxicite
  30. https://www.youtube.com/watch?v=MYzf6idjmik
  31. https://partage-le.com/2016/05/quels-sont-les-couts-humains-et-environnementaux-des-nouvelles-technologies-par-richard-maxwell-toby-miller/
  32. https://www.youtube.com/watch?v=J3PQlGCKh6A
  33. https://www.youtube.com/watch?v=g6-WYb3Bidc
  34. https://www.sciencesetavenir.fr/nature-environnement/australie-la-grande-barriere-de-corail-plus-que-jamais-menacee_108484
  35. https://www.youtube.com/watch?v=P9OGRMzQA4A
  36. https://partage-le.com/2017/07/letrange-logique-derriere-la-quete-denergies-renouvelables-par-nicolas-casaux/

 

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