Las luchas por la justicia social y ecológica requieren estar en contra de la civilización (por Mike Sliwa)

Artículo publicado originalmente en ingles en el excelente Blog Wrong Kind Of Green. 

Cuan­do comen­cé a escri­bir y a hablar sobre el pri­vi­le­gio de ser blan­co y de la supre­macía sis­té­mi­ca blan­ca, tenía conmi­go a un gru­po de com­pañe­ros acti­vis­tas con los que com­partía una visión común. Hoy, he inten­ta­do ir más a fon­do en mi pro­pia madri­gue­ra de cone­jo [NdT. ‘Down down the rab­bit hole’], en bús­que­da de las raíces de nues­tras injus­ti­cias sociales, mien­tras tan­to cier­tos de mis pre­de­ce­sores y contem­porá­neos se mues­tran crí­ti­cos hacia tal viaje.

Con el paso de los años he tra­ta­do de hacer más conexiones, en mis escri­tos y pre­sen­ta­ciones, tan­to para el públi­co  como para mi mis­mo. He lle­ga­do a un pun­to donde inclu­so muchos de los más firmes acti­vis­tas que luchan por la jus­ti­cia social no osan aven­tu­rarse. Estos continúan dicien­do la ver­dad al poder concer­nien­do nues­tras ins­ti­tu­ciones y el fun­cio­na­mien­to de cier­tas partes de los sis­te­mas, pero cuan­do se tra­ta de mirar en los cimien­tos de esas ins­ti­tu­ciones y sis­te­mas muchos se callan.

La civi­li­za­ción es rara­mente cues­tio­na­da cuan­do se dis­cute sobre jus­ti­cia social. Esto no quiere decir que no haya algu­nos que hagan la conexión entre la jus­ti­cia y la civi­li­za­ción, pero son pocos, y son muy incon­cre­tos. Cuan­do comen­cé a conec­tar la civi­li­za­ción a la jus­ti­cia social perdí por com­ple­to a algu­nas per­so­nas. Esto podría ser debi­do al hecho de no haber pre­sen­ta­do la sufi­cien­te­mente cla­ra o cor­rec­ta docu­men­ta­ción, pero con el trans­cur­so de los años algo me dijo que había más sobre ello. Comen­cé a cues­tio­nar nues­tros acuer­dos de vida, y esto para algu­nos no es negociable.

Cuan­do hablo de civi­li­za­ción, hablo de la impor­ta­ción de nues­tros bienes y ser­vi­cios. Hablo de una divi­sión de tra­ba­jo que lo per­mite. Hablo de una jerar­quía que requiere (y engen­dra) la opre­sión, la vio­len­cia, la matan­za, la degra­da­ción ambien­tal y el pro­gre­so para ser man­te­ni­da. Hablo de la eco­nomía indus­trial glo­bal que requiere de un cre­ci­mien­to infi­ni­to sobre un pla­ne­ta fini­to para ser man­te­ni­da, que desde lue­go es imposible.

Lo que veo de muchos acti­vis­tas de la jus­ti­cia social, es una pers­pec­ti­va que per­cibe el mun­do a tra­vés de la estric­ta lente de la refor­ma. Ellos quie­ren mejo­rar el sis­te­ma. El mejo­ra­mien­to del actual esta­do de cosas tiene sen­ti­do. La gente nece­si­ta jus­ti­cia hoy. Pero lo que debe ser consi­de­ra­do, es una bús­que­da de la raíz de nues­tras desi­gual­dades y simu­la­cros sociales. Per­se­guir la raíz es radi­cal por defi­ni­ción y es allí donde yace el meol­lo del problema.

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Los refor­mis­tas no son radi­cales. Ellos a menu­do demo­ni­zan a los radi­cales. Tien­den a enfo­carse úni­ca­mente en la per­se­cu­ción de la refor­ma al inter­ior de nues­tras ins­ti­tu­ciones y sis­te­mas. Ins­ti­tu­ciones y sis­te­mas que son los cimien­tos de una jerar­quía que requiere (y engen­dra) la opre­sión, la vio­len­cia, la matan­za, y la degra­da­ción ambien­tal para ser man­te­ni­da. No es malo luchar por el cam­bio den­tro del sta­tus quo, pero si es esto todo lo que se hace, entonces cla­ra­mente no tra­ta­mos de encon­trar la raíz a nues­tros pro­ble­mas sociales y ambientales.

La civi­li­za­ción y en par­ti­cu­lar, la civi­li­za­ción indus­trial, es esa raíz. Des­pués de todo, la civi­li­za­ción hoy requiere de  ins­ti­tu­ciones jerár­qui­cas masi­vas y de sis­te­mas que son los pilares de la bru­ta­li­dad poli­cial, tari­fas de encar­ce­la­mien­to, empleos pre­fe­ren­ciales, ini­qui­dad de alo­ja­mien­to, y una lis­ta infi­ni­ta de otras prác­ti­cas dis­cri­mi­na­to­rias. Algu­nos indi­carán el capi­ta­lis­mo como el culpable, pero el capi­ta­lis­mo, y sí aún el socia­lis­mo, son los niños de la civilización.

Aho­ra uno podría argu­men­tar que toda esta infrae­struc­tu­ra que sopor­ta a nues­tras vidas existe debi­do a la civi­li­za­ción, lo cual se sabe muy bien. Hemos allí el cal­le­jón sin sali­da. Si hace­mos un lla­ma­mien­to al des­man­te­la­mien­to  de la infrae­struc­tu­ra mis­ma que pro­mueve y per­petúa la opre­sión masi­va, entonces noso­tros tam­bién debería­mos sepa­rar­nos de todo lo que sabe­mos de vivir en el mun­do. Depen­der de la civi­li­za­ción es man­te­ner a miles de mil­lones de noso­tros con vida, lo que para­le­la­mente signi­fi­ca la masacre y la opre­sión de miles de mil­lones de otras per­so­nas al mis­mo tiem­po. Además de esto, la civi­li­za­ción devo­ra los cimien­tos de lo que crea y per­mite toda diver­si­dad, la bio­di­ver­si­dad. Este pun­to agra­va todavía más la aporía que conocemos.

Como acti­vis­tas y como una civi­li­za­ción esta­mos atas­ca­dos. Que­re­mos solu­ciones en el seno del mis­mo mar­co que esta ase­si­nan­do a los sis­te­mas de soporte de la vida, que pre­vén nues­tra pro­pia exis­ten­cia. Que­re­mos jus­ti­cia en un mar­co que requiere injus­ti­cia. No se puede tener todo a la vez, no se puede guar­dar el pas­tel y comér­se­lo. El pro­ble­ma es que el pas­tel es letal. Sabe de mara­villa porque vemos bene­fi­cios en la lucha por la jus­ti­cia pero esto tam­bién refuer­za un sis­te­ma y per­petúa la injus­ti­cia reformán­do­lo, en vez de des­man­te­lar­lo. Nun­ca consi­de­ra­mos su des­man­te­la­mien­to porque somos total­mente depen­dientes de él. Nun­ca consi­de­ra­mos en des­man­te­lar­lo porque cree­mos que este es el úni­co modo de vivir. Nues­tra depen­den­cia nos ha hecho creer que pode­mos solu­cio­nar lo irre­so­luble. Como dije, de hecho esta­mos atascados.

La cues­tión sobre las solu­ciones a este cal­le­jón sin sali­da se plan­tea desde el inicio de la exis­ten­cia civilizada.

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Los cal­le­jones sin sali­da, por supues­to, no tie­nen sali­da (solu­ción), la civi­li­za­ción es pues ese cal­le­jón. Entonces ¿Cómo pro­ce­der ? Hay muchas opciones, pero todas ter­mi­nan mal y no sólo para la civi­li­za­ción, sino para toda la huma­ni­dad. Es impo­sible man­te­ner una eco­nomía glo­bal en per­pe­tuo cre­ci­mien­to en un pla­ne­ta con recur­sos limi­ta­dos, por lo tan­to no hay for­ma de sal­var los más de 7 mil mil­lones de seres huma­nos. Nues­tras jerar­quías masi­vas nos han pre­ci­pi­ta­do hacia una sobre­car­ga demo­grá­fi­ca. Aña­di­mos casi 238,000 per­so­nas por día (naci­mien­tos menos muertes) y esta pre­sión demo­grá­fi­ca es resen­ti­da en un mar­co que va más allá de nues­tra pro­pia espe­cie. Nues­tra eco­nomía de cre­ci­mien­to incre­men­ta nues­tra pobla­ción y ha desen­ca­de­na­do un pro­ce­so de cam­bio climá­ti­co irre­ver­sible. Una vez más, nues­tras opciones son abun­dantes, pero las inci­den­cias son dolo­ro­sa­mente las mismas.

Los acti­vis­tas están acos­tum­bra­dos a lar­gas y len­tas luchas por la jus­ti­cia. A lo que no están acos­tum­bra­dos es a los cal­le­jones sin sali­da. Podría pasar revi­san­do varie­dad de opciones para afron­tar nues­tra situa­ción, como la revo­lu­ción, el aban­do­no, o aún las enfer­mas y deses­pe­ra­das refor­mas, pero sólo pue­do pen­sar en una opción que va Más allá de la Civi­li­za­ción, títu­lo de libro del autor Daniel Quinn, que lo resume elo­cuen­te­mente. Esta opción va más allá de noso­tros y aún  más impor­tante, va más allá de nues­tra espe­cie. Esta opción va al meol­lo del asunto.

Como vemos, pode­mos conti­nuar luchan­do por la jus­ti­cia en nues­tras vidas dia­rias, pero en vez de limi­tar nues­tro alcance con sólo nues­tras luchas sociales, pode­mos tomar en cuen­ta el aban­do­no de los pri­vi­le­gios inhe­rentes a la civi­li­za­ción consi­de­ran­do nues­tras conexiones con todo lo que sopor­ta nues­tra pro­pia exis­ten­cia. En otras pala­bras, dicien­do ver­dades al poder, pero dán­do­nos cuen­ta que debe­mos desha­cer­nos de todo aquel­lo a lo que nos han hecho depen­dientes, para poder hacer una dife­ren­cia en el seno de nues­tra comu­ni­dad pla­ne­ta­ria colec­ti­va. Ser antir­ra­cis­ta signi­fi­ca ser anti­ci­vi­li­za­ción. Ser femi­nis­ta signi­fi­ca ser anti­ci­vi­li­za­ción. Ser defen­sor de los dere­chos de los inmi­grantes signi­fi­ca ser anti­ci­vi­li­za­ción. La jus­ti­cia social y ambien­tal están conec­ta­das, y luchar por estas requiere estar en contra de la civilización.

Si pode­mos dejar algún lega­do, tal vez este pue­da ser una respues­ta a la pre­gun­ta de filó­so­fo Alan Watts, ¿cómo deja­mos el mun­do solo ? Para esto, debe­mos apren­der de nue­vo a ser parte del mun­do, pero este es un viaje que pocos están lis­tos a empren­der. El pro­ble­ma es que la natu­ra­le­za no nego­cia, y que nues­tros acuer­dos de vida no son, real­mente, opciones en abso­lu­to viables, sino una aporía que ten­dre­mos que afrontar.

La jus­ti­cia espéra.

 

Mike Sliwa


[Mike Sli­wa es mari­do y homes­tea­der de tiem­po com­ple­to (o sea que vive un regre­so a la tier­ra). Enseñó en el ins­ti­tu­to de estu­dios secun­da­rios durante 12 años, ense­gui­da dejo su car­re­ra por una exis­ten­cia más simple. Actual­mente vive con su espo­sa off-the-grid (fue­ra del sis­te­ma eléc­tri­co, etc.), per­fec­cio­nan­do sus habi­li­dades y saberes de vida sus­ten­table en el Nue­vo Méxi­co rural. Mike habla sobre una amplia varie­dad de temas concer­nien­do la vida simple, el pri­vi­le­gio blan­co, el cam­bio climá­ti­co abrup­to (abrupt cli­mate change),  la Extin­ción Huma­na a cor­to pla­zo (Near Term Human Extinc­tion), entre otras conse­cuen­cias de la eco­nomía civi­li­za­da indus­trial glo­bal. Tam­bién es un coan­fi­trión del pro­gra­ma radiofó­ni­co « Nature Bats Last » (o ‘la natu­ra­le­za tiene la ulti­ma pala­bra’) emi­ti­da por el Pro­gres­sive Radio Net­work (Prn.fm) y el cofun­da­dor de la agen­cia de lucha por la jus­ti­cia social truality.org].


Tra­duc­ción : San­tia­go Perales

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